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Un amigo de León

Vicente Simó: ya pasó (aunque maldita la hora)

Érase una vez una persona que, superadas las zancadillas de la vida profesional, y con una sólida formación, aunque sin hacer nunca gala de ella, transcurrió gran parte de su vida en su ciudad, León. Se casó y tuvo dos hijos, Félix e Isabel. Luego fue abuelo de dos hermosos gemelos que desde la distancia y con estancias cortas para sostenerles en sus brazos le hicieron tener más ganas de vivir en compañía de los suyos.

Archivado en: Maximino Cañón, Vicente Simó

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Maximino Cañón
10/5/2013 - 10:11

La vida no pintaba mal, unos buenos hijos, dos bendiciones de nietos y el anuncio de otra nieta en camino; ahora tocaba la hora de gozar del bien ganado júbilo' en compañía de su esposa, siempre entregada al máximo y olvidándose de cualquier mal que a ella le aquejara, manteniéndose siempre a su lado, pongamos que se llama Mª Carmen, y de una nuera francesa (Lucie) del máximo agrado familiar. Era el momento de un planteamiento idílico. Entonces aparecen unas circunstancias que, aunque en principio no parecían revestir cuidado, hacen que la cotidiana vida se vea alterada. Pasa el tiempo y la cosa no mejora y comienza el peregrinar. Su familia se empieza a inquietar y el transitar por las instituciones sanitarias hace albergar la pronta recuperación. Pero todo es un espejismo que nuestro querido Vicente, así se llama el protagonista de esta historia, aguanta estoicamente a pesar (creo firmemente) de que por su mente pasaran unas imágenes que solo las ve el que las protagoniza. La cosa se complico y siguió y, con la inestimable ayuda de una persona con indudable "amor de hijo", pongamos que le llamo Richi o Ricardo, le hizo, volver a tener contacto con las calles y con la gente, aunque fuera sujeto a una silla de ruedas. Siguieron idas y venidas en busca del milagro de la ciencia pero este no llegó. Se marchó sin dar un ruido, como vivió. Expresando generosidad y humildad ante todos los que le conocieron, le quisieron y le necesitaron (yo entre ellos). Un abrazo y acuérdate de nuestras conversaciones, sobre todo en el verano, en las que arreglábamos muchas situaciones aunque la más importante, la de tú vida, no la pudimos arreglar. Hasta siempre querido Vicente Simó. Para Mari Carmen, Félix, Isabel, Lucie, Richi, los gemelos Rafael y Mateo, y para su futura prima que algún día lo entenderá.

 

 

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