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Un amigo de León

Renta per cápita

Quién iba a decirnos hace años que con el tiempo manejaríamos este ‘palabro' como quien habla excátedra sin haber estudiado ciencias económicas. Algunos tuvieron la suerte u oportunidad de conocer la economía a través de manuales de Ramón Tamames o de Juan Velarde, sin olvidar al contestario y desaparecido economista y escritor José Luis San Pedro, verdaderas autoridades en el conocimiento económico cuando la mayoría éramos profanos en la cuestión.

Archivado en: Maximino Cañón, renta per cápita, Ramón Tamames, economía, Juan Verlarde

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Maximino Cañón
27/6/2014 - 03:30

Ahora, como cualquier otro término de los de andar por casa, nos despertamos oyendo que la renta ‘per cápita' (renta por habitante) es de tantos o cuantos euros o dólares, según la parte del mundo afectada. En estos tiempos de emigración juvenil nos viene a la memoria lo que por los años sesenta ganaban nuestros emigrantes, por supuesto con una preparación muy inferior a la que tienen los jóvenes de hoy. Entonces la gente dejaba los pueblos y las ciudades, con muy poca calificación, con la pretensión traer unos ahorros, un sombrero tirolés, un transistor, o alguna revisa de las prohibidas en España, a cambio de dejar en esos países más adelantados parte de su vida realizando los trabajos que allí, los oriundos, no querían hacer. Al volver en vacaciones nos hablaban del bienestar que allí se disfrutaba: asistencia sanitaria, subsidio de desempleo, guarderías, buenos hospitales, pensiones dignas y otras ayudas sociales de las que aquí carecíamos. Con el tiempo y con la ansiada democracia llegaron los derechos sociales y el bienestar hasta el punto de convertirnos en una potencia social y económica capaz de tutearnos con el resto de los países desarrollados. Después vivimos la fiebre de la compra del piso, no nos podíamos imaginar que un piso se pudiera comprar como parte de la casa. De esta forma nos familiarizamos con la ‘hipoteca' y conocimos el pirateo del cemento. Y se siguió construyendo. "Esto algún día va a estallar", se decía cuando se veía construir, pero mientras tanto el precio de los pisos subía y subía, y las hipotecas se daban y se daban y, como diría el desaparecido director de cine Sergio Leone: "Hasta que llegó su hora". Y, qué quieren que les diga que no sepan o que no hayan padecido, la hora llegó y, como los parientes gorrones, nadie sabe cuando se marchará.
De José Tomás no hablo, por si las moscas.

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