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Gente en León

La conexión

Los indecisos tienen la palabra

La práctica totalidad de las encuestas electorales publicadas en las últimas semanas coinciden en destacar el alto número de personas que declaran no saber qué votarán el próximo domingo; quieren ir a votar, pero dudan a quién. La horquilla de los indecisos puede ir entre el 25% y el 40%, según municipios y comunidades autónomas. Demasiados. De ahí que el resultado final de las elecciones dependerán de lo que, a última hora, decidan los indecisos.

Archivado en: Francisco J. Martínez Carrión, la conexión, indecisos, voto de castigo, partidos emergentes

Martínez Carrión
22/5/2015 - 05:50

¿Y quiénes son los indecisos? La pregunta del millón. Los analistas y politólogos no se ponen de acuerdo en definir el perfil del indeciso. Eso sí, todo hace indicar que los partidos emergentes, tipo Podemos o sus franquicias y Ciudadanos o sus franquicias, tienen un voto muy decidido, compuesto por votantes muy cabreados por la mala gestión del Partido Popular o del PSOE y por la tibia reacción de los dos grandes partidos a los enormes y escandalosos casos de corrupción. Los jóvenes y nuevos electores parecen que tienen muy claro quién van a votar. Y lo mismo sucedería con gran parte del electorado de edad muy avanzada, muy conservador y difícil de dejarse llevar por modas pasajeras.
La duda está instalada, sin embargo, en el corazón del electorado tanto del PP como del PSOE. Lo conforman las personas de ideología clara bien de derechas o de izquierdas, pero que se sienten defraudados por sus respectivos partidos, cuando no engañados. Son personas que se han empobrecido en estos años de crisis, que han perdido sus empleos, funcionarios y clases medias que han visto decrecer sus privilegios y han bajado varios escalones en su nivel de vida. Son gente muy cabreada por la falta de respuesta eficaz y ejemplarizante ante los casos flagrantes de corrupción, hartos de ver como los corruptos entran en los juzgados por una puerta y salen por la otra a la espera de un juicio que se demora años y años con el beneplácito activo o pasivo de los líderes nacionales de los partidos políticos mayoritarios.
Son electores que esperaban, crédulos ellos, la aplicación de reformas profundas en la Administración pública, en la Justicia y en los servicios básicos ciudadanos como la Sanidad o la Educación, donde han comprobado en propia carne las enormes listas de espera para consultas médicas ordinarias o la rebaja o pérdidas de becas educativas. Son personas muy cansadas de escuchar que la crisis económica ya ha terminado cuando siguen sufriendo contratos de trabajo temporales precarios, de bajísimos salarios y con los hijos en paro de larga duración.
Es decir, hay una enorme bolsa de ciudadanos que hace cuatro años votaron al PP o el PSOE por clara afinidad ideológica con las siglas o con el perfil del candidato al Ayuntamiento o a la autonomía, pero que ahora duda porque sus partidos no han dado respuestas a sus expectativas. ¿Al final se impondrá la cabeza o el corazón en estos electores? ¿Irán a votar a su partido de toda la vida con la nariz tapada y mirando al techo o le darán un castigo ejemplar votando a los partidos emergentes? ¿O no harán ni una cosa ni otra y se quedarán en casa, aumentando la abstención?
En el PP y PSOE confían en que muchos de sus electores no hayan confesado, por temor o vergüenza, su intención de voto en las encuestas y que tengan decidido ser fieles a sus siglas de toda la vida. Sería el caso reciente de las elecciones en Gran Bretaña. A ese clavo ardiendo se agarran, desesperados, PP y PSOE.

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