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ENTREVISTA: NANCHO NOVO

"Lo cortés no quita lo caliente"

Nancho Novo (A Coruña, 1958) estrena el día 17 ‘Sobre flores y cerdos: más nancho que largo’ en el Teatro Alfil. El amor es el eje de este espectáculo, donde el actor reflexiona sobre el complejo mundo de los sentimientos a través de sus monólogos y la música. A partir del 26, también actuará en el Teatro Español representando 'Los cuernos de Don Friolera'.

 

Archivado en: cultura, teatro, Nancho Novo, Sobre cerdos y flores, Alfil

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El actor Nancho Novo

Nancho Novo, en la plaza de Santa Ana. JOSÉ M. GONZÁLEZ

"Creo que el amor, por lo menos hasta una determinada edad, va condicionando todos los pasos de nuestra vida", señala el actor

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Marcos Blanco
16/6/2008 - 09:49

¿Cómo definiría esta obra?

Es casi un monólogo, porque tengo un pianista que también habla, de muchas cosas, partiendo del amor. No trata el tema de la pareja, la guerra de sexos, la diferencia entre hombres y mujeres... Es una historia sobre el amor, sobre cómo reaccionamos y nos comportamos ante el amor y sus diferentes fases. A partir de ahí, surgen reflexiones que tienen que ver con la poesía, con las emociones, con el odio... Aunque intento hablar siempre en serio, me salen monólogos de coña. Me planteo siempre hablar en serio y lo hago, pero entre carcajadas.

¿Qué papel tiene la música durante el espectáculo?

Tiene dos partes. Una pretende acentuar momentos y servir de base mientras hablo. Luego, uso varias canciones que sirven para ilustrar cómo a lo largo de la vida he reaccionado ante diferentes fases. Si estoy hablando del amor no correspondido, meto una canción sobre ese tema. Si hablo de la armonía armoniosa, lo mismo. Siempre con canciones mías. Aquí, uso la música de forma ilustrativa.

¿En qué situaciones se ha inspirado para elaborar este guión?

Me inspiro en cosas mías. Básicamente, creo que todos, a lo largo de nuestra vida, con respecto al amor, hemos creído que nuestra vida ha sido condicionada de una forma o de otra. De hecho, el amor nos va condicionando, por lo menos hasta determinada edad, todos los pasos de nuestra vida: el trabajo, nuestras relaciones de amistad, la pareja, el amor maternal... Menos del amor a los niños o del amor a Jesucristo, hablamos de todas estas cuestiones (risas). Hablamos de lo que nos afecta a nivel emocional con respecto al sexo y todo esto. Todos hemos engañado, hemos sido engañados, nos hemos convertido en ‘engañadores' de un tercero... Intento buscar el punto de contacto con el público con esas cosas que mantenemos en común.

¿Cómo y por qué se ha definido desde hace tiempo como un ‘guarromántico'?

Es un término que me inventé hace mucho tiempo para definir el estilo de canciones y de cosas que escribo. Como su propio nombre indica, es romántico pero no es cursi, ni 'ñoño'. La palabra romántico se asocia a algo muy lánguido, pasteloso. Yo soy de una romanticismo brutal, pero me gusta expresarme de una forma faltona, incorrecta. Para mí, el ejemplo más puro de ‘guarromántico' es Robe Iniesta, de Extremoduro. "Me subo a lo más alto de la locura, me encuentro a mi princesa hablando con la luna, echándose carreras a ver quien es más puta". Es una frase de amor preciosa. No sé, me gusta esa forma de expresar el amor, agresiva, políticamente incorrecta. Lo cortés no quita lo caliente.

‘Sobre flores y cerdos' estará en el Teatro Alfil, un lugar muy especial para usted...

El Alfil fue mi casa durante mucho tiempo porque allí he hecho mucho teatro, dirigiendo, interpretando. Fue el punto de partida de ‘Los Castigados sin postre', porque participé de las luchas contra el concejal Matanzo cuando éste quería acabar con la cultura de Madrid. El Alfil fue un punto emblemático donde se produjeron encierros hace quince años y fue una de las pocas ocasiones en las que una acción teatral provocó la dimisión de un concejal tan 'fascista'. Es más fácil que los camioneros hagan que dimita el ministro de Fomento, Industria o Economía que unos actores consigan que caiga un político.

¿Cómo está ahora mismo el panorama teatral?

En crisis, como siempre, porque creo que es su obligación. Está en crisis desde los tiempos de Lope de Vega, desde la época de Sófocles. Al tener que ser un reflejo de la sociedad en la que vives y teniendo en cuenta que la sociedad siempre está en crisis, el teatro tiene que estar en crisis (risas).

¿Qué situaciones actuales llaman su atención y le preocupan?

Para preocuparse es todo. A no ser que cierres los ojos y te tapes los oídos, todo lo que te rodea es preocupante. Si uno quisiera ser coherente consigo mismo, debería dejarlo todo e irse al Sáhara, Afganistán o a Sudamérica para echar una mano, pero como nos tapamos los ojos... Yo intento taparlos hasta cierto punto, los dejo entreabiertos para poder hacer un poco de conciencia social cuando me subo al escenario. Lo intento en mis espectáculos, pero poco más. Me puedo centrar en lo que me atañe: me parece una mierda como funciona el tema de la cultura en este país.

¿Por qué?

Porque se venden libros por la portada, importa más la cubierta que el contenido, con respecto al arte en general. Importa más quién lo vende, dónde, cómo lo vende y cuántas veces lo vende que si realmente el contenido es bueno o no. Vivimos en un papanatismo cultural de la ostia, donde un tipo que sale en televisión tiene más credibilidad y predicamento que quien no sale. Y me incluyo. Alucino con que ahora me hagan caso cuando realizo monólogos, sorprendiéndose de que también dirija. Llevo haciendo esto 20 años, pero antes no me hacían ni puto caso porque no salí en la televisión.

Por ejemplo, estoy preparando ‘Los cuernos de Don Friolera' en el Teatro Español y a quien entrevistan es a mí, cuando el personaje de Don Friolera lo hace Rafa Núñez, un actorazo tremendo de Cuenca, que me da cien millones de vueltas, pero nadie sabe quién es. Cuando hagan la crítica, hablarán de mí o de Teté Delgado, que somos lo conocidos. Vivimos de los envoltorios, de la tele y lo que sale en las revistas.

A nivel artístico, ¿cuáles son los trabajos que recuerda con más cariño?

Hay muchos. Generalmente, de teatro. ‘Nosferatu', de Francisco Nieva, que la hicimos en la antigua sala ‘Olimpia' y que ahora es la sala Valle Inclán de Lavapiés. También la versión teatral de ‘Trainspotting' en el Alfil... En cine, te podría decir ‘La Ardilla Roja', ‘Astronautas' significó algo muy especial para mí y ‘La Celestina' también fue una película importante.

¿En qué proyectos está metido?

Además, de las dos obras teatrales que tengo ahora, nos han renovado la serie de ‘El Síndrome de Ulises' y sigo escribiendo. He terminado una obra de teatro y estoy acabando una novela.

¿De dónde saca el tiempo?

Tiempo hay. Somos una panda de quejicas y de vagos. Yo pierdo el tiempo como un animal, me dedico horas y horas mirando a las musarañas, tumbado en el sofá viendo partidos... pero tengo tiempo para escribir cosas, montar espectáculos... Lo que pasa es que nos quejamos de vicio. Estamos tan acostumbrados a vivir bien, que nos quejamos de vicio.

 

Un pequeño fragmento de la obra

 

 

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