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El 'carrín' de las golosinas

Había quien después de que le dieran un ‘Chester Field' se dirigía al carrín, con el fin de cambiar el pitillo de rubio por cuatro de ideales. Teniendo siempre presente lo que acontece en nuestros días, conviene ejercitar la memoria recordando parte de nuestros años jóvenes y que han servido para poner los cimientos de lo que tenemos actualmente.

Archivado en: Maximino Cañón, carrín de las golosinas, chicle cheiw, chiclebazooka

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Maximino Cañón
18/11/2016 - 01:10

Lo que hoy trato es un pequeño homenaje a lo que el llamado ‘carrín' de golosinas significó para algunas generaciones. Recuerdo como le pedíamos el dinero a nuestros padres a la voz de: "dame algo para gastar", en eso entraba todo. El habitual proveedor era el ‘majestuoso carrín', denominado así por ser, eso, un pequeño carro trasladado sobre ruedas y guiado por dos varales para empujar. Albergaba todo aquello solicitado por las hordas juveniles e infantiles. Mención especial merecen aquellos precursores de los autónomos que por unas pesetas del momento soportaban a la intemperie los azotes del frío y del calor, buscando situarse dentro de algún portal (entonces se mantenían abiertos) que amainara los rigores del tiempo y permitiera vigilar el negocio. Es casi imposible relacionar la variedad de artículos que cada carrín contenía. Iban desde las baratas bolas de anís, las pipas y los chicles hasta los cigarrillos sueltos que se compraban para iniciarte en el vicio de fumar.
Carrines había en casi todos los sitios por donde pasara gente. Las entradas y salidas de los cines, bailes y las avenidas eran los lugares preferidos para ofrecer la mercancía. ¿Quién no se acuerda de aquellas manzanas bañadas en caramelo rojo, los pirulís de caramelo en forma de trenza, de las chufas, las pipas, los chicles Cheiw y Bazooka y un sinfín de productos imposibles de enumerar? Las que se llevaban la palma, a la hora de acompañar la sesión de cine para menores, eran las pipas, las cuales, con sus sonidos al pelarlas, formaban parte de la banda sonora de la película. Hoy han sido sustituidas por las ‘palomitas' que ni comparación tienen con aquellas sinfonías piperas que se escuchaban en toda película que se preciara. Después apareció Manolo Escobar con su carro y ya casi nadie volvió hablar de los ‘Carrines'.
En recuerdo a Ricardo y a Maxi, así como un esa legión de hombres y mujeres que, abasteciendo a aquellos niños y jóvenes, se ganaban la vida honradamente.

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