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Reyes Calderón: "En periodos de crisis, la parte oscura del ser humano brilla más"

La autora, considerada una de las grandes pioneras del ‘thriller', publica ‘El juego de los crímenes perfectos'. A través de una trama sorprendente, también aborda aspectos como la labor de los sanitarios y los jueces.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Reyes Calderón

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Reyes Calderón

Foto: Carlos Ruiz B. K.

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Francisco Quirós Soriano
28/4/2022 - 00:55

La pandemia en general y el confinamiento de 2020 en particular han sido periodos que han dejado muchos momentos para recordar, muchos de ellos negativos. En el caso de la escritora Reyes Calderón, esta etapa también ha dejado aspectos positivos. Uno de ellos, la publicación de una nueva novela, ‘El juego de los crímenes perfectos', una historia criminal ambientada en Madrid, ciudad en la que la autora lleva viviendo poco tiempo, pero a la que agradece el hecho de sentirse "muy acogida; aquí no hay extranjeros, solo nos dividimos entre turistas y residentes".

Un ataúd que nadie reclama en la morgue del Palacio de Hielo en el momento más duro de la pandemia. Es casi imposible que el lector no sienta curiosidad con inicio de novela como este.
Aquella imagen que vimos del Palacio de Hielo lleno de ataúdes nos impactó a todos muchísimo. En el libro se describe a un féretro sin reclamar que, cuando se acabara con ese asunto, ya podríamos casi volver a la normalidad. Hay otro punto que tuve en cuenta, durante ese punto de la pandemia estaba prohibido hacer autopsias, por tanto era el momento más oportuno para que un asesino pasara mucho más desapercibido,

Al margen de la intriga, el lector va a poder rememorar aquellos días tan oscuros, ¿crees que eso aporta un punto más de desasosiego?
Creo que la novela trata esa etapa con mucha normalidad y esperanza, además, estoy convencida de que compartir el dolor lo hace mucho más suave. No creo que el lector lo vaya a pasar mal, sino todo lo contrario, es el momento en el que, después de un largo confinamiento, volvíamos a la normalidad y recuperábamos esos sentimientos y valores que habían emergido con la pandemia y que creo que teníamos aletargados, incluso conocimos a vecinos que llevábamos tiempo sin ver a pesar de vivir muy cerca. Dejamos nuestras rencillas y creamos un nuevos lazos de comunidad. Eso fue fantástico.

"Me meto de una forma tan profunda en los personajes que me dan miedo" 


En el confinamiento a unos les dio por hacer retos virales en redes sociales y a otros por cocinar. En tu caso, ¿comenzaste a escribir esta novela?
Sí. La verdad es que tenía a mis hijos dispersos por territorios tan diferentes como Palestina, Albania o Dubai, así que ante la incertidumbre de lo que se nos venía encima les invité a venir a mi casa. Nos tocó hacer horarios, pero fue una experiencia familiar fantástica y muy divertida. Yo aproveché para leer y escribir, sobre todo para diseñar el alma de los personajes. Es un tiempo que recuerdo, pese a todo, como muy fructífera.

Haciendo referencia al título, ¿existe el crimen perfecto?
Si por perfecto entendemos aquellos que no se han podido resolver y, por tanto, no se ha podido hacer justicia, sí, muchísimos. Lo que tienen los asesinos en serie, que son incapaces de empatizar, son narcisistas, disfrutan mostrando lo que ellos consideran un arte. Son tan narcisistas, que incluso corriendo riesgos con ello, se sienten más inteligentes que la policía y juegan a quedar por encima. Es habitual mandar cosas a la prensa, demostrando que no quiere pasar desapercibido.  

¿Cómo es ese viaje a la mente de un asesino psicópata?
Comprendo que me lo tengo que hacer mirar (entre risas), mi madre insiste en que mejor escriba poesía. Es cierto que leo mucha psiquiatría e informes de diferentes casos, pero me meto muy profundamente en los personajes, tanto que tengo miedo. Todo el mundo me insiste en que es algo irracional, que son personajes de ficción, pero no puedo evitarlo, los termino cogiendo miedo. Es una experiencia muy intensa meterse en esta frialdad sin sentimientos; lo que les sucede a los psicópatas es que no saben querer. Me resulta durísimo meterme en esos perfiles, es como si te poseyeran y escribieran ellos, aunque suene terrible. Todo ello está basado en mucha ciencia psiquiátrica y criminología. Modelar el alma de un psicópata es duro, pero tiene que ser así. Cuando pasa un tiempo y me he alejado de la novela, si la vuelvo a leer, recuerdo todo ese proceso.

