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Juan Tranche: "Roma disfrutaba con los gladiadores, pero en la calle los repudiaba"

El escritor madrileño mira al pasado para hablar de una figura poco conocida, la de las gladiadoras. A través de Helena y Valeria desmonta algunos tópicos de la época.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Juan Tranche

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Foto: Carlos Ruiz B. K.

Foto: Carlos Ruiz B. K.

"El personaje de Valeria sí existió, tenemos su epitafio"

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F. Q. Soriano
11/10/2023 - 15:59

Con puente o sin él, un fin de semana otoñal (aunque las temperaturas sean más propias de otra época del año) parece un momento ideal para sumergirse en una buena lectura. ‘Gladiadoras' (editorial Planeta), es uno de los títulos que aúna "entretenimiento, parte de conocimiento histórico y, por qué no, una dosis de sufrimiento", según palabras del propio autor, Juan Tranche. El escritor madrileño invita a viajar a la Antigua Roma para conocer a una figura de la que apenas se ha hablado.

¿Cuáles son las primeras impresiones que te llegaron de esta novela?
Las primeras impresiones fueron de las de algunos periodistas. La verdad es que todo el mundo está muy sorprendido. Te soy sincero, lo que he tratado es hacer una novela histórica muy ágil, para todos los públicos y, sobre todo, para distintos géneros, con la intención de que, cuando empieces a leer, no puedas parar. Por tanto, he intentado hablar de las gladiadoras, que sí, existieron de verdad, pero mezclando géneros como el 'thriller', para ello he metido una trama de unas prostitutas que han sido violadas y asesinadas. También he metido guiños a una de las relaciones amorosas más famosas de la antigüedad, como fue la de Antinoo y Adriano y qué sintió la emperatriz. Todo ello lo he metido en una coctelera con el objetivo de crear una novela muy ágil, con capítulos cortos en los que siempre ocurre algo.

¿Hace falta ser un gran conocedor de esa época histórica?

No, al contrario. Si cuento algo histórico es porque realmente merece la pena. Por ejemplo, con el asunto de los gladiadores sí he querido ser muy escrupuloso, hay muchos mitos, quería dejar claro cómo eran estas figuras, todo lo que era un espectáculo en la Antigua Roma, ver en un anfiteatro a lo que consideraban sus grandes ídolos aunque fuera no los consideraran ni personas.

Como buen conocedor de la Antigua Roma, ¿por qué no se ha hablado apenas de la figura de las gladiadoras?
Es curioso. Todos en nuestra vida hemos oído hablar de gladiadores y, casualmente, hemos escuchado muy poco sobre las mujeres gladiadoras. Quise hacerme eco con este Relieve de Halicarnaso, que es la prueba más irrefutable de que las mujeres gladiadoras existieron. Aparecen con el casco quitado y, a partir de la pregunta sobre por qué se lo habían quitado, surgió la novela. Dentro de que el contexto fuera lo más real posible, he querido novelar un mundo en torno a ellas.

El suceso de las prostitutas, ¿está basado en algún hecho real?

No, es sólo ficción. Quería narrar algo que ha pasado en la historia y que es ciclico: el miedo de las mujeres a caminar solas por la calle y a mostrar los peligros que también existen ahora. Eso sí, con un hecho curioso: las consecuencias para este grupo de violadores. La sociedad romana era, por supuesto, muy patriarcal, con grandes luces y sombras, pero a lo mejor hoy en día sí deberíamos copiar algunas de las decisiones que se tomaban en relación a estos actos infames.

Helena y Valeria son dos de las grandes protagonistas. ¿Te has inspirado en algún personaje histórico para crearlas?

El personaje de Valeria existió de verdad, tenemos su epitafio que habla de la edad a la que murió, de que perteneció a una especie de colegio mayor. El personaje de Helena es completamente ficticio. Quería narrar la dos clases de mujeres: Valeria, una mujer de clase social alta, y Helena, de mujer clase social baja. A los romanos les daba lo mismo lo que hiciera una mujer como Helena, pero sí que les importaba que pudiera deshonrar su apellido. Por eso hicieron leyes para evitarlo.

Llama la atención que las gladiadoras estuvieran en el mismo estrato social que las prostitutas y las esclavas.
En la Antigua Roma, ahí estaba cualquier persona que dedicara su cuerpo a entretener a los demás, ya fuera un actor, prostituta o gladiador. Los romanos pensaban que las clases sociales altas no habían nacido para entretenar a la plebe, por eso consideraban a todos estos infames. Es algo curioso que trato de narrar en la novela era que la gente podía disfrutar de un día de estos espectáculos, pero fuera del anfiteatro los consideraban infames, no querían vivir cerca de ellos, había una gran doble moral, no los consideraban ni personas.

Sobre la relación de Antinoo y Adriano, ¿qué concepción se tenía de la homosexualidad en la Antigua Roma?

A diferencia de lo que podíamos pensar, siempre hemos creído que los romanos, si tenían una posición pasiva en las relaciones homosexuales, no estaban mal considerados, pero hay que tener en cuenta varias consideraciones. Independientemente de que le gustara mucho viajar, a Adriano le llamaban 'el grieguito'. Pero fue muy valiente, que en una época como esa reconociera que se había enamorado de un hombre no era nada fácil. Hay un tipo de gladiador al que llamaban 'tunicati', que se identifica por llevar una túnica y eso quiere decir que es homosexual. Cuando a alguien se le pone un estigma tan grande como ese, es porque no estaba tan bien visto.

Volviendo a las gladiadoras, se rebelan ante la imposición de un matrimonio en la adolescencia, una práctica que por desgracia sigue vigente en algunos países y etnias.

Por eso quería contarlo, porque hay algunas cosas cíclicas, determinadas preocupaciones actuales ya lo eran en la Antigua Roma. Había dos leyes que prohibían a las mujeres libres combatir en la arena.

¿Qué se puede hacer para dar más visibilidad a pioneras como estas?

Contarla y que se escriba mucho sobre las gladiadoras y que su voz no sea silenciada en el tiempo, como ha sido a lo largo de la historia.

¿Qué lección te gustaría que dejara el libro en el lector?

Lo que más me apasiona es cuando la gente me dice que ha devorado la novela, es lo mejor que te pueden decir. Pero también me gustaría mucho que, antes de dejarla en la estantería, la novela deje un pequeño poso, que haya hecho reflexionar sobre determinadas cosas. Esta es una novela cuya moraleja final la he escrito pensando en mis hijas, en una lección que les quiero dar: todo lo que logramos tras un esfuerzo lo valoramos mucho más. Siempre pongo de ejemplo mi sueño de ser escritor, hay que sacrificar cosas y dejar algunas de lado, luchar hasta que lo consigues.

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