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Florencia Etcheves: "Frida Kahlo sería, hoy por hoy, una Chica Almodóvar"

La autora argentina ahonda en el fascinante personaje de la pintora mexicana a través de su última novela, ‘La cocinera de Frida'. La trama se basa en una historia de intrigas familiares con dosis de novela criminal.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Florencia Etcheves, Frida Kahlo

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Florencia Etcheves

Florencia Etcheves ·Foto: Alejandra López

"El marketing es muy injusto con frida; fue mucho más que una sufridora"

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F. Q. Soriano
16/2/2024 - 00:23

Acostumbrada a los casos policiales como periodista primero y después como escritora, cuando a Florencia Etcheves (Buenos Aires, 1971) le plantearon escribir una novela relacionada con Frida Kahlo tuvo que abordar un gran reto. Sobre ese proceso de creación y las conclusiones del trabajo de documentación nos habla en esta entrevista.

Había publicado hasta la fecha ensayos periodísticos y novelas policíacas. ¿Qué le llevó a esta novela con tintes históricos?
Una propuesta que me hicieron mis editores mexicanos, Gabriel Sandoval y Sergio Vilela. Obviamente nos conocíamos, tenían ganas de que estuviera en su catálogo a través de una historia con Frida. Me quedé bastante sorprendida, no sabía de qué manera meter a Frida en mi historia policíaca. Sin embargo, acepté porque el desafío era interesante y empecé a pensar de qué manera hacerlo. Nos vimos unos meses después en Lima para seguir conversando sobre ello. Yo sabía que era una novela que tenía que ser contada en dos tiempos porque la mecánica criminal que yo quería usar era la del tráfico de arte, la de los falsarios, y era mecánica que me interesa en la actualidad, con toda la tecnología nueva. El otro tiempo iba a estar ambientado en México desde el año 1938 hasta, más o menos, 1954. Necesitaba un puente que me uniera ese pasado mexicano con el presente argentino y claramente no era Frida, así que terminó siéndolo Nayeli, la cocinera de Frida, un artificio de mi imaginación, la excusa para meterme en un universo real, un mundo que investigué pero no quería que fuera una novela histórica o una biografía. Nayeli me sirve para estar presente en muchas cuestiones de la vida de Kahlo y de Rivera y, a su vez, tiene su propia trama alrededor de un cuadro maldito que, con el paso de los años, aparece en el barrio más tanguero de Buenos Aires; es un cuadro por el que mucha gente es capaz de morir y otra tanta es capaz de matar. Aparece aquí la novela negra, si no tengo un cadáver encima de la mesa me aburro. Es una historia de saga familiar, de las mujeres Cruz y de sus secretos. Uno de ellos es Frida Kahlo, ni más ni menos, y ese cuadro maldito que va a poner en riesgo a la única sobreviviente del clan de las mujeres Cruz, la nieta de Nayeli, una chica muy jovencita y que no tiene ni idea sobre quién fue su abuela.

El hecho de que Frida Kahlo fuese un personaje real, es decir, no de ficción, ¿le ha dado margen para elaborar la historia de esta novela o, por el contrario, le ha limitado?
Me limitó porque no quería faltar a la realidad, pero por otro lado sabía que estaba escribiendo una ficción, por eso me tuve que armar un mundo paralelo en la novela, aunque no lo sea en cuanto a tiempo y espacio. Es un mundo en el que sí puedo trabajar con la ficción. Me instalé en México a escribir sobre esta novela, me metí a hacer un trabajo de investigación sobre Frida, Diego, los trenes mexicanos... Cuando tuve todo eso, me tocó decidir qué de todo ese universo me servía para enriquecer al personaje de ficción: en una novela histórica se cuenta de una forma novelada; en una biografía hay que contar la historia; pero, en este caso, es meter a la realidad en una trama de ficción, sin olvidar que la protagonista no es Frida sino la cocinera.

Sobre la vida de Frida Kahlo, ¿hay algún aspecto nuevo que haya descubierto y que le llamara poderosamente la atención?
No conocía mucho, todo me sorprendió, nunca fue Frida un personaje que me llamara la atención demasiado. Cuando estuve investigando me di cuenta lo injusto que es el marketing de Frida, todas las camisetas, los platos y esta idea de que Frida fue la mujer sufriente, la muchachita víctima del tóxico de Diego Rivera y que es una mujer que se la pasó llorando por amor; me parece muy injusto, muy simplista, Frida fue mucho más que eso, mucho más que la mirada de la vara de Diego. Diego fue, en definitiva, quien la pone a ella en la esfera de lo artístico público de México, Estados Unidos y de Europa, Diego era famoso, un pintor de palacios, uno de los muralistas más famosos de la época. Frida era la mujer de Diego Rivera y cuando los invitaban a lugares y la presentaban como tal, Diego Rivera, ese hombre al que nos han vendido como un machista, decía que no, que ella era Frida Kahlo, la única artista que vive en esta casa. Él tenía una fascinación por el arte de Frida, entendía que lo que Frida hacía era el verdadero arte, él pintaba escenas de la realidad, manifestaciones políticas, mientras Frida es el surrealismo mágico; Diego le dio un lugar en el mundo del arte que ella supo sostener con su talento, por supuesto. Ella tuvo otros amores, como Nick Murray, un fotógrafo húngaro, con el que estuvo en pareja mientras estuvo casada con Diego, quien tenía también sus novias, era un mujeriego tremendo. Ellos se amaron de esa manera, podríamos hablar de poliamor, yo no lo juzgo, mientras la gente sea mayor de edad y todo sea voluntario, todo vale. Me gustó descubrir esa Frida un poco diva, un poco caprichosa. Frida sería, hoy por hoy, una mujer Almodóvar: medio divas, caprichosas, pero encantadoras y que hacen cosas que probablemente a cualquiera de nosotros nos cancelarían. Por eso Frida es inoxidable, si la pones hoy en pleno Madrid, en la plaza de Callao, es una chica que no te llama la atención, una chica corriente, es una viajera del tiempo. Todas esas cuestiones me sorprendieron.

