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Barbi Recanati: "La industria pone a la mujer como referente, pero con una visión capitalista"

La cantante argentina recoge en 'Mostras del rock' (editorial Sigilo) la historia de 48 artistas cuyo legado ha sido clave para el desarrollo de la industria musical. "Si yo sabía tanto de rock y tan poco de ellas, ¿realmente sabía algo de rock", se pregunta. Este es el trasfondo de esta obra.

Archivado en: entrevistas, cultura, música, Barbi Recanati

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Francisco Quirós
06/4/2022 - 20:43

El primer capítulo del libro se llama 'Eso que nunca me contaron del rock'. ¿Ese es, a grandes rasgos, el objetivo de este libro?
Sí, de hecho cuando la editorial Sigilo nos invitó a hacer la edición española hablamos mucho del título, un modismo muy argentino. El nombre que se pensó era precisamente ese, 'Eso que nunca me contaron del rock'.

¿Qué te llevó a escribirlo?
Me invitaron hace unos años a hacer un podcast, tenía el mismo nombre. Tratábamos sobre mis 'ídolas' musicales, me senté a hacerlo, tenía claro quiénes eran, con nombres como Patti Smith, muy conocidas. Cuando me puse a escribir sobre ellas encontré muchas pequeñas historias y otras músicas que eran sus influencias. Tirando de ese hilo encontré más influencias hasta llegar a Mamie Smith. Intentando escribir un prólogo para aquel episodio del podcast me enojó bastante enterarme que el primer blues, el puntapié inicial del rock, la razón por la que la industria invirtió tanto dinero en ello, fue una canción grabada por una mujer. Esa información nunca la tuve. Me di cuenta de que tendría que haber millones de historias como esta. Varios años después, el podcast tuvo mucho éxito en Argentina y en Latinoamérica. Me invitaron a hacer el libro y pensé que tenía que redoblar la apuesta en cuanto a llegar al público. Fue ahí cuando llamé a Power Paola para darlo formato de fanzine, de fácil acceso, que sea un libro que quieras comprar aunque no te guste tanto la música por su belleza o porque te parezca divertido.

El libro está dedicado a Pat Pietrafesa y a tu madre. ¿Son tus dos mayores referentes?
Pat Pietrafesa es una música y trabajadora de la autogestión en Argentina muy importante desde los años 80. Actualmente toca en Kumbia Queers, un grupo que viene mucho a Europa, fue la primera en cantar sobre el aborto frente al congreso en los años 90, una de las creadoras de más fanzines en Argentina, muy punk. Por lo contrario, mi mamá está bastante lejos del punk y de la auogestión. Sé fue muy pequeña a vivir a Argentina desde el País Vasco, escapando del Franquismo, a un país donde el inmigrante europeo no era entonces bienvenido. Salió adelante con el sostén de la familia hasta que terminó de trabajar, toda la vida. Crecí con dos pilares femeninos que me permitieron darme cuenta del sexismo que me rodeaba. Esa burbuja de empoderamiento hizo que pudiera autoconvencerme de que podía ser una rockera.

Cuentas que la pasión por el rock se despertó en ti cuando tenías 7 años tras ver 'American Pop'. Casi 30 años después, ¿crees que a nivel cultural se le ha dado a la mujer el papel que merece?
Hoy, en 2022, la industria del entretenimiento se ve obligada a poner a la mujer como referente. Pero siempre lo hacen pensando en la comercialización y el capitalismo. Las cosas han cambiado y seguirán cambiando, pero están muy lejos de llegar a un punto de equidad. Por alguna razón sigue siendo muy común, y cuestionable, que el protagonista de una película, serie o líder de una banda sea un hombre, independientemente de su edad o apariencia física, y se hablará de cómo actúa o canta, no de su aspecto. La mujer aún no llegó a esa estancia, está muy lejos, de hecho, cuando lo hace, solo se habla de eso.

¿En qué momento fuiste consciente de que te habían robado parte de ese ADN del que hablas en el libro?
Creo que cuando hice el podcast. Lo comencé a hacer muy segura y al final, si lo escuchas detenidamente, te das cuenta de que estoy muy enojada, indignada. La historia de Mamie Smith me afectó porque pasé gran parte de mi infancia dentro de disquerías. Salía del colegio y estaba todo el tiempo. Había vinilos y revistas, mucho material importado de Europa antes de Internet. Venían muchos señores y me hablaban de artistas y bandas de hombres; casi todos tenían de ídolo a Robert Johnson. Este artista murió joven, con 27 años, se sabía poco de él, pero yo tenía su disco, una película... Todo el mundo hablaba de él. Robert Johnson grabó su disco siete años después de Mamie Smith. Entonces me pregunté cómo el relato se continuó durante tantas décadas hasta el punto de que tantos hombres me hablaban de Robert Johnson pero no de Mamie Smith, a pesar de que las canciones de ellas eran superiores. Aprovecharon que no había una democratización de la información para contar solo lo que quisieron.

Además de Mamie Smith, ¿ha habido algún otro caso que durante el proceso de documentación te haya llamado la atención?
Sí, muchos. Me llamó mucho la atención una anécdota sobre Joni Mitchell que no conocía. Cuando ella publicó el álbum 'Blue', la revista Rolling Stone publicó un artículo con la lista de los hombres con los que había tenido relaciones sexuales, explicando que esa era la razón de su éxito. Las historias de Jackie Shane y Buffy Sainte-Maire las desconocía por completo. La curiosidad de un columnista de Canadá hizo que la fuera a buscar a su propia casa. A partir de ahí sacaron una recopilación con sus mejores temas que ganó un Grammy. Al poco tiempo, ella murió. Si no hubiera sido por la curiosidad de esa persona ni yo ni miles de personas nos habríamos enterado de que en el puesto número 1 de Canadá estaba sonando una cantante trans afroamericana de soul, Esas pequeñas piezas del rompecabezas de la historia del rock se han borrado, no es casualidad. Las mujeres trans, lesbianas, pobres, marginadas... Me pareció muy revelador que no hubiera escuchado nada de todas estas historias.

¿Qué le falta a la industria musical y cultural para dar a la mujer el papel que merece?
Hay algo muy importante, tiene que ver con que la industria es explotadora, precarizadora y abusadora; no funciona. Incluso cuando te va bien son capaces de matarte para llevarte más allá. Hay una explotación humana ridícula que no convive con la equidad, cuando hay que competir tanto y llevar a 6.000 personas a un estadio estás oprimiendo a gran parte de la cultura, no tiene lógica que a 100.000 personas les guste la misma canción. Se alimenta una carrera para explotarla al máximo, sin importar las consecuencias que tenga para ese artista. Las personas que se llevan dinero de todo eso son dos. Me parece fatal. Y las mujeres casi no pueden participar.

¿Debería potenciarse más la sororidad a nivel artístico y cultural?
La sororidad a mí me cambió la vida, por más que la palabra esté ya trillada. Todo lo que hago, lo hago por ayuda y apoyo de compañeras. No creo que se necesite más de eso, sino menos de lo otro. Es muy importante que las nuevas y nuevos artistas se suban al escenario con otra cabeza, de una forma contestataria a esa industria, y eso sí tiene que ver con la sororidad. Si no hay equidad, si el resto de colegas no son felices, es un lugar muy triste para hacer música, no merece la pena.

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