La ingeniera química parte de sus conocimientos sobre neurociencia para publicar ‘Sorprende a tu mente' (editorial Planeta), un libro para animar al entrenamiento de nuestro cerebro.
Archivado en: entrevistas, literatura, cultura, neurociencia, Ana Ibáñez
Francisco Quirós Soriano
01/9/2023 - 00:44
Septiembre es, junto a enero, el mes por antonomasia de los propósitos. Apuntarse al gimnasio, dejar de fumar o aprender un idioma son algunos de los retos más comunes que nos proponemos en estas fechas, todos ellos loables e interesantes pero situados en un escalón inferior a la meta que propone Ana Ibáñez: desarrollar al máximo nuestro cerebro.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro y cómo influye tu experiencia en MindStudio?
De manera natural veo algunas cosas muy claras, para mí no supone mucho esfuerzo ver qué pautas, qué claves nos hacen llevar a nuestra mente a un lugar mejor, y lo utilizo todos los días en MindStudio cuando entreno a la gente. Me lo estaban pidiendo, plasmar por escrito todo lo que allí desarrollamos. Este libro es una parte de lo que yo utilizo a diario para entrenar e intentar ponerlo de una manera súper sencilla. Cuando me puse a escribir el libro quería que fuera científico y que realmente la gente aprendiera algo, que cuando tú te lees el libro sepas algo más del cerebro de lo que antes sabías. Muchos libros no van al fondo, te están enseñando pautas, pero yo quiero que, desde el sentido común, cada uno pueda saber más de cómo funciona el cerebro. Para ello tenía que encontrar el punto entre hacerlo muy técnico y hacerlo accesible para todo el mundo. Tengo dos hijos adolescentes, muy listas, que les encanta lo que yo hago y que están siempre muy próximas. Lo escribí pensando en ellas. Me obligué a hacerlo de dos maneras: accesible y desde el mayor cariño posible, porque era como escribir para ellas. Ese fue el punto de partida.
La transformación cerebral es un concepto que nos puede parecer a veces demasiado difícil de alcanzar. ¿Crees que esto se debe a desinformacion o aún punto de comodidad?
A ambas cosas, pero todos hemos oído, seguro, en el colegio de que el cerebro es una máquina complicadísima y nunca nos han enseñado que se pueden hacer cosas para cambiarlo, siempre nos lo han presentado como una caja negra, es como si fuera por libre, hace lo que quiere y nosotros tenemos casi que aguantarlo. Eso es falso. La analogía es con el cuerpo humano, puedes haber nacido con mayor o menor dotación física, pero si entrenas en el gimnasio vas a desarrollar tus músculos al nivel que puedas. Con el cerebro pasa exactamente igual. No lo hacemos por desinformacion, nadie nos lo ha dicho, y eso es lo que yo quiero romper: sí, se puede hacer. Son cosas muy sencillas que sorprenden a tu cerebro y que le obligan a salir de algo que hace de forma automática. Tenemos una capacidad extraordinaria para cambiar cómo funciona nuestro cerebro, y yo lo veo en el día a día.
Abordas la parte del estrés con una visión un tanto rompedora: siempre nos han dicho que el estímulo estaba en el exterior y que nosotros podíamos hacer poco.
Sí, efectivamente. Dos personas pueden estar sometidas a la misma situación y una vivirla como un estrés horroroso y la otra vivirla bien. Uno se da cuenta claramente que no es el estresor lo que nos hace vivirlo de una u otra manera, sino que es la capacidad que tenemos. Hay situaciones que son estresantes per se, y está bien que lo sean porque para llegar a un lugar nuevo, más desarrollado, siempre tenemos que someternos a un estrés, la diferencia está en si nosotros somos capaces de que se estrés sea positivo, para lo cual necesitamos tener muy claro cuál es el beneficio detrás de ese estrés y limitarlo en el tiempo, o que ese estrés se vuelva negativo y que sea algo que no podemos controlar cayendo en situaciones donde uno empieza a quemarte y empiezas a tener problemas. Podemos prepararnos, anticipar el estrés que vamos a vivir a lo largo de nuestra vida y tener un cerebro que sea flexible.
Otro concepto, el miedo, que abordas en el segundo capítulo de la primera parte del libro. ¿Somos víctimas de ese mensaje hay que superar los miedos?
Sí, el miedo va a estar siempre presente en nuestra vida, es la primera emoción que nos mueve o que nos paraliza. Dicho de otra forma, el miedo es lo que nos mantiene vivos, tenemos que aprender a convivir con él y a darle el lugar necesario. El problema no es sentir miedo, que es normal, sino dejar que nos invada y se quede alojado en nosotros. El miedo es una señal buenísima a nivel evolutivo y de supervivencia para estar en alerta, pero la capacidad que tenemos que desarrollar es que, frente a un impulso o ante una señal de miedo, nuestro cerebro, en vez de quedarse allí alojado, tenga la capacidad de tomar perspectiva, mirarlo y definir en qué grado es alarmante. Eso se logra si el miedo no se queda paralizado y alojado en la amígdala cerebral, una parte que es más primitiva. Nuestra evolución cerebral hace que tengamos unos mecanismos de análisis del miedo extraordinarios, pero que solo se ponen en marcha si tenemos energía. Cuando nosotros sentimos miedo y toma el poder esta amígdala, baja nuestra capacidad más sofisticada de pensar. Cómo salir de este secuestro del miedo es algo que es muy interesante a nivel cerebral y es algo que explico en el libro. La mayor parte del miedo que sentimos es absurdo.
