Ya no quedan casi gentes de ésas con las que pasé algunos periodos de mi vida, disfrutando de lo que era la auténtica naturaleza y escuchando historias de los ascendientes. A toro pasado, o cuando han trascurrido muchos años y sólo quedan los recuerdos, los que disponiendo de tiempo por haber llegado a la edad del júbilo quieren volver a enlazar los recuerdos con la realidad del momento, eso sí, con unas casas generalmente bien restauradas para pasar un mes o dos en el verano, se reencuentran y añoran la parte más positiva de los tiempos vividos.
Archivado en: Maximino Cañón, pueblos, verano
Maximino Cañón
24/2/2017 - 01:10
Quienes han vuelto a pasar el verano a los pueblos en los que nacieron y pasaron aquella infancia careciendo de muchas cosas, hoy parecen revivir con un alto nivel de satisfacciones. Ahora, cuando ha transcurrido la parte troncal de la vida en otros lugares, en los cuales, como vulgarmente se decía y se dice, tuvieron que ir a buscarse la vida allí donde se encontraba, porque el capital con que se contaba no daba para alimentar a padres e hijos. Como pasa con casi todo, de los que de allí emigraron, unos tuvieron suerte y les fue bien y otros no tanto, pero la realidad es que de una manera o de otra, se abrieron camino y ahora, dejando atrás la edad del trabajo, sienten la llamada de lo que, otros tiempos, fue el universo desde el que soñaba ser algún día uno como los que de fuera te visitaban con sus mejores galas, o haciendo grandes ostentaciones, deslumbrándote con un poderío aparente que, en muchos casos era sólo eso, aparente. Quien no recuerda aquellas llegadas masivas de viajeros a las dos estaciones de trenes y los coches de líneas de nuestra ciudad repletos de gentes que todavía poblaban provincia. Agua pasada no mueve molino y hoy casi no queda nadie en los pueblos de aquellas personas con las conviví y que, con los brazos abiertos, te acogían agradeciendo tu llegada y el que no te olvidaras del pueblo de tus ancestros. Pero la vida sigue, los años también,y las gentes, aunque la longevidad es muy superior a la de entonces, cada vez son menos las que estoicamente aguantan. Quien iba a decir que cuando se entonaba la canción de ‘Viva la montaña viva...' expresando un deseo de permanencia, con el tiempo se hiciera realidad lo de "si la montaña muere, España perdida es", pero sin cumplirte el último presagio.
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