Gente digital

El orden de los factores no altera el resultado. En el caso de Jorge Ruiz, alma mater de Maldita Nerea, sus facetas como artista musical y terapeuta y maestro de Audición y Lenguaje han alcanzado un punto de encuentro extraordinario con ‘Inevitable', uno de los temas estrella de su nuevo álbum. Esta canción, la crisis creativa y diferentes reflexiones sobre la industria musical y el sistema educativo protagonizan esta entrevista.

El pasado 3 de noviembre se lanzaba el nuevo disco de Maldita Nerea. ¿Cómo definirías ‘Manual para seres maravillosos'?
Es el viaje de los tres años que hay desde 'Un planeta llamado nosotros', el disco anterior, que lo estrenamos en el WiZink Center justo ante de que se cerrara el mundo por la pandemia. Recoge esos tres años de vivencias, en los que ha habido un poco de todo, siento que soy otra persona, compongo desde otro lugar. Hay una parte oscura, no lo he pasado bien, me atranqué con la composición. Así salieron unas canciones que componen 'Manual para seres maravillosos', que es lo que creo que es el ser humano. En definitiva es el reflejo de la transición por ese desierto, ese pozo; creo que al menos he conseguido algunas canciones luminosas, encontré la luz después de ese trance. Así ha sido el viaje de estos tres años, con la pandemia mediante.

Al disco lo acompañan una serie de ilustraciones de Óscar Perales. ¿De qué forma crees que lo complementan?
Para nosotros es importante la imagen, la gente nos asocia a una tortuga, no a mi cara, lo que ha permitido que yo no aparezca prácticamente en las portadas de los discos, ya que nadie me conoce de facto. Como el título era muy sugerente y cada canción iba asociada a un concepto grande, como el amor o el silencio, invitamos a Óscar, con el que ya habíamos trabajado, es un gran artista, a que hiciera un ser por cada canción. Ha creado un mundo mágico, yo no he intervenido para nada, le dimos toda la confianza porque es una persona con gran capacidad para crear y con una sensibilidad especial. Ha hecho algo bellísimo, un mundo de tortuga, mi mundo, el de Maldita, rodeado de seres maravillosos, cada uno correspondiente a una canción. Para mí es el disco más bonito que hemos hecho, por lo menos en cuanto al 'packaging'.

El primer adelanto fue ‘Estabas conmigo'. ¿Crees que es la mejor carta de presentación del disco?
No, lo que pasa es que, como en esos tres años me fui atrancando, iba sacando canciones conforme iban saliendo. 'Estabas conmigo' pertenece a esa primera parte cuando más dificultades tuve a la hora de componer. Para este tema llegué a hacer tres textos completamente diferentes, no me había pasado nunca. Sacar esa canción fue un trance necesario para cerrar esa etapa y seguir con las siguientes, en las que creo que soy otro escribiendo, es como si me hubiera quitado la piel. 'Estabas conmigo' es una canción compleja, habla de otras vidas y, aunque en la historia de la literatura e incluso del cine hay muchos ejemplos de esto, no es sencillo hacerlo en el mundo del pop para hablar de una persona a la que no has visto con anterioridad pero sientes que la conoces de toda la vida. Es muy curioso  ver qué interpretaciones hace el público, por ejemplo, desde gente joven que acaba de ser padre a parejas que sienten que son almas gemelas. Sé que hay canciones como esta que son más complejas de entender, pero para mí era importante sacarla y por eso la elegimos.

El segundo single es ‘Inevitable'. ¿Estamos ante una de las canciones más especiales de tu trayectoria?
Es una canción muy importante porque me terminó de desbloquear. Mi otra pasión, además de la música, es la educación, el estudio de la evolución humana desde que nacemos hasta que morimos porque la educación no acaba nunca, es una manera de estar reciclándote todo el tiempo. He tenido la fortuna de que muchas de mis canciones han acabado en las aulas porque los profes y las seños, como yo digo, han tenido a bien enseñarlas en las aulas, y eso es un privilegio. Quería darles una más, específicamente para ellos. Por eso pensé en un temario que incluyera cosas importantes para el ser humano. La primera de ellas es el amor, para mí no hay debate sobre eso. Luego el reto hacer algo que los profes y los niños fueran capaces de cantar. Obviamente esto, en 2023, en la industria musical y con la vorágine que hay, salir a cantar con una niña de 6 años es casi punk. Hicimos la convocatoria a los colegios para hacer un concurso nacional, nos han llegado regueros y regueros de vídeos con comunidades educativas enteras, no solo de Infantil y Primaria sino también de Secundaria. Se ve que el amor no es ninguna broma.

Educación y música son tus dos pilares profesionales. ¿Es 'Inevitable' el punto de encuentro entre ellas más destacado?
Sí. Una de las cosas que me han pasado en estos años es que, durante la pandemia, recibí un encargo totalmente inédito por parte de Sony en Estados Unidos, yo viví tres años allí y conozco a parte del equipo. Ellos saben de mis inquietudes con el mundo educativo. En estos tres años marcianos recibí un encargo maravilloso: construir puentes entre la industria musical y el mundo de la educación. No existe nada igual. Me ha costado muchísimo desarrollarlo, pero el primer punto que he elegido para hacerlo es esta canción. Amenazo con que vengan más. Sí, efectivamente, es el horizonte donde convergen mis dos pasiones. Hay una canción nuestra, 'Hecho con tus sueños', que desde que se publicó 2012 se repite en decenas de colegios de España e incluso de fuera. Es algo que no sabía pero que he ido descubriendo a través de YouTube. En la música se puede hablar del amor, pero también de la tristeza, de la confianza... de valores necesarios e inherentes al ser humano y que emergen en las aulas. Pretendo también ensalzar una profesión que para mí es la más difícil del mundo, la de maestro, sin ellos no se puede construir una sociedad, es una evidencia, no creo que haya alguien que rebata esto, los docentes sostienen gran parte de lo que pasa, cuidan de nuestros niños, sin eso no vamos a ningún sitio.