Sobre el estrés y la ansiedad, conceptos presentes en casi cualquier conversación del día a día, ¿va a encontrar pautas el lector en este libro? ¿Está en nuestra mano poder cambiarlo?
Creo que este libro sobre todo ayuda a eso, a bajar el estrés que tenemos y por ende la ansiedad, que es la suma del estrés en el tiempo, como si fuera crónico. Ambas coas son secuestros mentales. El estrés nos ocurre cuando hay algo estresante fuera sobre la que nuestro organismo reacciona, pero tenemos la capacidad de parar a través de pautas concretas. La esperanza que nos da es que nosotros podemos parar el estrés y el daño que nos hace. Nuestro cerebro, en vez de meterse en un círculo vicioso, empieza a salirse de ahí para hacer un círculo virtusoso, es alucinante. Luego la ansiedad llega cuando ese estrés ya se ha cronificado, se convierte en un esquema mental a través del cual tu cerebro te está contando una película que en realidad no existe. Para hacerle frente hay que quitarle el poder de no creerte lo que está pasando, saber que tu cerebro ha dejado de funcionar bien y tienes que tomar el control. En este sentido, lo que me parace más sencillo es tratarle como un niño con una pataleta, tomas la postura de adulto y vas dando pautas para salir de ahí.
Aseguras que tenemos muchas dificultades para comprender muchas veces qué sentimos. ¿Hace falta educación emocional en los colegios?
Absolutamente. Ganaríamos mucho como sociedad, fabricaríamos mucha felicidad si hiciéramos eso. Mi pero es que debe haber educación emocional desde un ángulo nuevo, no me gusta mucho el lado clásico de la psicología emocional, tenemos que ir más allá, introducir el cuerpo y las energías. Es mucho más fácil reconocerse en niveles de energía, si estoy lento, pesado, veo la vida negra... es más sencillo para nosotros hacer cosas más tangibles y empezar a ver que lo que sentimos es de una energía determinada. Tenemos que abrir los ojos y meterlo en la educación de una manera mucho más lúdica y bonita.
Uno de los grandes retos que te planteas en este libro es derribar mitos, por ejemplo, en el campo de personas con TDAH. ¿Cómo de difícil es acabar con todos esos prejuicios?
La gente que sufre de ello, cuando me escuchan hablar muchas veces se quedan con la boca abierta porque me trasladan que digo exactamente lo que sienten o lo que ven en sus hijos. De repente se dan cuenta de que tienen a alguien que está hablando en su mismo idioma y acaban saliendo de un lugar muy incómodo, un lugar mucho más duro, de enfermedad, de
desconocimiento, de medicación. Eso genera mucha angustia, la gente sufre mucho, pero tengo confianza en que va a ganar el sentido común.
Pones el foco en el cerebro incluso en aspectos como el amor, que muchas veces nos han vendido que va por otro lado.
Hay como dos grandes circuitos cerebrales o dos maneras de funcionar y entendemos que
el cerebro es el ordenador central que comunica con todo lo demás, el que dirige lo que somos, lo que sentimos, lo que pensamos... muy en contacto con el corazón, están muy unidos. Las dos grandes emociones que nos movilizan es el miedo, por supervivencia, y el amor, que es expansivo. El cerebro, que es tan inteligente, se relaciona con el campo electromagnético del corazón, son ondas que impactan y se relacionan. Nuestro cerebro, cuando es capaz de reducir la parte más racional, más cognitiva, se conecta de una manera emocional muy profunda que tenemos que descubrir en su totalidad; tenemos una capacidad a nivel amoroso extraordinaria.
¿Cómo se puede lidiar con la autocrítica interna?
Todos sufrimos de autoestima, nadie la tiene perfecta salvo que sea un poco psicópata. Es normal lidiar con la autoestima, que es cómo te sientes de querible frente a otros, es una necesidad humana vital, necesitamos que nos quieran para sobrevivir. Es necesario entender que conviven nosotros como dos cerebros, uno de niño, que buscó mucho la supervivencia y al ser querido, es el primero que se ha programado y el que le ha dado sentido al mundo, está muy presente durante toda la vida. Y luego tenemos un cerebro adulto que es el que está más dotado de las experiencias que hemos ido viviendo, tiene más capacidades de cambiar las cosas, es el que nos permite poner las cosas en su sitio, tener más perspectiva. El problema es que, en los momentos bajos, en los momentos en los que nos sentimos vulnerables, el que piensas es nuestro cerebro de niño, no el de adulto. Tenemos que saberlo para poner a hablar a esos dos cerebros. Un ejercicio muy bueno es pedir a otros tres cosas que les gustan de ti y por las que creen que mejoras su vida. Eso hace que conectes y veas el valor que tienes por ser tú mismo, es un motor poderosísimo para subir la autoestima.
Eres ingeniera superior, exnadadora de alto rendimiento, piloto de helicóptero, 'trainer'... Se puede decir que tu caso es un ejemplo fehaciente de esta transformación cerebral.
Creo que si en algo soy buena es en saber vencer miedos, que todos los tenemos y yo la primera. Me aterraba volar al principio. Podemos hacer cosas extraordinarias, a mí la vida me lo ha demostrado, cosas que parecían imposibles. Toda mi vida ha sido así, de retos, de disfrutar, de sentirme muy libre, de anticipar. A nuestro cerebro no le gustan las sorpresas, así que es bueno contar de antemano con que va a haber situaciones difíciles. Eso unido a todo el conocimiento por ser científico, cuanto más sé, más me maravilla la magia de lo desconocido que está detrás de la ciencia. Nosotros vemos una parte muy chiquitita del gran poder que tenemos a todos los niveles.
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