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Marcos Orengo: "Controlar la exigencia es clave en una serie diaria"

El joven actor madrileño forma parte de una de las series del momento, ‘La promesa', reina de la sobremesa en La 1 de TVE. Su formación teatral y la experiencia en otras producciones le han convertido en el intérprete actual.

Archivado en: entrevistas, cultura, Marcos Orengo

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"El paso por el teatro me ha dado, sobre todo, profesionalidad"

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Francisco Quirós Soriano
19/10/2023 - 18:29

La característica más apreciable en un encuentro personal con Marcos Orengo es la felicidad que irradia. Primero con ‘Servir y proteger' y ahora en ‘La promesa', el actor madrileño se ha hecho un hueco en dos de las producciones que reinan en la sobremesa española, eso sí, a base de mucho trabajo.

Tu nombre ha empezado a sonar al público por tus apariciones en ‘Servir y proteger' y ‘La promesa'. Sin embargo, tu primera aparición en la pequeña pantalla se remonta a varios años atrás. ¿Qué recuerdas de ‘Luna negra'?
Lo recuerdo como un niño pequeño jugando, divirtiéndome. Obviamente tenía 6 años y, en ningún momento, existía para mí el concepto de trabajo. Recuerdo, además, que me sacaban del colegio, me nombraban por megafonía y eso molaba mucho. Hay anécdota muy graciosa: mi padre me pilló a la puerta del colegio vendiendo autógrafos a un euro. En el rodaje me lo pasaba muy bien, los textos me los llamaba muy aprendidos, incluso les chivaba algo a compañeras de rodaje cuando se les olvidaba. El requisito que me pusieron mis padres es que mantuviera el rendimiento en el colegio, si eso no era así el tema de la serie se acababa de raíz. Lo llevé todo al día y me divertí mucho en esa época.

Antes de formar parte de los repartos de estas series te has ido labrando una carrera en el mundo del teatro. ¿Ha sido más sencillo el salto a la TV a partir de esas experiencias?
Son dos disciplinas muy diferentes a la hora de interpretar, una es más abierta y tienes el factor del público. Sobre todo me ha dado un bagaje interpretativo con los personajes para defenderlos bien, para poder hacer una buena investigación pero, ante todo, me ha dado una profesionalidad respecto a este oficio en general. Cuido todos los detalles desde que empiezo una producción hasta que la acabo, desde preparar el personaje, tratar a las personas, el vestuario, la utilería... todo es algo a respetar porque es el trabajo de otra persona, aunque tú lo uses para tu personaje. Ese cuidado y ese cariño es muy fácil de obviar si no lo has mamado en el teatro o en el mundo audiovisual desde muy pequeño.

‘Servir y proteger' y ‘La promesa' son producciones que se emiten de lunes a viernes. ¿Cómo es el ritmo de rodaje, más frenético de lo habitual?
Es una locura. Los horarios de recogida son sobre las 6:15 de la mañana. Eso no es problema, al final te acostumbras. Incluso recuerdo que en 'Servir y proteger' quedábamos antes porque rodábamos en un horario especial por la pandemia para no comer todos juntos. Nos recogían sobre las 5:30 de la mañana y abríamos plató a las 7. Sin embargo, no me costaba nada, recuerdo levantarme con mucha alegría. Por otro lado, en una serie diaria de época como 'La promesa', donde los textos se respetan muchísimo más y tienen un lenguaje más específico, aprenderte todo eso en una jornada intensa es bastante complicado, muy exigente, pero te acostumbras. Estudio las secuencias durante los fines de semana y las voy repasando diariamente.

Hace muchos años la franja de la sobremesa en la parrilla se reservaba para telenovelas llegadas desde Latinoamérica. ¿Crees que esta apuesta por producciones españolas tiene que ver con un salto en la calidad de las mismas?

No es algo que hubiera pensado, pero creo que es muy acertada la observación. En 'La promesa' especialmente uno de los factores que ha hecho triunfar a la serie es todo ese trabajo del decorado, vestuario y ambientación. El primer día que vi el plató aluciné, parece que estás realmente en 1913, todo es muy meticuloso. Poder tener tanta calidad en los decorados y los vestuarios hace que esté muy alejado del prototipo de telenovela de sobremesa; son series a las que te puedes enganchar independientemente de la edad que tenga el espectador, sobre todo por la veracidad, acierta mucho en las tramas. Son una serie de factores que han subido mucho el listón en la sobremesa española.

