La autora barcelonesa presenta una nueva novela, ‘De amor y de guerra'. Está ambientada en los difíciles años de la posguerra, con escenarios como Barcelona y otras ciudades como Perpiñán que acogieron a exiliados.
Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Pilar Eyre
Francisco Quirós Soriano
29/9/2023 - 00:09
Han pasado más de 30 años desde que publicara su primer libro y, lejos de agotarse, la creatividad de Pilar Eyre sigue estando vigente. Una buena muestra de ello es ‘De amor y de guerra' (editorial Planeta), su última novela, ambientada en los complicados años que siguieron a la Guerra Civil.
Unos días después de la publicación de 'De amor y de guerra', ¿qué respuesta le está llegando por parte de los lectores?
Estoy contentísima con la ayuda y la generosidad de los medios de comunicación, con la cantidad de entrevistas, reportajes y mensajes, la verdad es que me emocionan mucho. Cuando me hablan de la competitividad en el mundo del periodismo respondo que yo no la percibo, igual que cuando me hablan de la maldad de las redes; he hecho varias comunidades en X (antes conocido como Twitter), Instagram y YouTube y sólo obtengo respuestas positivas y muestras de cariño. Lo mejor de los comentarios es cuando alguien me dice que tiene algún hilo familiar que conecta con algún personaje del libro. Sin ir más lejos, el otro día una periodista de 22 años que vino a entrevistarme me comentaba que he contado la historia de su bisabuelo. Son historias que nos atañen a todos, porque todos venimos de ahí. Las huellas de ese conflicto han sido muy persistentes.
¿Cuál fue la idea original de la que partió para contar esta historia?
Había muchísimas cosas. Por una parte es un periodo histórico que me interesa mucho, lo he tratado en otros libros, sobre todo con la biografía de Quico Sabaté, que me permitió recorrer los lugares donde estuvieron refugiados españoles, hablé con muchos exiliados que hoy están muertos, por lo que esas conversaciones me han servido para construir muchos personajes del libro. Por otro lado, un amigo me dijo que uno de sus abuelos se tuvo que ir al exilio en 1939, no volvieron a saber nada de él pero que, al cabo de unos años, creyendo que estaba muerto se encontraron con él, estaba viviendo a 100 kilómetros de la frontera entre Francia y España. Siempre me he preguntado qué pasaría en la cabeza de estas personas para que ni siquiera hablaran de aquello que les sucedió. Luego, buscando documentación y armando los personajes, me encontré en un documento del historiador Carlos Rojas un ensayo poco leído en el que el general Modesto, que fue muy elogiado por varios poetas, se había ido a la frontera y allí mató de un disparo a un muchacho anónimo que estaba intentando mover un coche que entorpecía el paso. Fue una muerte absurda, como muchas otras en ese periodo. Jugando a imaginar quién era ese chico y qué hacía me sirvió para construir uno de los personajes y uno de los sucesos que cambia su vida.
Una persona que se tiene que ir al exilio dejando una relación sentimental atrás. Cuando vuelve se encuentra, entre otras cosas, con un certificado que acredita su muerte. Es una historia poco conocida. ¿Tiene constancia de que se dieran más casos así?
Se dieron muchísimos casos. Era una época en la que la burocracia estaba muy atomizada, los documentos estaban muy dispersos en diferentes negociados, era muy difícil cruzar datos. Fue un caldo de cultivo ideal para crear dobles personalidades. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, aquellas mujeres que se habían casado con rojos, si no se pasaban por el arzobispado, no tenían un matrimonio legal. Mucha gente no quiso hacerlo. Una de las Trece Rosas fue asesinada por ser compañera de un socialista. Las pelaban al cero, las metían en la cárcel... Las mujeres llevaban un estigma por haber estado casada o haber tenido un noviazgo con un rojo. Hubo casos, como el de mi protagonista, que venía de una familia con dinero y movieron hilos para que figurara como viuda de un caído por dios y por la patria. Esas dobles vidas, esas mentiras que se vieron obligadas a construir para tirar adelante, también en el exilio como sucede con la amante de Román, son esos giros inesperados que aparecen en el libro.
Si ya es difícil encontrar el amor y que haya una correspondencia, al sumarse la ideología lo complica aún más.
Sí, claro. En sus primeras fases, el amor es como una enfermedad, barre con todo. Si alguien es de izquierdas y la otra persona de derechas, al principio da igual, pero luego todas esas diferencias afloran y se necesita tener algo más que la pasión inicial para mantener una relación. El protagonista es un personaje que es buena persona, pero a quien le han pasado cosas tremendas, así que va dando bandazos y es la vida la que acaba jugando con él y no al revés.
