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Gente en León

Un amigo de León

Andrés Martínez Casares, un corazón de León

Hace unos días me despierto con la feliz noticia de que un leonés, al que conocí desde niño junto a sus hermanos Nacho y Virginia, había ganado el Premio Nacional de Fotoperiodismo. Es Andrés Martínez Casares. Entonces uno rebobina y le vienen a la memoria aquellas imágenes de cuando se marchó a estudiar Periodismo a Segovia, porque se veía que de raza le venía la vocación.

Archivado en: Maximino Cañón, Andrés Martínez Casares, Andrés Martínez Trapiello, Haití, Egipto, Premino Nacional de Fotoperiodismo

Maximino Cañón
26/9/2014 - 03:30

Su abuelo Marcelo también había sido periodista, cuando el periodismo se tenía que hacer a pie de calle con libreta y bolígrafo en mano. Su padre, Andrés M. Trapiello, con buena mano para la pluma. En definitiva que ‘Andresín', el pequeño de la terna que Merce y Andrés trajeron al mundo, acabó la carrera y emprendió viajes por lugares que ni soñando hubiera imaginado, para conocer las realidades y miserias que afloran en este mundo. Y así, a pesar de los pesares, buscó nuevos horizontes, generalmente en zonas donde reinaba la inseguridad, porque donde hay necesidades lo que más abunda es el peligro. De esta manera trabajó por libre, ‘freelance', dicho de otro modo: se buscó la vida por su cuenta por ver si sale algo que le permita vivir dignamente de su profesión de periodista. Sabe lo que son las peligrosas ‘maras' de América Latina. Estar encañonado por fusiles ante soldados de gatillo fácil. Habitar durante años en el mísero Haití, después de su casi destrucción como consecuencia de un devastador seísmo, para reflejar la realidad de un país arruinado que dejó en el camino brotes de cólera, desolación y muchos miles de muertos. Nunca se paró, siguió buscando la noticia para que los hechos se perpetuaran en sus fotografías. Algunas, desoladoras y descriptivas, se publicaron en prensa extranjera de gran prestigio. También se desplazó a Ucrania y a Egipto, (sitios no de veraneo en estos momentos) y allí, con su cámara fotográfica al hombro y con los medios indispensables para sobrevivir, siguió constatando realidades. Y así, buscando nuevos horizontes, se presentó en Egipto, en medio de la vorágine de sangre y fuego, donde captó una fotografía impactante que a juicio de un jurado de expertos le hizo obtener el premio nacional de Fotoperiodismo, que si bien no es la solución a la vida, supone un reconocimiento a su profesionalidad. Que la suerte te acompañe porque corazón y capacidad te sobran.

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