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Victoria González Torralba: "La libertad en la literatura también tiene trampas, te obliga a seleccionar"

La autora barcelonesa presenta ‘Buenos tiempos' (editorial Siruela). Desmarcada del inspector Méndez, articula una trama tan envolvente como vertiginosa.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Victoria González Torralba

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Foto: Europa Press

"Hay intriga y misterio, pero sobre todo personajes con claroscuros"

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F. Q. Soriano
29/6/2023 - 00:17

Se podría decir que lleva en los genes la pasión por la literatura. Victoria González Torralba presenta su segunda novela, ‘Buenos tiempos' (editorial Siruela), después de la gran acogida que tuvo ‘Llámame Méndez', precuela de la serie creada por su padre, el escritor Francisco González Ledesma.

Tras su primera novela, 'Llámame Méndez', ¿cómo definiría este nuevo libro?
Se trata de una novela negra, pero en este caso creo que tiene ingredientes de una novela de aventuras y también diría iniciática, ya que la protagonista sufre una transformación desde que arranca la historia. Hay varias intrigas, una principal, pero luego se despliegan otras. Lo que pretendo es que el lector esté siempre con el sobresalto de qué va a ocurrir en el siguiente capítulo. Como digo, está bien hablar de novela negra, pero también tiene otros ingredientes.

En 'Llámame Méndez' el protagonista principal venía dado por unas novelas que escribió su padre, Francisco González. ¿Ha tenido que recorrer un poco más de camino para articular este 'Buenos tiempos'?
Sí, ha sido más que un camino como si fuera cortando hilos. Cuando escribí 'Llámame Méndez', me tenía que ceñir a dos imperativos: respetar el estilo de mi padre, porque entendía que el lector que se acercara a esos libros iba a querer encontrar el estilo narrativo de Francisco González Ledesma; y, por otro lado, tenía que respetar la idiosincrasia del personaje. Todo esto parecía un inconveniente, pero no me resultó demasiado complicado. En 'Buenos tiempos' el trabajo fue al revés. La libertad tiene sus trampas, te obliga a estar seleccionando y exigiendo constantemente, me llevó un tiempo ubicarme en mi propia voz.

En las primeras páginas encontramos una nota suya en la que dice que "todos los personajes son fruto de la imaginación salvo uno". ¿Podemos desvelar ese misterio?
No voy a desvelar ese misterio pero sí que voy a decir que no es Laura. Sólo voy a dar una pista: el personaje más real es que quizás en el papel parece más irreal.

Hay un hallazgo clave en toda la trama que demuestra el papel que juega el mar y la zona costera donde se desarrolla la trama. ¿Tenía claro que debía ubicar la historia en ese contexto?
Sí. El primer personaje que me asaltó fue el de Juan Sil, que está un poco inspirado en John Silver, de 'La isla del tesoro'. Al pensar en él, dibujando quién iba a ser Juan Sil, sí o sí lo tenía que situar al lado del mar porque, como escenario, es muy atractivo, ya que puede ser muy relajante y al mismo tiempo es una fuente de movimientos extra. Aquí hay contrabando. Además, en mi novela es un paisaje muy ambivalente porque en verano tiene una forma muy distinta al invierno; cuando estamos de vacaciones, el mar se ve de una manera, allí vamos a ser felices, mientras que en invierno invita a la soledad.

Laura habla en presente de lo que le va sucediendo en el día a día, pero su pasado tiene un peso decisivo. ¿Cómo se articula todo esto para que tenga sentido y no sea enrevesado?
Toca hacer muchos esquemas, pensar mucho e intentar dosificar lo que quieres dar a conocer al lector. En 'Buenos tiempos' me gustaba que el lector supiera lo mismo que sabe Laura, eso me atraía mucho, que el lector y la protagonista estén en el mismo punto de desconocimiento. Muchos de los enigmas que resuelve tiene que ver con todo lo que desconoce de su propio pasado. Siempre he pensado que mi manera de articular los capítulos se parece un poco a Silver Kane, que era el seudónimo que usaba mi padre para las novelas del Oeste. En este caso me he librado de González Ledesma porque no pretendía hacer su estilo, pero en el estilo, sin quererlo, me ha salido un poco Silver Kane.

En esta historia, Laura tira mucho de honestidad. ¿Hay un deseo de moraleja?
No ha habido una voluntad consciente, pero la novela siempre pretende poner orden en un mundo que no lo tiene, hay que dar credibilidad a la historia. Dentro de ese orden, me gusta que las cosas que salgan bien, que la gente buena tenga recompensa. Me gusta trazar los personajes así. Es rendir cuentas a favor de los buenos actos.

Aunque no creo que sea un tema central de la novela, Laura sufre en muchas ocasiones una atmósfera machista. ¿Quería hacer una denuncia de esas situaciones que muchas veces pueden ser tristemente cotidianas?
Más que retratarlo, como la novela está ubicada en los años 70 refleja que éramos así, las cosas hay que retratarlas como son. Hay mucho que avanzar aún respecto al comportamiento con las mujeres, pero si te trasladas a los años 70 la diferencia es aún más brutal. Además, en este caso la protagonista tiene un punto de indefensión. No he querido denunciarlo, pero sí retratarlo, que quizás es lo mismo.

Otro de los personajes es Álex Lobo. ¿Caemos en demasiadas ocasiones en el reduccionismo entre lo bueno y lo malo sin mirar a la escala de grises?
A mí entender sí que se cae mucho en ello. Un buen personaje sí debe tener claroscuros porque es lo que atrae más al lector y porque es lo que más se corresponde con la realidad. Lobo es el canalla, físicamente es atractivo. Siempre es mejor un personaje que se maneje en los grises y, sobre todo, que sea muy tornasolado, que según las circunstancias pueda ser de un color u otro.

Una de las reseñas habla de este libro "incluye todo lo que debe tener una buena novela negra". ¿Cuáles son los ingredientes esenciales?
La novela negra es un saco en el que cada vez caben más cosas, pero debe tener una intriga, una misterio, un retrato de una sociedad ya que es la novela donde se suele hacer más denuncia social a través del retrato de algunas situaciones. Esta novela lo tiene. Pero esencialmente una novela negra debe tener unos personajes con claroscuros.

Lo que queda claro con esta novela es que no está reñido el entretenimiento con la calidad literaria.
Yo lo creo así. Muchas veces se dice que el autor escribe la novela que le gustaría leer, y yo, en este caso, es lo que he hecho. Me gusta que me mantenga en vilo, sea de la forma que sea, por ejemplo, un ensayo también puede ser trepidante. Creo que no hay que aburrirse, todo lo contrario. Sí que es cierto que a veces esa apuesta por mantener al lector enganchado se cae en una escritura muy rudimentaria, en un empobrecimiento que no beneficia a la novela.

¿Qué se siente cuando llegan halagos de gente como Carlos Zanón?
Se siente una felicidad muy grande, pero también una parte de alivio porque cuando lanzas una novela tú sabes lo que piensas sobre ella, tú mismo te has dado el aval, pero siempre existe el vértigo sobre qué van a pensar los demás. Y cuando llega alguien como Carlos Zanón, que para mí es uno de los escritores más importantes de este país, te hace un halago, te salen alas y te elevas un poco del suelo.

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