A lo largo de la historia de la literatura se ha hablado del amor en muchos contextos. ¿Se realza un poco más cuando se da dentro de un periodo tan complicado como este?
Los grandes motores del mundo son el amor y la guerra. El amor y la pasión se agrandan en esos tiempos de incertidumbre donde no sabes si vas a morir mañana. Por eso se hicieron todos esos matrimonios durante la Guerra Civil, querían dejar algo antes de morir en el frente. La vida no valía nada, por eso cuando me hablan de héroes y villanos en los bandos siempre respondo que los villanos son los de arriba, quienes mandaban a todos esos muchachos a carnicerías atroces. Todos esos soldados eran héroes, la documentación se la ponían en el bolsillo en lugar de en el pecho porque tenían miedo de que cuando les dispararan sus familias no supieran recuperar sus cadáveres. Salían a perder, a morir. Por ejemplo, de las Brigadas Internacionales llegadas de Francia cruzaron el Ebro unos 1.000 soldados y llegaron al otro lado sólo 160. El amor era la gran recompensa, efímera porque a lo mejor sólo duraba una noche.
¿Cree que en algún momento se van a cerrar esas heridas de la Guerra Civil?
Creo que es muy difícil, somos herederos de aquello. Hay gente que asegura que ya son muchos los libros que tratan sobre la Guerra Civil; yo defiendo que sólo tendríamos que hablar de la Guerra Civil, es el acontecimiento más importante que ha vivido este país y sus huellas siguen ahí. Por nacimiento yo pertenezco a uno de los bandos, el de los ganadores, pero por conciencia también he sido heredera del otro bando. Espero que haya muchos como yo que podamos hablar de los dos bandos con cierta objetividad y distancia. Nos atañe a todos, cuanto más hablemos del tema, más cerca estaremos de la reconciliación real.
Como 'Cuando éramos ayer' se ha apoyado en Barcelona para construir esta historia, un lugar que conoce muy bien.
He tenido que documentarme mucho porque son temas muy complejos. Además, ahora, detrás de cada lector hay un historiador o un investigador, así que a la mínima que te equivoques hay muchos ojos leyendo y analizando, debes tener mucho cuidado con todos los datos. Barcelona es mi ciudad, desde luego, hablo de algunos escenarios, como el paseo de Gracia, que visito cada día. Pero también figuran en el libro muchas ciudades del exilio, como Toulouse, Perpiñán... La base de mis libros siempre es Barcelona, y estoy muy orgullosa. En mi barrio hay una librería muy modesta que mucho tiempo antes de la publicación de mis libros ponen un gran cartel anunciándolo.
¿Se siente especialmente orgullosa de haber creado una especie de comunidad en X que se aleja de los insultos y los malos modos?
Tengo Twitter, YouTube e Instagram. Me hablan mal de las redes sociales, pero a mí me han servido un montón. Vivo sola, bueno, vivo con mi perro, pero durante la pandemia no me sentía sola. La amistad ha cambiado con el tiempo, antes se limitaba prácticamente a la gente que había ido contigo al colegio. La amistad evoluciona y considero amigos a muchas personas que no conozco personalmente. Si tengo un día malo, me consuelan; cada vez que saco un libro, me jalean y me apoyan. Solo he encontrado, de verdad, cariño, generosidad y alegría. Antes de dormir siempre paso un rato en redes sociales y me rio sola en la cama. Estoy muy agradecida por la compañía que me dan.
Hace prácticamente un año que lanzaba su anterior novela, un espacio de tiempo relativamente corto. Imagino que esto habla de una época de creatividad y de una pasión intacta por la literatura.
Cuanto mayor me hago, más trabajo. Ahora estoy con Julia Otero en la radio, trabajo en Lecturas desde hace años, abrí mi canal en YouTube y, sobre todo, mi actividad principal es escribir libros. Por una parte no tengo vida social, el trabajo es lo que más me divierte en sus dos vertientes, leer y escribir. La inteligencia es un músculo, cuanto más la usas, más se desarrolla. Me hace ilusión hacer cosas nuevas. Espero que algún día, si empiezo a fallar, la gente me diga que esto ya no toca, especialmente mi hijo, que fue quien me animó a hacerme 'youtuber'. Siempre salía cabreada de las televisiones, por lo que me propuso tener mi propio canal. No sabes lo bien que me lo paso.
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