Qué mejor manera para hablar de la relación de Diego y Frida que la creación de Nayeli, un personaje ideal para ver todo aquello que sería, de otro modo, casi imposible de ver.
Claro. Hice una niña muy inocente, de pueblo, que no sabe leer ni escribir, solo cocinar y que no sabe quién es Frida Kahlo y Diego Rivera. Me gustaron esas características del personaje, no me interesaba que juzgara lo que estaba viendo. Me gusta que Nayeli es la sorpresa, la curiosidad, empieza a tener su voz. Quería que Frida fuera, de alguna forma, una guía, una tutora, en la vida de esta protagonista.

La historia se divide en dos partes: el pasado en México y el presente en Argentina. ¿Le ha sido más fácil armar la trama en un lugar conocido como Buenos Aires?
Sí, fue como una vacación. Podía haberlo puesto en cualquier lugar, pero elegí Argentina, Buenos Aires, el barrio en el que me crié. El corazón de la novela negra está en esa parte, incluso es un género que es el que mejor se me da, así que era como tomarme un respiro, todo lo otro era nuevo, tanto el género como la época o la cultura.  

En una entrevista para Jot Down se pronunciaba sobre el concepto de sororidad. ¿Cree que los personajes de Frida y Nayeli podrían representarlo?
Sí, pero no planteé la relación entre ellas con una mirada del feminismo actual porque sería un error, estamos hablando de otra época y, aparte, además porque soy feminista, pero no declamo el feminismo en lo que hago; puedo escribir bien o mal, pero hay algo que no puedo dejar de hacer nunca: escribir como mujer y como argentina. No puedo evitar ese destino. Si yo hiciera un ensayo feminista tendría que poner ese cristal. A mí me gusta contar historias, no me interesa que haya declamaciones. Los personajes pueden tener actitudes buenas o reprochables, me interesa contar buenas historias, que sean entretenidas, no me interesa bajar la línea moral. Yo hago novela policial, la gente mata, de qué moral voy a hablar. Además, no soy quién para juzgar, no me gusta manipular o tratar de hacerlo a los lectores. Si después de esa historia te genera una duda, una curiosidad o una charla con otra persona, me parece fabuloso, pero no es mi intención.

Aunque estamos en el terreno de la ficción, ¿qué paralelismos hay con la realidad en cuanto al tráfico de cuadros? ¿Se pueden dar o se dan casos como el que planteas en la novela?

Sí, claro, de hecho gran parte de lo que he escrito ahí lo he sacado de bibliografías y de investigaciones criminales recientes. Por supuesto que existe. El tráfico de arte era más fácil antes, ahora hay muchos más controles, pero sigue existiendo, es un mundo que mueve millones y millones de dólares. Un especialista en arte dijo que hay muchos más cuadros de Frida Kahlo en el mundo que los cuadros que Frida Kahlo pintó. La tecnología hace más fácil comprobar si un cuadro es falso o no. En este sentido, hay una investigación sobre cuántos cuadros de los museos de Europa y de América son falsos. Es mucho más barato tener un cuadro falso que plantearlo. Hay situaciones fabulosas, hay falsarios que son artistas también, hay está la duda: ¿es arte o no? Si yo agarro mi paleta y soy capaz de hacer el Guernica de Picasso tal cual, tengo un don, tengo un talento, lo que hace que ese talento sea un delito es el embuste, decir que lo pintó Picasso y no yo. Hay obras de arte falsas que han pasado los exámenes más rigurosos de especialistas. Es un universo lindo, glamuroso, porque se maneja mucho dinero, no quería tener un mecánica criminal marginal o de bajo fondo, caería en un argentinismo y esta es una novela mexicana.

Algunos de sus libros, como 'Cornelia', dieron el salto a la pequeña o la gran pantalla en formato audiovisual. ¿Ve a 'La cocinera de Frida' con posibilidades de seguir esos pasos?
Estamos en ello, pero mucho no puedo decir. La idea es esa.

Su solvencia como escritora de novelas policíacas está más que acreditada. ¿Se ve en un futuro abordando otro género literario diferente?

Todos los géneros. Yo puedo escribir cualquier cosa, pero necesito en algún momento que haya crimen o sangre, es algo que se me da bien, trabajé en sucesos 25 años. Escribo cine, teatro, comedia... Puedo escribir cualquier cosa, ahora, donde yo me siento como en casa es en el género policial.

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