Profesionales de la criminología insisten en que la realidad siempre acaba superando a la ficción. ¿Influye esto en ese miedo que describes?
Sí, he tenido experiencias a lo largo de mi trayectoria, incluso con lectores que se presentan en tu casa y te dicen determinadas cosas que impactan. No haría falta imaginar demasiado, solo pasearse por la vida, por lo bueno y por lo malo. Creo que la pandemia ha hecho que nuestros blancos, reflejados en la bondad, sean mucho más brillantes, pero como en periodos de crisis hay gente que aprovecha, no solo para matar, sino para hacer negocios o aprovecharse del resto. Lo negro también resulta más brillante.  

¿Puede la venganza convertir en asesino a cualquiera?
Creo que hay dos tipos de venganza, una en caliente, que surge de un primer impulso y es casi un mecanismo de defensa, pero casi todos tenemos ese freno para reprimirlo, entre otras cosas porque la felicidad tiene muy mala memoria: si tienes muy buena memoria, estás constantemente recordando quién te ha hecho daño, y así es imposible ser feliz. Más vale olvidar y, si es posible, perdonar. Luego hay otro tipo de venganza, mascullada, medida, planificada.

Uno de los personajes con más peso en 'El juego de los crímenes perfectos' es Paloma Padierna. ¿Es una reivindicación a la labor de los sanitarios durante la pandemia?
Sí. Cuando me he movido por el mundo, en ocasiones, me ha tocado visitar a médicos y puedo decir que nuestra Sanidad, ya sea pública o privada, es buenísima, pero no por la tecnología o los edificios, sino por la gente. Un médico dedica seis años a estudiar, luego pasa un MIR, continúa con años de residencia y acaba cobrando bastante menos que gente sin ningún tipo de formación. Son personas con una vocación de servicio tremenda, lo hemos visto en la pandemia. Cuando todo un país se pone de acuerdo para salir a aplaudir a las 8 de la noche a los sanitarios, dice mucho. Me gustaría reivindicar a este colectivo y decirle a los políticos de turno, me da igual de qué partido, que apreciar también es poner precio, hace falta invertir en esta gente y cuidarles tal y como ellos hacen con nosotros.

"Nuestros sanitarios son muy buenos, hay que invertir mucho más en ese colectivo" 


La novela está llena de contrastes. Uno de ellos es el del juez Calvo, que no puede ver cadáver, y su pareja, cuyo nombre en la mitología está relacionado con la muerte.
La vida tiene un punto que hay que tomarse con humor y alegría. Con el tiempo he ido aprendido a reírme de mí misma, es un buen ejercicio. Algunos jueces son capaces de sacar adelante casos que tienen que ver con blanqueo de capitales, pero cuando hay un muerto se ponen muy nerviosos. Si a eso le sumas que sea supersticioso, ya lo complica un poco más. Eso es lo que he querido reflejar en la novela con este personaje del juez, que en un principio iba a tener menos peso, pero al final lo ha reclamado y se lo he dado.

A partir de esa documentación exhaustiva que realizas para escribir tus novelas, ¿qué falla en la investigación de crímenes en España?
Muchas veces los jueces no tienen los medios que necesitan, la Justicia debe aprovechar la digitalización. España tiene un sistema muy garantista, y eso obliga a hacer el proceso un poco más lento. Nuestra sociedad está muy legalizada y judicializada, por lo que considero que necesitamos más jueces para poder trabajar con más celeridad. En definitiva, se necesita una transformación digital urgente y gente joven y dinámica.

Se te han puesto etiquetas como "la gran dama del crimen", o "una de las pioneras del thriller". ¿Te sientes cómoda con estos calificativos?

La entrada de las mujeres en un entorno que no era tan propicio ha conseguido que un género colateral, que tenía poca calidad literaria, se ha convertido en literatura sin apellidos. Hay una tendencia muy femenina a la minuciosidad, a la investigación, a ser muy precisa... ha hecho que el género suba de nivel. Todo el mundo me decía cuando empecé que no me pegaba nada; me daba lo mismo, hago como las viudas, escucho a todo el mundo y luego hago lo que me da la gana. Me enorgullece, porque no hago literatura negra y sangrienta, sino de personajes, de sentimientos, de intriga, de contrastes. A mí me sirve para conocer muchas cosas sobre mí misma que desconocía. Me lo he pasado muy bien con esta novela, y cuando es así, creo que la novela sale mejor. Espero que el lector lo pase así.

 

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