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Gente en León

hecho a mano

Salvados

Fue allá por octubre que sucedió tal coincidencia, la maravillosa conjunción planetaria (ay, Leire) del AVE llenando los hoteles de la capital y Carlos Herrera relanzando nuestro turismo gastronómico en el suplemento dominical de ir al baño. Doble polvo con final feliz: España, capital León.

Archivado en: Javier Cuesta, turismo, Torre Eiffel, wifi, cáliz de Doña Urraca, Barrio Húmedo,

Javier Cuesta
18/12/2015 - 04:40

Ambos estímulos venían a sumarse al último reclamo histórico, el hallazgo del copón mágico de doña Urraquita (puchero, por cierto, que ha desbancado a San Marcos en las fotos de la publicidad institucional). ¿Qué más se puede pedir en tan poco tiempo?
Con semejante éxito no sé si hacía falta ya gastar ochenta mil pavos en Intur, pero por si acaso allí que llevamos (en llionés, llevemos) pendones y guirrios, grandes atractivos internacionales. En la Feria, el diputado dijo algo de paquetes turísticos mientras la concejala, se conoce que más políglota, hablaba de pack. Ahora el Ayuntamiento busca casi medio millón de euros para extender la red wifi en la ciudad, como remedio para no perderse en una capital que no deja de ser un pueblo grande, de tal forma que el turista pueda diseñar cómodo y sin problema su siguiente visita desde el wáter de cualquier chiringuito del Húmedo. El mes pasado, una web nos colocaba en el top once de destinos de invierno, para escapadas city-break (¡cómo suena eso!) por encima de Toledo, Roma, Lisboa o San Sebastián (?) y justo detrás de París, aunque sospecho que tras los sucesos de Saint-Denise ya les habremos adelantado. Así que ¿dije antes España?, pues dije poco, el ombligo turístico del mundo parecemos: no hay Torre Eiffel que nos haga sombra y el Coto escolar puede acabar con Eurodisney como destino vacacional.
Pero, ¿estamos salvados de verdad o más bien atrapados por la gastro-tontería y la wifi-manía y la propaganda? Seamos razonables, no nos engañemos: bares centenarios cierran, los de la calle Ancha se traspasan cada año, un hotelazo echó la tranca en la salida de la carretera a Asturias, otro en la de Santander, casi medio millar de casas rehabilitadas en los pueblos al amparo del furor del turismo rural ahora se quejan de no ser rentables... y aquí no hay playa. Estamos donde estamos, en una provincia con muchos encantos y grandes carencias, con la dimensión turística que nos corresponde, y no se entienden euforias ni alharacas. No hace falta sacar pecho(s) ni marcar paquete (turístico): una cosa es la promoción y otra las campanas al vuelo.

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