Antes ustedes, una meritoria metáfora sobre aspectos tan habitualmente manoseados en la gran pantalla como la confianza en la pareja, el deseo, la tentación, los celos y la delgada línea, física o mental, que separa la fidelidad de la infidelidad.
Archivado en: cine, estreno, crítica, cine, Sólo una noche, Massy Tadjedin, Marcos Blanco
gentedigital.es/Marcos Blanco Hermida
23/6/2011 - 19:25
Director: Massy Tadjedin Actores: Keira Knightley, Sam Worthington, Eva Mendes, Guillaume Canet Género: Drama romántico Género: Francia, USA.
Ni la sinopsis promocional ni el tráiler consiguen transmitir la profundidad psicológica de una cinta que hará reflexionar a quienes comparten su vida con otra persona, sobre todo si les distingue una longevidad en el tiempo y cierta tendencia a quedarse con los defectos en vez de rentabilizar las virtudes.
Joanna (Keira Knightley) y Michael (Sam Worthington) son una pareja que parece tenerlo todo (juventud, belleza, éxito profesional) y aparentan cierta solidez en su convivencia sentimental. Cuando Joanna, en una fiesta, cree observar una atracción entre el joven y Laura (Eva Mendes), nueva compañera laboral de Michael, empieza a darle vueltas a la cabeza sopesando que entre ellos hay algo.
Desconfía sobre su relación, duda acerca de lo que siente y el mismo día que Michael parte en viaje profesional junto a la mencionada irrupción femenina, ella se encuentra con Álex (Guillaume Canet), un antiguo amor. Decide salir con él y el filme manifiesta, ofreciendo escenas paralelas, el comportamiento de Joanna y Michael ante sus tentaciones hasta desembocar en un final preciso, justo. La carga emocional de estas horas será tan intensa como imprevisible, porque la mentira sugerida se convertirá en una verdad silenciosa, cuyo contenido provocará el inesperado cambio de roles.
El regreso a casa en taxi deriva en un desarrollo narrativo creciente por su carga dramática y cuyo ritmo de acción atrapará a todo aquel que decida ponerse en la piel de unos intérpretes muy válidos, aunque Eva Mendes sea la más discreta. Pese a tratarse de una temática recurrente, Tadjedin aporta a la historia un punto mágico, especial, que deja tanto dolor como satisfacción. La película funciona como terapia, aunque para algunos sea un tanto tardía.
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