Más de la cuarta parte de los padres españoles no toma las medidas adecuadas para proteger del sol los ojos de sus hijos. Un dato preocupante que se desprende de un estudio realizado por el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas.
Si bien la inmensa mayoría de los progenitores es consciente de la necesidad de utilizar cremas protectoras para la piel de los niños, esta cifra denota que queda mucho trabajo por hacer en lo que se refiere a los ojos de los más pequeños de la casa, sobre todo con la llegada del verano y el inminente inicio de las vacaciones escolares.
Este es un asunto que preocupa bastante a los especialistas españoles, ya que los ciudadanos de nuestro país son, junto a los portugueses, los que más horas (31 a la semana) pasan al aire libre de toda la Unión Europea.
Mayor riesgo en niños
Los ópticos insisten en la importancia de que los padres tomen medidas fundamentalmente porque el ojo del niño es más sensible que el del adulto. Su cristalino, que ejerce de filtro, aún no está funcionando a la perfección. Antes del primer año de vida, el cristalino deja pasar el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB, llegando directamente a la retina, lo cual puede provocar daños a corto y largo plazo en el niño. Las consecuencias pueden ir desde una queratitis (quemaduras que se manifiestan con dolor y enrojecimiento del ojo) hasta alteraciones agudas de la córnea, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que dañan la visión de forma severa y permanente.
También se ha relacionado la radiación solar durante los primeros años de vida con la aparición en la edad adulta de patologías como las cataratas, la degeneración macular asociada a la edad (primera causa de ceguera irreversible) y el pterigion (crecimiento anormal de tejido sobre la córnea.
Gafas de sol
Para reducir el riesgo de padecer estas patologías sin que repercuta en las actividades de los niños, los ópticos y optometristas españoles consideran fundamental que éstos utilicen gafas de sol e incluso sombrero o gorra con una visera delantera.
Los adultos deben tener en cuenta que las gafas de sol no son un juguete, de ahí que, a la hora de incorporarlas a la actividad diaria del niño, el pequeño debe conocer las consecuencias de no hacerlo y asumir que debe tratarlas como un objeto que redunda en su beneficio. También es imprescindible que sepan que, aun llevándolas puestas, nunca debe dirigir su mirada directamente al sol. De la correcta utilización de las gafas de sol puede depender la salud de los ojos de nuestros hijos, tanto ahora como en el futuro.