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de meterte en la piel de Feliciano, el personaje que interpretas en ‘La promesa'?
Al principio, Feliciano me aterrorizaba, sobre todo porque iba a trabajar con unos actores increíbles, todos son unos monstruos de la interpretación. Yo no estaba desde el comienzo y se veía que 'La promesa' estaba teniendo unos grandes datos de audiencia. Todo ese conjunto me aterrorizaba. Sobre el personaje, Feliciano es una persona que viene de pueblo, fue maltratado, su padre era un borracho, está mal alimentado, ha tenido una infancia muy dura... de hecho adelgacé cuatro kilos de grasa para encarnarlo por imposición propia. Me era muy complicado que una persona ruda y tosca que tuviera un pasado tan duro tuviera tantas ganas de trabajar, de labrarse un futuro nuevo. Conecté con el personaje en una secuencia donde Feliciano le dice a su hermana que quiere salir del infierno en el que vive, que quiere ser un hombre; uno de los motivos por los que yo actúo es sentir. Ahí conectamos, en sentir. Fue muy bonito.

María Castro, Joaquín Climent, Antonio Velázquez... tus compañeros de reparto en ‘La promesa' son auténticos pesos pesados. ¿Qué lecciones o aprendizajes extraes de los rodajes?
Todas las lecciones posibles. En 'Servir y proteger' también aprendí muchísimo, fue una escuela brutal, pero como sabía que era algo para tres meses intenté absorber todo como una esponja, no me di el tiempo para parar y asimilar. Al estar más tiempo aquí, tengo espacio para relajarme, valorar donde estoy y aprender de lo que estoy haciendo. Por ejemplo, María Castro es capaz de estarse riendo contigo y, en cuanto dicen acción, puede ponerse a llorar sin problemas. Joaquín Climent me cogió al principio como discípulo, quizás porque me veía muy nervioso. Viéndoles aprendes mucho.

Volvemos a la etapa de ‘Luna negra'. Tu padre era productor y tu madre guionista. ¿Te han dado algún consejo cuando te decantaste por el mundo de la interpretación?
Sí, que no lo hiciera. Yo sabía que el arte iba a estar en mi vida, ya fuera la música o la actuación, pero no fue hasta que decidí formarme más profundamente y hacer obras de teatro como 'Tiza' en casa hubo un poco de miedo. Mis padres han mamado estos mundos y saben que hace falta un poco de suerte, que debes tener los pies muy en la tierra para poder afrontarlo. Sí que me dieron ese consejo cuando ya asumieron que iba a ser actor, que tenga los pies en la tierra. De hecho tengo tatuada una frase que dice 'Esto también pasará'. Cuando vienen bien dadas, no te puedes crecer demasiado; y, cuando van mal las cosas, también debes saber que es algo temporal.

Hablando de consejos, ¿cuál es el mejor, o el más sabio, que te han dado por parte de compañeros?
Hablando con Andrea del Río, que estuvo como protagonista unos cinco años en 'Servir y proteger', sobre la perfección y la autoexigencia, cuando estás en una serie diaria debes ser muy consciente de donde estás. No ruedas con Spielberg, no vas a ganar un Oscar, todo el mundo va a hacer el trabajo lo mejor que puede en un tiempo récord. No puedes esperar hacer una actuación de Goya cada día. Hay momentos en los que vas a una sola toma y debes quedarte con eso, irte a casa con la satisfacción de salvar cada día, que has dado lo mejor. Tener la exigencia controlada es muy importante en una serie diaria.

Dada tu pasión por el teatro y el propósito de apuntarte a clases de baile, ¿te gustaría formar parte de algún musical, tan en boga en Madrid?
Me encantaría. Respeto mucho el baile, quizás pudiera estar en alguna obra, pero no en un papel principal. Es algo que me apasiona, de hecho en 2022 fui a República Dominicana salí enamorado tras hacer los arreglos musicales de 'Hoy no me puedo levantar'.

Como madrileño, ¿hay algún espacio en el que te gustaría actuar?

En el CDN. Es un teatro en el que he visto las obras de las que tengo más bonito recuerdo. Me marcó mucho 'El bar que se tragó a todos los españoles', me pareció increíble. Me habría gustado mucho interpretar en el Kamikaze en la etapa de Miguel del Arco. Cada teatro de Madrid tiene su historia. Le tengo de rencor pero mucho amor al Cofidis Alcázar, porque íbamos a hacer 'Tiza' pero finalmente no se pudo dar.

‘La promesa' es una serie de época. Juguemos a movernos más en el tiempo, concretamente al futuro. ¿Dónde te gustaría verte dentro de 20 años a nivel profesional?

Esta pregunta me gusta pero siempre me da un poco de pavor. Me gustaría verme trabajando tanto en televisión como en teatro. Quiero hacer cine, puestos a soñar, con Bayona, y asistir a la gala de los Goya formando parte de algún trabajo nominado, aunque no sea a mí mismo. 

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