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Rotos y descosidos

Es conocido el dicho aquel de: "siempre hay un roto para un descosido". Pues bien cuando entramos en estas fechas del buen tiempo donde las ropas habituales estorban, casi nadie siente pudor por llevar prendas de las que dejan escasas cosas a la imaginación. Ya pocos se extrañan de las modas y de la formas de vestir y de llevar el pelo actualmente.

Archivado en: Maximino Cañón, Levi Straus, vaqueros, vaqueros rotos

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Maximino Cañón
29/7/2016 - 04:40

Causa sorpresa, sobre todo a esas madres que tanto sufrieron remendando los pantalones de sus hijos porque las hijas todavía no se habían incorporado mayoritariamente a lo de ‘llevar pantalones', ver las modas actuales. Entonces poco se tiraba. Pues bien con el tiempo fueron incorporándose a la vida rutinaria modas que, se quiera o no, han marcado pautas que siguen hasta nuestros días, y que, como ya manifesté en otra columna hace tiempo, las modas de los jóvenes las imponen los mayores. La verdad es que pocas cosa son de nueva creación. Por ejemplo, en los años sesenta, las chicas se atrevían a llevar los conocidos ‘short', o pantalones cortos, que cubrían hasta la mitad del muslo y no pasaba nada, por lo menos que se apreciara. Y hoy ya no se llevan esos ‘shorts' cortos o pantalones para aliviarse del calor, sino otros más cortos rotos por casi todas las partes que antaño hubieran ido directos a la basura. El pantalón vaquero goza de ese halo de libertad y de duración que el judío emigrante a los EE.UU. de origen alemán, Levi Strauss, inventó desconociendo lo que su ocurrencia iba a significar en el tiempo. Ninguna otra moda pudo hacer frente al famoso pantalón vaquero Levi Strauss. Cuando se empezaron a implantar en España, haciendo las delicias de los jóvenes, mayoritariamente del sexo masculino, porque a las chicas les marcaban demasiado las curvas del cuerpo para el tiempo en que vivíamos, dicha marca era la más demandada y la de mayor precio, frente a otras. Ya entonces las modas apuntaban maneras, por ejemplo el vaquero que se preciara, para fardar, debía tener las perneras blanqueadas imitando la vejez en la tela, que se lograba por el mucho uso o frotando con la piedra pómez.
Conclusión: casi todo está inventado. Buen verano y que gobierne el que pueda, pero que gobierne pronto porque, ya se sabe, "a la vuelta lo venden tinto" y lo mejor alguno vuelve a gatas.

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