A primeros de año, el Consorcio para la Gestión de Residuos en Asturias se despachó con el dato de que la mejora económica se apreciaba en el aumento de las montañas de basura, lo cual era síntoma de que estábamos saliendo de la crisis por enésima vez. No es broma, usaron ese argumrento. Y es raro que no lo haya hecho suyo el Gobierno, como desesperado recurso electoral, cuando le han fallado los demás indicadores favorables para su ‘Paña va bien'. La mierda, por así decirlo, vendría a desmentir a los tozudos datos negativos sobre déficit, deuda pública o desempleo.
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Javier Cuesta
23/6/2016 - 03:30
Lo de basura como indicio de riqueza es el colmo y además no hay quien se lo crea. Ni valorando el hiperconsumo. Ni considerando un estudio que revela que el 7% de la población sufre trastorno consumista. Por cierto, buscando en el placer de las compras una compensación a sensaciones desagradables de la vida actual. Incluso si fuese verdad, ¿qué prueba todo ello, qué significa? Consumimos, luego estamos salvados. Es la última coartada de dirigentes mentirosos, injustos y que no saben. No saben que lo importante no es la riqueza acumulada sino su distribución equitativa. No saben que lo que debe corregir un Estado del bienestar es la desigualdad. Y que ese ideario no se mide en toneladas de basura, que el mundo no puede ser contemplado como un gran contenedor. Pero entre la sumisión a consignas europeas -ajustes, recortes- y sus propios delirios, nuestros gobernantes han creado mayor precarización de la clase media, que ya no logra mejorar sus condiciones de vida ni siquiera trabajando. He ahí su más triste logro. Baste el último informe Cáritas: la pobreza se cronifica, cada año es peor, hay más necesidades y dramas en las personas atendidas. Así, con el escaso poder adquisitivo de la nueva clase social del ‘precariado', el desperdicio en todo caso será fruto de la obsolescencia programada o de bienes de bajo coste, único consumo accesible.
En suma: los ricos, cada vez más ricos, utilizan a los pobres, cada vez más pobres y numerosos, como intermediarios en sus insaciables sueños de opulencia, para consumir y generar escombros. Y de paso, de indicadores de su nivel de riqueza. Quienes promueven ese panorama insinúan ahora, los muy jetas, que el abundante residuo que arrojamos significa precisamente que somos menos míseros. Pero ¿hasta dónde quieren llegar? Este capitalismo de mierda es genial.
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