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Gente en León

Uno al mes, como lo otro

Es la privatización, idiota

Parejita (adolescentes y felices) de la mano por Ordoño. De pronto él pregunta a su chica: "¿sabes qué quiero ser de mayor?". Ella, inocente, le responde que no. Y el muchacho, satisfecho de que haya caído en su trampa, le confiesa divertido: "quiero ser jubilado". Ríen ambos, felices y adolescentes (¿o son sinónimos?). La ocurrencia tiene gracia por la escena y cierta poesía por ser ellos quienes son, pero con 50 años a cuestas (ya nada adolescente y muy poco feliz) uno piensa que no es algo exagerado. Ocurrirá no tardando: ni siquiera jubilados, nos quitarán hasta esa recompensa a una vida laboral o será como mucho una tarifa plana. Es lo que se lleva.

Archivado en: Javier Cuesta, Registro Civil, registradores mercantiles, privatización

Javier Cuesta
30/4/2015 - 09:16

ESTOS, que han venido a quedarse con todo en atinada sentencia de Tomasín, ¿por qué no habrían de privatizar hasta las pensiones si quieren hacerlo con el Registro Civil? Medida `gallardoniana´: los registros civiles de los juzgados de cada ayuntamiento, en los cuales los trámites son gratuitos, pasan a manos de los Registradores mercantiles, que cobran y tienen intereses privados, por más que un colega de profesión, hoy casualmente presidente del Gobierno, diga que son funcionarios públicos. Ello supone entregarles nuestros datos personales (atentado contra la privacidad) y suprimir las oficinas locales del registro (de las zonas rurales deberían ir a la capital). Y es aún más lacerante pues los nuevos beneficiados se aprovechan de los 200 millones de euros que costó digitalizar todo, vía impuestos pagados por los ciudadanos. Porque ESTOS, como la española cuando besa, privatizan de verdad. Y cuando entregan algo a sus amigos, lo hacen como `Diosss´ manda, bien saneado y envuelto en papel de regalo. Con esa medida, una certificación de nacimiento que hoy es gratis en el registro civil, en el futuro habría que pagarla en un registrador mercantil al que le bastará con imprimir el documento, proceso fácil y que hemos pagado también nosotros antes. Ahora, por intereses electorales, el actual ministro anuncia que paraliza la fatídica fecha del 15 de julio prevista para iniciar tal barbaridad y dice buscar alternativas (allá va una: que deje todo como estaba). De nuevo la perversión del lenguaje: sabemos que no paraliza, aplaza. Y volverá a retomarlo porque es la obsesión. Privatizar. Repartir entre los suyos. Quedárselo todo. Así ocurre y nadie se menea porque el pueblo está dormido, sodomizado e idiota.

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