Como miembro de la Fundación Promete, ¿cómo de posible es alcanzar ese nuevo paradigma de educación que propugnáis?
He pasado de presidente a embajador. Esto es como se quiera ver; si se mira desde el punto de vista sistémico, desde los programas educativos que tengan en cuenta la individualidad de los niños y las niñas, estamos lejos; pero la realidad, al menos la que yo he vivido, y sin ánimo de ser optimista, es que hay un montón de lugares públicos y privados, de todos los colores, donde al cerrar el aula el maestro sabe qué hay que hacer y los padres podemos estar muy tranquilos. No nos enteramos de eso porque no se cuenta. Lo puedes ves en sitios muy diversos, desde un colegio pequeño rural hasta un macrocolegio en una gran ciudad como Madrid, y que los docentes saben lo que hacen, que tratan con un niño, que es una máquina de amar. Para mí eso es magia, y lo he visto muchísimas veces. Por eso digo que no estamos tan lejos, ya sucede. La Fundación Promete creó un esquema para que una persona, independientemente de donde viniese o donde hubiera sido formada, pudiera desarrollar en el aula, con total libertad, un modelo que tuviera en cuenta al ser humano y al respeto a su individualidad. Eso yo lo he visto y aseguro que se puede hacer. Como ya dijo José Antonio Marina, no hay una relación directa entre inversión y educación, no funciona así la cosa. Va más de recursos humanos, de ensalzar más la figura de maestros y maestras que de otra cosa. El pacto social por la educación depende de la clase política y como ésta es tan cambiante es muy probable que nunca llegue a buen puerto. Es algo que me han reconocido varios ministros de Educación una vez dejado el cargo. Y, aunque se aprobase, cada comunidad autónoma tiene su propia ley educativa. Claro que hay un programa, hay que llevar al alumno del punto A al B, pero lo que pase entre medias es decisión tuya, es un acto creativo salvaje, mucho más difícil que hacer una canción porque hay que hacerlo, además, cada día con 20 o 30 niños.

¿Qué es más difícil, el cambio educativo o el cambio de la industria musical tal y como está entendida actualmente?
Al final la industria cambia a base de evidencia. Es un sector privado y cambia del mismo modo que lo hace el mercado. Antes era una bandada de pájaros siguiendo a un líder, ahora es un banco de peces donde el líder puede ser cualquiera. A pesar de todo, soy muy defensor de la industria musical, pero adolece de una cosa: no escucha. Eso sucede por la velocidad a la que se va. Es entendible, y no es cuestión de defenderlo, que en un entorno donde se suben 100.000 canciones a la semana sea imposible escucharlo todo. Lo viví con mi primer contrato discográfico con otra compañía, en muy poco espacio de tiempo saqué mi primer disco y me echaron a la calle. Pensar que llegar a una compañía era la panacea y no, ni siquiera es sinónimo de haber empezado. Ahí tuve mi segunda crisis fuerte. Así que paré de verdad, lo paré todo, y salió 'El secreto de las tortugas'. Vivimos en un entorno tan cambiante que vamos acelerados, yo el primero, así que con la llegada de la pandemia, el guantazo es tan terrible que a mí me afecta en la composición. Solo la irrupción de TikTok en estos años hace que la industria no tenga nada que ver, y yo no tenía TikTok.

Antes hablabas de esa dificultad para componer en estos tres años. ¿Cómo lidias con esas barreras?
El ego es algo necesario para el ser humano pero, a veces, es el auténtico enemigo. Yo seguía con unos clichés personales sobre el proceso de hacer una canción. Me apasiona el mundo de la creatividad y el talento. Yo trato de hacer canciones donde la letra es muy importante, hago canciones para ser cantadas, eso es algo muy específico, no quiero que el público baile o esté en silencio apreciando mi virtuosismo, quiero que haga suya la canción y la cante. Eso en concreto ya no me funcionaba por varias razones. Llegué a pensar que ya no podía escribir, algo muy lapidario y de ego, y eso es algo con lo que he tenido que lidiar. ¿Cómo lo he hecho? Con la meditación, que es una herramienta muy poderosa, una manera de silenciar el ego. El silencio es la ausencia de ego, que es algo que explica muy bien Pablo d'Ors, que es el autor que más me ha influenciado en este disco. Yo ya meditaba, pero no entendía ese proceso desde ahí. Me siento muy identificado con cómo se enfrenta el propio Pablo d'Ors al folio en blanco, es una prosa muy abierta y luminosa, de entregarse, no desde la inspiración sino desde la expiración, la entrega del aire. Esto es un gran descubrimiento, es radicalmente lo contrario a lo que había oído hasta ahora. De ahí salieron canciones como 'Duele' o 'Madre', temas donde ves que ahora me he desdoblado. Por eso digo que este disco siento que lo ha hecho otro tipo, siento que he matado al ego, a ese gran dragón. Recomiendo 'Biografía del silencio', para los escritores es la bomba.


El 17 de febrero estarás en el WiZink Center, un sitio en el que tocaste justo antes de que llegara la pandemia a nuestras vidas. ¿Cómo vas a vivir esta experiencia?
Desde la entrega, que sea lo que tenga que ser. Energéticamente creo que va a ser muy bestia, van a pasar cosas. Lo vivo muy ilusionado, casi como si fuera el primer concierto de mi vida. Ya llevamos unos cuantos WiZink, cada vez cuesta más llenarlo. A mí no me conocen, pero conocen el cancionero, así que espero que esas canciones lo vuelvan a llenar.