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Autenticidad y familiaridad. Estos son los principales rasgos que rezuma Raúl Gutiérrez, más conocido como Rulo, en una entrevista para GENTE enmarcada en la promoción de su nuevo álbum, ‘5'. La dedicatoria de uno de los temas a su hijo Oliver o el espíritu crítico de su pareja son asuntos que van trufando una conversación que habla de presente, pasado y futuro.

Han pasado cuatro años desde la publicación de su último disco de estudio, 'Basado en hechos reales'. ¿Cómo definiría este nuevo álbum, '5'?
Es un compendio de canciones que he ido componiendo estos tres últimos años. Cada vez me cuesta más conseguir diez canciones que me gusten y que sienta que no he compuesto antes, este es mi disco número 15 como compositor, entre la etapa con La Fuga y ahora con la Contrabanda. Como ilustra la portada, tiene la fuerza del roquero tatuado y la fragilidad del bebé recién nacido. La imagen define bien el disco, hay canciones duras, arañazos como 'A lo bonzo' o 'Confeti', y luego hay otras más frágiles, como 'Cuestión de fe' o 'De parranda'; soy capaz de arañar y de acariciar en el mismo disco, incluso hay una canción, 'Persiguiendo sombras', que empieza acariciando y araña al final.

El primer corte, que además fue el primer adelanto, es 'Tu mejor versión'. No sé si coincide en la visión de que tiene sonidos nuevos pero mantiene la esencia de Rulo y la Contrabanda.
El otro día me entrevistó un amigo mío, Juan Destroyer, y me decía eso mismo. Me pareció un piropo porque es lo que busco: no repetirme pero siempre ser yo. No soy un artista que haga todos los discos iguales, cambio de productor, el anterior lo grabé en Los Ángeles y este en Madrid... con el objetivo de que no sea siempre lo mismo, ya que soy quien hace la letra, la música y, encima, el cantante.

La guinda de este tema llegó con el videoclip, rodado en un lugar que conoce muy bien...
Esa canción habla de un viaje que hice con mi pareja, de Los Ángeles a San Francisco, a través de una carretera que siempre tiene el mar a la izquierda. Hubiera sido maravilloso grabarlo allí, pero pensé en que unos acantilados igual de bonitos o más están más cerca, en Cantabria. Acabamos ahí, con la inestimable participación de la actriz Ruth Díaz, que tiene un montón de premios y encima es de Reinosa. Ella le dio un toque de calidad increíble al vídeo. Rodarlo en Cantabria hizo que todo fueran facilidades, por el hecho de yo ser de allí y porque en localidades más pequeñas es más fácil cortar una carretera de una forma temporal. Emocionalmente me mola mucho haberlo grabado allí.

Otro de los adelantos es 'Confeti'. ¿Es una de las canciones más especiales que ha compuesto?
Sí. Igual que pienso que 'Cuestión de fe' es una canción que no podría haber compuesto en el disco anterior, esta la podría haber escrito hace diez años para el primer disco de Rulo y la Contrabanda. Parece que está compuesta para una pareja, pero en realidad es para mi segundo hijo, Oliver, que tiene 7 años. A mi primera hija le compuse 'Como a veces lo hice yo', del primer disco, y ahora al pequeño, que tiene poco más de un año, tendrá que esperar un poco porque me cuesta dar con esa canción dedicada a ellos que no sea una obviedad. He dedicado a gente canciones a gente especial de mi vida jugando con las metáforas.

A nivel artístico, entonces, ¿supuso un antes y un después ser padre?

