‘Palmeras’, ‘Bollycao’, ‘Cañas’, ‘Phoskitos’, ‘Triángulos’… Son nombres que han formado parte de la infancia de todos o de casi todos. Mi bollo favorito era ‘Mi merienda’, un panecillo acompañado de chocolate, aunque solía hacer mi particular selección en función de la pegatina de turno o del regalo que ofreciese. También me gustaban los ‘Donuts’ y la ‘Conchas’ de Codan, y me peleaba por los ‘Conguitos’. Mi madre, recuerdo, me prohibía comer este tipo de alimentos cada día, eran excepciones, aunque yo me hubiese comido tres o cuatro diarios.
Recuerdo, con mucha agonía, el momento del recreo. La mayoría de mis amigos, bollo en mano, me observaban con extrañeza cuando de mi bolsa sacaba mi merienda envuelta en papel de aluminio. Galletas tostadas, zanahorias peladas, jamón cocido en rollitos que mi madre llamaba ‘tutús’… En el mejor de los casos, mi madre me metía 50 pesetas en la mochila cuando, por las prisas, no le daba tiempo a prepararme nada, y me decía que comprase un bocadillo -sólo podía ser de jamón y queso- en la tienda portátil que cada día dos señoras instalaban en el patio.
Recuerdo también, que un día me pudieron las ganas, y le robé a una niña sus ‘Donuts’. Fue mi primer y único hurto, y jamás podré olvidar la bronca, aunque sólo contaba por entonces con 5 años.
Tardé, y mucho, en entender la manía de mi madre. Hoy, se lo agradezco, porque, aunque soy golosa como el que más, me ha ayudado desde entonces a controlar mi habitual problema de los kilos de más, que nunca han querido abandonarme.
Sin embargo, por desgracia, los padres no hacen tanto empeño por educar a sus hijos en la mesa, por enseñarles a comer, muchos de ellos inconscientes de lo que significa una buena alimentación, más allá de estar gordo o delgado, es decir, al margen de la cuestión estética y discriminatoria, que muchos niños con problemas de peso soportan entre las paredes del colegio. ¿Quién no ha escuchado alguna vez el cruel ‘Gordo’?
Hoy, uno de cada cuatro niños tiene sobrepeso u obesidad. Para atajar esta situación, el Consejo de Ministros ha aprobado hoy el proyecto de ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición que pretende implantar hábitos más saludables.
La normativa prohibirá la venta de alimentos y bebidas en el ámbito escolar que no cumplan con una serie de criterios nutricionales, obliga a la industria a minimizar el contenido de grasas ‘trans’, y propone que sean los expertos quienes supervisen los menús escolares, que los padres conocerán de la mano del propio colegio. También habrá menús adaptados a alumnos con alergias e intolerancias alimentarias.
La ley introduce asimismo, y por vez primera, la prohibición de discriminación por razón de obesidad o sobrepeso, y está prevista la creación de un Observatorio de la Nutrición y el Estudio de la Obesidad. Ahora sólo queda que los padres continúen la tarea en casa.
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