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Gente en León

Mentiras y engaños

Apandadores culturales

No puedo por menos que leer los periódicos y ver cómo, sin vergüenza, los golfos apandadores andan un día sí y al otro también, en esto del sacarnos el dinero público como si de un grupo de bandoleros organizados se tratase.

Archivado en: Nicolás Pérez Hidalgo, apandadores, apandadores culturales

Nicolás Pérez Hidalgo
10/2/2017 - 01:10

Los apandadores suelen ser tres, pero a veces van en grupo. Son una banda de ‘intelectuales' y cultujetas empeñados en robar la fortuna del Tío Gilito (léase la de todos nosotros) con las más esperpénticas patrañadas, que ellos suelen llamar PROYECTOS CULTURALES. Un día es una escultura, otro un libro-disco, otro un crownfounding para publicar la nada o al otro una exposición de poemas de difícil lectura y peor digestión.
La Banda de golfos está liderada por ‘la madre apandadora', pero tiene personajes y nombres con personalidades y habilidades diferentes en función del proyecto que acometen. Van montando historias que van vendiendo a las administraciones y a los que van uniendo apandadores para que todos saquen tajada (dinero y currículo) y estén contentos. Los Golfos tienen munchos familiares que son "hermanos y primos" entre sí y todos se dedican a la "delincuencia" cultural. La mayoría de los proyectos que presentan son innecesarios pero se ven bendecidos y difundidos por los medios periodísticos de turno y las galerías de arte.
Aquellos apandadores animados de Walt Dysney, no eran todos delincuentes. Parece ser que uno era honrado y era considerado por el resto como ‘la oveja negra' de la familia, pero en estos leoneses aún no he detectado quien es el honrado, por más voy leyendo y releyendo las noticias durante años.
Los reconocerán con facilidad porque últimamente aparecen mucho en los medios empeñados en hacernos ver que poner cultura (a 30.000 euros proyecto y a diestro y siniestro) por montes y calles, es lo mejor que se puede hacer para atraer turismo o que la poesía es la ostia en verso y porque además, tratan a los gestores públicos como analfabetos culturales sino financian sus historias.
Desde su formación son una constante amenaza para nuestra fortuna (léase las arcas públicas municipales y de las juntas vecinales). Así que si los ven venir (están en todas partes) con el carretillo cargado de discos, libros de poemas, de esculturas, conciertos y fotos, guarden a toda prisa los monederos y cierren puertas.

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