Cómo no, artístico y personal. Siempre les digo a los amigos que salir a un bar hasta las tantas de la mañana y pegarte la vida hippy no es rock and roll, rock and roll es tener hijos. A colegas que tengo en la música que aún no son padres les recomiendo serlo para que dejen de mirarse al ombligo, es una cura de humildad de la hostia. Si te cambia tu visión de la vida y lo artístico es la vida, todo va asociado. No digo que antes me diera igual que el mundo se partiera en mil, pero desde que tienes tu primer hijo ya no sólo te importa tu órbita más cercana. Ahora veo en la televisión los asesinatos en Israel y Palestina, me da igual el bando, y se me revuelven las tripas, estoy francamente jodido, antes me afectaba, pero no del mismo modo. También sucede que si eres una persona sensible, como creador también acaba trascendiendo. Además te lleva a tener las cosas más claras, siempre me he desnudado en mis canciones, pero antes me costaba más, me daba más pudor, ahora, en cambio, me desnudo hasta en la portada. Vengo del rock, de una generación en la que mostrar fragilidad era jodido, de hecho en La Fuga hacíamos una balada y nueve canciones más cañeras. Aprendí mucho de Los Suaves, un grupo al que vi en directo con 10 años y decidí que me iba a dedicar a la música. Luego me hice amigo de Yosi, su cantante, y siempre le he agradecido que fueron el primer rock que yo escuché que hablaba de emociones, más allá de coches, chicas y no sé qué. A mí eso me voló la cabeza. Ahora ya estoy en un punto de mi vida en el que me desnudo, y punto. Parece que la desnudez emocional está asociada, tristemente, a la debilidad, y para mí es fortaleza; si alguien se desnuda en una letra y se autoconfiesa, yo me quito el sombrero. Siempre es más fácil defender tu música y tus canciones si eres tú mismo.

Hablando de desnudarse, ¿es 'Cuestión de fe' un resumen de todo aquello en lo que no cree, un poco al estilo de Carlos Goñi, de Revólver', en 'Odio'?
También es cierto que en esa canción digo que no creo en el pop o en el rock, cuando realmente sí que creo firmemente en ello. Me encanta hablar con la prensa porque voy descubriendo cosas del disco. El otro día me decía un compañero tuyo que veía un disco muy de Lennon. Al final lo que se ven son tus fuentes, pero como siempre he dicho de donde he bebido, no me importa. Noto que a los grupos más jóvenes les cuesta decirlo, igual por miedo a perder originalidad. Sin ser muy 'beatlemaníaco', quién no ha mamado de ahí. He escuchado, sobre todo de joven, mucha música nacional como Héroes del Silencio, Antonio Vega, Los Secretos, Platero y Tú, Los Suaves, Barricada... Si te fijas, todos ellos cuidaban las letras y cantaban en castellano. Es normal que en tu obra aparezcan retales de todo, la putada sería copiarlo.

Otro de los temas que componen el disco es 'El día que el amor se rompe'. ¿Sigue inspirándole el amor o el desamor?

Depende del momento y de la canción. La canción que más habla de desamor en el disco, 'Persiguiendo sombras',  ni siquiera habla de mí, sino de una cosa que le estaba pasando a un amigo que también es artista. Cuando la compuse, la hice de un tirón, me di cuenta de que hablaba de ese amigo, la grabé con la guitarra y se la mandé para decirle: "Esta es la mierda que te está pasando". Sin embargo, es una canción que me gusta tanto, que me la quedé. Él dice que le debo derechos de amor, en lugar de derechos de autor. Me estoy dando cuenta de que no es un disco oscuro, sino que ganan las luces a las sombras. El amor o desamor es el caldo del cultivo del 99% de las canciones de este planeta, lo que las diferencia es tu manera de expresarlo. La vida son cuatro cosas y la vida son canciones, entonces, ¿sobre qué va a hablar una canción? Otro tema, 'De parranda', se lo hice a un amigo que falleció, éramos uña y carne, al final es una canción de amor, aunque sea a un amigo. Al final el amor lo mueve o lo destruye todo.

Ya hay fechas cerradas para la gira, arrancando con un plato fuerte, el 24 de enero en La Riviera. Teniendo en cuenta que hace poco tiempo repasó su carrera en otra gira, ¿se va a centrar más en las canciones de '5'?

