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Algo comienza a cambiar

La fragmentación de los grupos políticos derivada de los resultados electorales de las municipales y autonómicas del pasado mes de mayo parece que comienza a dar resultados positivos. Lo que algunos preveían como un escenario ingobernable se está revelando como una oportunidad de cambio.

Martínez Carrión
30/12/2015 - 04:40

Ahí está por ejemplo la decisión del todopoderoso Partido Popular de Castilla y León aceptando en las Cortes autonómicas enmiendas de Ciudadanos y de los leonesistas de la UPL al proyecto de presupuestos de la Comunidad para el próximo año. Una acción inusual en los años anteriores, en los que lo normal era que el PP aplicara con crudeza la apasionadora de la mayoría absoluta. Ahora, las cosas han cambiado. El PP no tiene mayoría absoluta y se ve obligado a negociar enmiendas a cambio de sacar adelante sus presupuestos. Gracias a esta obligada negociación, salen ganando la sanidad pública, con la construcción de nuevos centros de salud comarcales, y la agónica minería del carbón, con la inyección de nuevos recursos económicos para la reconversión de las cuencas.
Y algo parecido sucede en el Ayuntamiento de la capital leonesa, gobernado por el no menos poderoso popular Antonio Silván, procurador y político de la máxima confianza el presidente de la Junta. Gracias a la minoría con la que el PP gobierna ha sido posible la creación de una oficina municipal de la vivienda, cuyo principal objetivo es ofrecer una alternativa a las familias desahuciadas de su vivienda habitual, al mismo tiempo que dar una solución estable a las familias de alto riesgo de exclusión social. Las viviendas que se ofrecerán proceden de la Sareb o banco malo y de las propias entidades financieras, las cuales, ahora, afortunadamente, no saben ya qué hacer para tratar de lavar su muy deteriorada imagen ante la opinión pública.
Este cambio social en las políticas cotidianas del PP no se ha producido por efecto de la bondad navideña o por la intervención divina que haya tirado de su caballo al impasible líder Juan Vicente Herrera, sino al hecho de que gobiernen en minoría y necesiten obligatoriamente sentarse a la mesa para negociar con los partidos de la oposición, sobre todo con los que favorecieron su investidura. Bienvenida, pues, esa fragmentación que tan buenos resultados está dando ya desde un inicio en gobiernos autonómicos y municipales y que ha logrado, entre otros objetivos, reverdecer la sensibilidad social en el Partido Popular.
Valgan estos ejemplos para construir un cierto optimismo en torno a la gobernabilidad del país tras una muy parecida fragmentación de la representación política en las Cortes Generales del Estado. En este sentido, el ganador de las elecciones generales y presidente interino del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha dado prisa en exteriorizar un nuevo talante político, mucho más dialogante y abierto a llevar a cabo las grandes reformas que España necesita. Qué pena que Rajoy y el PP no se diesen cuenta de esa necesidad en los últimos cuatro años cuando han gobernado despóticamente con el rodillo inmisericorde de la mayoría absoluta, dejando perder una magnífica oportunidad para avanzar, por ejemplo, en reformas tan necesarias y demandadas como la de la Justicia, la ejemplaridad frente a la corrupción, la educación pública, la asistencia social a los más desfavorecidos o la Ley Electoral. Algo comienza a cambiar. Ojalá este cambio se concrete en este nuevo 2016. Feliz año.

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