La autora bilbaína vuelve a sumergirse en la novela histórica de la mano de ‘Las dos vidas de Mina Índigo' (editorial Planeta). En esta obra retrata la Barcelona de 1888, a las puertas de la celebración de la Exposición Universal.
F. Q. Soriano
20/7/2023 - 16:22
Un crimen, una investigación a cargo de una médium y un forense y un contexto marcado por la Exposición Universal que se celebraba en Barcelona en 1888. Estos son los ingredientes que componen ‘Las dos vidas de Mina Índigo' (editorial Planeta), la nueva novela de Alaitz Leceaga para la que la autora bilbaína vuelve a sumergirse en el siglo XIX.
Barcelona, siglo XIX. La elección del contexto no es baladí. ¿Por qué elegiste esta época histórica?
Es verdad que el contexto histórico era un caldo demasiado jugoso como para no lanzarse a escribir una novela. Siempre me ha fascinado ese momento en el que el pasado se encuentra con la modernidad. Creo que en el momento de la Exposición Universal de Barcelona de 1888 chocan esos dos mundos, esa España que está en otra época y la modernidad que está a punto de llegar con todo lo que va a ser el siglo XX. De alguna manera siempre he querido ambientar una historia ahí. Es verdad que todas mis novelas se mueven por esa época, pero me atraía muchísimo escribir sobre ese momento concreto.
Efectivamente, otras novelas anteriores se enmarcan en determinadas etapas históricas. ¿Cómo es esa labor de documentación?
Voy a confesar que me encanta la parte de documentación, buscar datos, ir a bibliotecas, conseguir fotografías, archivos... De alguna manera creo que es algo que le debes al lector. Cuando alguien escoge tu novela de entre todas las maravillosas que hay entre las novedades, si es histórica, le debes ese poder zambullirse en ese momento histórico y, para eso, es inevitable todo el trabajo de documentación. Al menos es como yo lo veo.
¿Ha habido algún hilo que te llevase a dibujar esta trama?
Curiosamente los personajes ya vivían de algún modo en mi mente, en mi imaginación. Es verdad que en ese momento histórico todo lo que tiene que ver con el ocultismo y el espiritismo está muy de moda entre las clases altas. Fue un proceso de comenzar a pensar en qué lugar iba a poder dar vida a estos personajes. Finalmente Barcelona es la opción perfecta por todos esos movimientos sociales que están bullendo bajo la superficie, esa Exposición Universal celebrándose y ese interés por el ocultismo y lo paranormal.
Los personajes tienen sus contrastes. ¿Es lo que más trabajo te ha llevado?
Me encanta toda la parte de los personajes, disfruto mucho con ello. De alguna forma se quedan conmigo tiempo antes de empezar la novela y tiempo después de acabarla. Cuando son personajes con muchas capas como es Mina, casi te cuesta despedirte de ellos. Me gusta conocerles, poder escribir sobre su relación y ver cómo evolucionan.
Hablando de personajes, es inevitable hacerlo sobre Mina Índigo. ¿Te has basado en alguna de las médium de esa época?
Es verdad que había muchas médium famosas en esa época, algunas tenían organizaciones importantes, no se dedicaban sólo al espiritismo. Pero ninguno de los personajes es real, Nina está salida 100% de mi imaginación.
¿Por qué generaban tanta fascinación entre la clase alta de la época las sesiones de espiritismo?
Es algo que me he preguntado bastante durante la parte de documentación y de escritura de la novela. Principalmente se debe a que ese mundo, tal y como lo conocían, estaba a punto de terminarse y, de alguna manera, son conscientes de los cambios que se avecinaban. Primero creo que era puro divertimento, estaba de moda y era inofensivo, se puede decir que es como ahora los redes sociales, pero sobre todo había una necesidad a aferrarse al pasado que empieza a desaparecer.
Mina Índigo es una persona muy inteligente que, sin embargo, se deja llevar por los presentimientos. ¿Crees que es compatible?
Mina ha sido uno de los personajes que más he disfrutado escribiendo precisamente por todas esas contradicciones que tiene. Puede que caiga mejor o peor durante la novela, pero todas esas contradicciones la convierten en una persona real y nos ayudan a comprender por qué hace ciertas cosas. Ella es pura contradicción, es inteligente pero también es puro impulso. Los dos puntos tienen una especie de baile.
Uno de los puntos donde más se puede apreciar los cambios que se han dado desde entonces hasta ahora es la investigación policial. ¿Ha sido muy difícil encontrar información sobre cómo se trabajaba en esa época?
Como autora y lectora de novela histórica y 'thriller' siempre me han fascinado los procesos forenses y criminales, cómo es la primera vez que alguien descubre que dejamos huellas en todo lo que tocamos y cómo se convierte eso en una prueba ante un tribunal. Me gustó muchísimo documentarme sobre ello y quería que estuviera muy presente en la novela, porque el doctor Ellis, con esa mente científica, tenía que estar dispuesto a comprender esos procesos forenses.
¿Hay algo que te haya llamado la atención sobre esos métodos?
Por ejemplo cómo se cuestionaba algo que a día de hoy nos parece incuestionable: una huella dactilar. Hace casi 40 años que se admite como prueba en casi todos los juzgados del mundo, hemos seguido crímenes reales en los que si se encuentra la huella de alguien lo damos por resuelto. Pero me ha parecido increíble que entonces se pusiera en entredicho el hallazgo de una huella forense.
Puestos a fantasear, ¿te has imaginado cómo serían Mina Índigo y el doctor Ellis en el siglo XXI?
No los imagino muy diferentes, pero habría cosas que fascinarían al doctor Ellis, como la informática, los avances científicos o la inteligencia artificial. Mina podría ser una 'influencer', alguien que no pasaría desapercibida.
¿Qué ha cambiado en la Alaitz escritora respecto a aquella autora casi novel de 2018 que publicó 'El bosque sabe tu nombre'?
Muchas cosas han cambiado. 'El bosque sabe tu nombre' supuso un gran éxito para mí, me permitió publicar en otros países, adaptaciones de la novela.... Realmente fue un éxito absoluto, pasé de 0 a 100, era una autora desconocida, sin ningún contacto. Ese éxito y el de mis siguientes novelas me ha permitido algo que considero una gran fortuna: poder dedicarme a escribir. Soy consciente de la suerte que tengo y de los pocos autores que lo consiguen.
¿Esta pasión ha estado siempre contigo?
Sí, desde que era muy pequeñita. Primero como lectora, que es el acercamiento que tenemos todos los autores a la literatura, y después como autora. Desde joven escribía mis propias historias, algunas por capítulos que iba publicando en intenet. Después vino 'El bosque sabe tu nombre'.
Hablando de éxitos, has recibido el Fernando Lara, también has sido finalista de El Ojo Crítico de RNE. ¿Cómo llevas todos estos reconocimientos?
Cuando escribo y trabajo en una historia nueva siempre pienso en la historia que me gustaría leer en ese momento de mi vida. Pienso que seguramente hay muchas personas a las que tal vez les vaya a interesar. Las expectactivas de los lectores, las editoriales y las propias como autora siempre están ahí, no lo voy a negar, pero cuando llega el momento de sentarme frente el teclado ahí sólo están la historia, los personajes y yo misma.
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