Todavía no lo sé. Sigo cometiendo errores, pero procuro no repetirlos. Antes pegaba mucho la gira a la promoción, con lo cual no dabas tiempo al público a aprenderse las letras, aunque tengo unos fans tremendos que sí lo hacen. Acababa esos primeros conciertos destrozado, lo peor que le puede pasar a la voz de un cantante es hablar mucho y en la promoción no paro de hablar. He aprendido de ello, así que hago la promoción y luego paro un tiempo. El 17 de diciembre me encierro con la banda para preparar la gira, así que todavía no tenemos un setlist. Es verdad que la gira anterior empezamos en salas, que es donde más disfruto, y acabamos en el WiZink Center, donde no esperaba que reuniéramos a mucha gente y acabamos metiendo a casi 10.000 personas. No quiero empezar esta gira con un WiZink Center, es una losa muy grande; vamos a hacer La Riviera y solo una vez, no tres como en la anterior ocasión. En junio haremos una cosa muy especial en Madrid, que no será en el WiZink Center, sino en el sitio donde más me gusta tocar de esta ciudad. Conozco a todo el mundo de La Riviera, salvo a los camareros, que van rotando. En la mayoría de las salas hay 1.000 o 2.000 personas y disfruto mucho, no está todo tan medido, puedo parar el concierto y explicar por qué compuse una canción, puedo cambiar el repertorio... Si me dijeran dónde quiero dar el último concierto de mi vida, sería en una sala o en un teatro. Me gusta ver todas las caras del público. Cuanto más grande es el escenario y el aforo, el equilibrio entre música y espectáculo se iguala, tienen que pasar cosas. Sin embargo, en una sala y en un teatro, la música le gana al show. Me encanta todo, pero nada me pone más que empezar en salas.

En 2021 publicaba un libro de poesía. ¿Va a haber un sucesor de 'Vértigo y norias'?

Como no paro, llevo dos años escribiendo una novela. Tenía cuatro capítulos y se los pasé con mucho miedo a mi editor de Penguin Random House y a mi pareja, M, que es la mayor crítica del mundo. Ambos me dijeron que les encantaba, así que eso fue gasolina para mí. Será una historia de treinta capítulos, porque es algo que acontece en 30 días. Estoy atascado en el capítulo 15, está en un momento de la novela que aún no sé por dónde ir; en cuanto lo tenga claro, sé que iré del 15 al 30 de un tirón. La editorial lo quería publicar ya, pero le dije a mi editor, Gonzalo Albert, que le devolvía el adelanto porque concibo que la creación tiene un punto de sufrimiento pero siempre ganando el placer, así que no iba a hacer una cosa que no me sale. Además, mi novela no la está esperando nadie. Aún no sé cuándo la publicaré.

¿Qué le permite contar la poesía o la literatura diferente a la música?
Hay cosas de autobiografía en el personaje de la novela y otras que no. Me permite exorcizarme, quitarme cosas que tenía dentro. Además, en la pandemia descubrí que me sentía bien escribiendo. Bunbury, que me hizo un prólogo muy bonito, dio en el clavo cuando dijo que sólo era cuestión de tiempo que Rulo se pusiera a escribir sin música. Me he descubierto una faceta totalmente balsámica, es muy divertida y terapéutica, y me acerco a ella con todo el respeto, no me considero escritor. Cuido todo, no quiero publicar nada que me saque los colores, ahora o en el futuro. Siempre hay que tener la visión externa de alguien que no sea un adulador.

En agosto, coincidiendo con la fecha de su cumpleaños, publicaba un post en Instagram en la que decía "brindo por seguir soñando". ¿Qué sueños le quedan por cumplir?
No soy viejuno, tengo 44 años, pero mi primer disco lo publiqué siendo muy joven, con 18. En todos estos años no he parado de hacer cosas, así que, sin darme cuenta, miro para atrás y veo todo eso y lo rápido que ha pasado. La clave para mí es la pasión, es lo que me da realmente miedo perder. Podría hacer este disco seguido de 40 'bolos' y parar dos años, tengo esa suerte, seguir la ley del mínimo esfuerzo y no jugármela, pero me da miedo que llegue el día en el que pierda eso. Quedan muchísimas cosas, como la novela, que es un Everest para mí. Estoy dispuesto a meterme en líos, eso no lo quiero perder. Es la pasión la que mueve la creación y mi vida, espero que siga latiendo.