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REPORTAJE

Un concierto, una hora de libertad para las internas de Alcalá-Meco

Decenas de mujeres se entregan a la música de Garaje Jack. Palmas. Gritos. Abrazos. Desinhibición. El módulo de mujeres del Centro Penitenciario de Alcalá-Meco se transforma en una improvisada sala de conciertos. Más que aire, se respira libertad. Allí comenzó la nueva gira del grupo por las prisiones de la región madrileña.

Laura se dirige al público. MANUEL VADILLO/GENTE

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gentedigital.es/Marcos Blanco
05/10/2010 - 11:27

Las proximidades del Centro Penitenciario de Alcalá-Meco transmiten la sensación de un viaje al más allá por el perfil arquitectónico del edificio que se divisa desde la carretera. Una vez en la entrada, la solemnidad sonora se apodera del ambiente, aunque ésta se rompa con el bullicio de las visitas o el abrir y cerrar de las puertas. El protocolo, serio, rígido, supone la aparición de un nuevo idioma: el lenguaje penitenciario. Nadie diría que en breves minutos una descarga de música revitalizará el módulo de mujeres presente en esta institución.

La festividad de Nuestra Señora de La Merced, Patrona de Prisiones, trae consigo diferentes actos en el centro. La celebración de un concierto forma parte del programa especial y el grupo musical se instala en un aula equiparable al de numerosos institutos de Educación Secundaria. Decenas de butacas frente a un escenario sobrio, rodeado por paredes de ladrillos desnudos, configuran el entorno en el que Garaje Jack ha llevado a cabo su concierto número 19 en los centros penitenciarios de la Comunidad de Madrid. Ninguna banda madrileña ha visitado tantas veces las cárceles de la región y cuando finalice el mes de octubre sumarán 25 'bolos' a la cabeza de esta singular clasificación. Una iniciativa conjunta de la Obra Social de Caja Madrid e Instituciones Penitenciarias ha posibilitado esta gira de conciertos, la cuarta en el haber del grupo.

La subdirectora de tratamiento del Centro Penitenciario Madrid I - Alcalá Mujeres, 'Chesca' para los más allegados, anda muy pendiente de los preparativos relacionados con el concierto. "Para las internas, es una manera de afrontar y evadirse de la realidad. Durante la hora que dura el concierto están bailando, lo estás viviendo y no importa nada más. Es la música, sentirla y vivirla. Se agradece porque aquí todos los días son iguales y se hacen muy tediosos", expone 'Chesca', quien añade que la actividad también "sirve para acercarles la música del exterior y sus grupos". 

Un aluvión de mujeres llena progresivamente el salón de actos minutos antes de que comience el concierto. "No hay ninguna diferencia entre el público de fuera y el que te encuentras aquí. Es gente. Es público. Lo que sí es cierto es que están más limitados. Les dicen que se levanten, que se sienten, etc. Imagínate un concierto de rock en una sala y que te digan que no puedes bailar. ¡Igual te queman la sala! Existen diferencias por el sitio, no por la gente", considera Carlos, batería de Garaje Jack. Reclusas de diferentes edades, nacionalidades, miradas y comportamientos gestuales toman asiento. La expectación viaja en una sola dirección: la línea existente entre cada una de ellas y el escenario. Laura, Óscar, Jorge y Carlos se ponen en marcha.

Aunque las condiciones técnicas ofrecen un amplio margen de mejora, el espectáculo propuesto por la banda genera empatía entre las internas. Incluso, algunas ya conocen al grupo porque no es la primera ocasión que el grupo actúa en el módulo. La voz sincera de Laura, unas cuántas palabras cariñosas del grupo hacia su público, los sentimientos expuestos en las canciones del cuarteto madrileño y el pegadizo sonido de Garaje Jack encienden al respetable. Primero, palmas. Luego, coros. Después, un sinfín de bailes. Se suceden los abrazos, la desinhibición. "Ellas tienen una predisposición mucho mayor al buen rollo que los tíos. En los otros centros penitenciarios hay grupos más o menos divertidos, pero se nota mucha más pena que aquí", reflexiona Laura, vocalista de la banda. "Ellas dicen: ya que estamos la vamos a armar. Se pegan unos buenos bailes, gritan 'moreno', 'guapo', 'el batería para mí' y se nota que disfrutan. Eso nos salva porque de la otra manera sería mucho más complicado", añade la voz de Garaje Jack.

El concierto llega a su fin, aunque podría ser eterno, infinito. El intercambio de energía, positividad y alegría ha sido mutuo e intenso. "Me encantó el concierto. La emoción de poder soltarse, la alegría de la gente, poder bailar y olvidar donde uno está, porque es difícil", explica Patricia, interna alemana de 23 años, después de la actuación. "No conocía a Garaje Jack y el año pasado no vine porque estaba un poco deprimida. ¿Cómo les definiría? Es un poco de rock-pop para cantar y bailar. Las canciones tienen mucho sentimiento", entiende Patricia. A su lado, 'Debi', caribeña, manifiesta con timidez que ha disfrutado con el grupo, pero le gusta un rock más agresivo. "Son muy pop", entiende la interna. "Me gustan Korn, Bunbury o Héroes del Silencio", proclama. Le encanta la música, sobre todo el rock  'cañero' y el hip-hop. También a Patricia. "Me gusta de todo un poquito. Mientras sea alegre, todo va bien", aclara. Existen numerosas melómanas en el centro. Tratan de seguir con atención los canales de música en televisión, escuchan mucha radio y todos aquellos discos que se pueden comprar.

"Aquí, el tema musical está muy normalizado", apunta 'Chesca'. "A las chicas les encanta", puntualiza. De hecho, el centro cuenta con un grupo de baile en el que participan casi 40 reclusas. Todos los días hacen actividades de baile, preparan sus coreografías y actúan en el propio centro o en otros. 'Debi' se ha unido al grupo. "Es una de las cosas que más me apasionan", reconoce esta joven interna. La música también tiene una nueva manifestación en el centro mediante el taller de coro gospel, que llevan organizando desde hace medio año.

Obviando la actividad musical, el centro ofrece tipo de actividades "para tener la cabeza ocupada y aprovechar el tiempo", según Patricia. Todo tipo de posibilidades culturales (teatro, cine, pintura, promoción literaria) o deportivas (fútbol, baloncesto, aerobic, voleibol) suponen parte de la propuesta organizativa en Alcalá-Meco. Incluso, se imparten cursos del INEM. "Estoy haciendo ahora mismo el de monitor deportivo. Son cuatro meses, haces deporte, aprendes a manejar personas y te sacas el título. Con cosas así, te olvidas de donde estás", argumenta Patricia antes de despedirse. Jorge, bajista del grupo, incide en este último aspecto. "Ves las caras, sobre todos en las primeras filas, y tienes la sensación de que por un momento estaban fuera, en cualquier sala, viendo un concierto. Supongo que para ellas será la leche y por eso están tan agradecidas". Por una hora de música en vivo. Por una hora de la anhelada libertad.

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