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un amigo de león

Grabando novatadas

El otro día leyendo el libro de Jesús Fernández Santos titulado 'Los Bravos', que ya vaticinaba el abandono de los pueblos, pude apreciar como el autor se adelantaba a lo que hoy es una realidad. Te creías que por vivir en la capital eras de una estirpe privilegiada sin más, mientras quienes habitaban los pueblos, carentes de cualquier avance y comodidad entonces lo hacían por gusto.

Maximino Cañón
04/11/2016 - 09:14

Pero los jóvenes, después de aprender las cuatro reglas que los maestros del pueblo les habían enseñado, se fueron fijando otros horizontes lejos de los de vivir de una manera apretada con el pobre capital que los padres trabajaban para, a duras penas, sacar adelante la prole, que solía ser abundante por razones obvias del momento. Impresionaban mucho los que, habiendo puesto tierra por medio rumbo a ciudades con mayores expectativas, sobre todo a León, Asturias y Madrid, volvían con los mejores trajes y relojes de pulsera que estrenaban en la Fiesta de la patrona del pueblo, generando una cierta envidia entre los que aún permanecían a la espera de que alguien les hiciera alguna oferta de trabajo atractiva al respecto. Entonces, como ahora, pero con otros fines, también se producía el efecto llamada. El sector que mayor número de trabajadores demandaba era la hostelería, la minería (a pesar de la temida silicosis) seguido de la pescadería. Con el tiempo, y a fuerza de trabajar casi sin descanso, muchos lograron convertirse en titulares del negocio. Recuerdo contar como, cuando se reunían los de la tierra en los pocos días que de descanso tenían, comentaban, no sin cierta añoranza, sobre las cosas que habían dejado atrás y que siempre estaban presentes en la memoria y en la lejanía. En Madrid a uno que tenía fama de ser el mejor cantante de la tierra y, dentro de las novatadas previstas, se le invitó a realizar una grabación en una casa de discos que resulto ser la imprenta de un conocido. Lo cierto fue que, una vez dejada atrás la vergüenza, se puso a cantar al mismo tiempo que las máquinas de imprimir papel -que el creía de grabar- hacían un ruido infernal mientras el resto de compañeros ocultaban sus risas sin pensar que dicho cantante, como consecuencia de la novatada, nunca más volvería a dar el cante mientras vivió en Madrid.
De la abstención hablaré cuando Mariano Rajoy tenga nombrado el Gobierno y el PSOE haya convencido a Borreli, que no les caerá esa breva.

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