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Raquel Haro: "Tenía miedo al cáncer, así que no dejé mucho espacio al miedo a la pandemia"

La guionista madrileña cuenta en 'Me falta una teta' (editorial Planeta) su experiencia con el cáncer de mama, siempre mezclando ternura, emoción y un gran sentido del humor.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Raquel Haro

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"El sentido del humor es mi antídoto, pero eso no significa que haya estado todo el tiempo riendo"

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Francisco Quirós
04/2/2022 - 10:49

La primera pregunta no es una mera cuestión de cortesía: ¿cómo estás?
Estoy muy bien, la verdad, dentro de que mi nueva normalidad es estar bastante 'empastillada'. Tengo que seguir tomando cosas para evitar que el cáncer vuelva, pero estoy bien, me dieron el alta en septiembre y estoy contenta.

'Me falta una teta' se lanzaba este miércoles 2. ¿Cuáles son las primeras valoraciones que te han llegado?
Está gustando mucho. Aún no ha dado tiempo a hacer reseñas, pero el 'feedback' que me llega es muy bueno. Ya que desde que empecé a escribir sobre mi proceso, primero en el blog, la respuesta siempre ha sido muy buena, es lo que anima a estar de buen humor, porque este proceso de escritura ha sido paralelo al del cáncer y ha sido muy bonito. No he parado de recibir mensajes y propuestas, como la de Planeta para escribir este libro, incluso me ha permitido cambiar de trabajo, dentro de la misma productora, ya que he trabajado durante varios años en 'El intermedio', pero ahora escribiendo series. Como escritora me siento muy empoderada.

No sé si además de contar tu experiencia hay un deseo de ayudar a otras personas que estén pasando por lo mismo.
No soy tan buena persona. Eso es como un efecto secundario. Para mí escribir es mi sanación, es lo que me cura. Mi primer objetivo no era ayudar a otras personas, sino desahogarme; segundo, dejar de dar la brasa a mis amigos, que les estaba mandando unos whatsapp gigantescos; y en tercer lugar por mi hijo, tenía mucho miedo de morirme y como estoy separada de su padre pensaba en quién le iba a hablar de mí, por eso quería dejar algo escrito en la red para que pudiera leerlo de mayor y darse cuenta de la persona tan divertida que siempre ha sido su madre.

En la sinopsis se dice que lo primero que temes tras el diagnóstico es "perder el pelazo"...
Me costó más verme sin pelo que verme sin teta. La pérdida del pelo es darte cuenta de lo que tienes encima, es una cosa muy física. Me afectó mucho, parte de tu autoestima y feminidad gira en torno al pelo, verte calva no solo es verte fea, es verte enferma. Además, a mí se me sumaba el hecho de que tenía a la vista el juicio por la custodia de mi hijo, después de más de un año de aplazamientos tenía que ir al juicio con una peluca, me parecía surrealista. No quería que me perjudicara a la hora de conseguir la custodia el hecho de tener cáncer, así que decidí ocultárselo al niño, lo que me llevó a estar casi tres meses durmiendo con la peluca para que no se enterara.

"Quise escribir mi historia desde otro lugar, sin blanquear el sufrimiento, pero huyendo del victimismo y tratando siempre de convertir el dolor en risa. ¿Es el sentido del humor tu mejor antídoto?
Para mí, totalmente. El sentido del humor es mi antídoto, mi mecanismo de defensa, pero eso no quiere decir que haya estado todo el proceso riendo, claro que no, lo que sucede es que el día tiene 24 horas y da tiempo a todo, a reír, a llorar, a tener miedo, a enfadarte... Sufrir es agotador, así que decidí que no iba a estar así 24/7, decidí organizar mi sufrimiento, me dejé tiempo libre para hacer otras cosas como escribir, o cogerme huerto en El Escorial con una amiga, cosa que no recomiendo nada porque hay que currar muchísimo para comer brócoli ecológico. También me dio tiempo a ir a un concierto de Rigoberta Bandini cuando estaba con la quimio, pude conocerla y perdí mi prótesis de mama en el concierto. Yo misma pensaba que un tratamiento de cáncer es estar todo el tiempo en la cama, y no, tienes días malos y otros en los que estás normal.

Antes hablabas de Leo, tu hijo. Quién te iba a decir que esa persona por la que tenías tantas preocupaciones te acabaría dando una lección con lo de "cuerpo pirata".
Fue una gran lección, efectivamente. No me atrevía a mirarme sin teta, es un impacto muy grande. El médico me dijo que a los siete días tenía que quitarme las vendas, pero no me atrevía, así que vino mi mejor amiga y lo hizo ella. Nos sentamos frente al espejo, yo tenía los ojos cerrados, y ella me dijo que los abriera porque era preciosa, con teta o sin ella. Contesté que no quería ver mi cuerpo mutilado y ella dijo que teníamos que buscar otra palabra. En estas, mi hijo, que estaba por ahí, comentó que parecía una pirata.

Otra de las personas que aparece en 'Me falta una teta' es Querubines. ¿Qué huella emocional te dejó?
Querubines representa a muchas mujeres que se quedan en el camino, no podemos olvidarlo. Ella me recuerda que la muerte esta ahí, a la vuelta de la esquina, pero eso no me hace vivir con más miedo, que a veces sí, en general me hace vivir con más intensidad.

En esa vertiente didáctica que tiene el libro insistes en que no se le diga al paciente eso de "tienes que luchar".
A mí me repatea mucho, porque cuando alguien te dice que tienes que luchar está depositando en ti la capacidad de curarte. Depende de los médicos, de la ciencia, de cómo funcione el tratamiento... ¿Acaso Bimba Bosé o Pau Donés no lucharon lo suficiente? Esto no es una lucha que dependa de ti.

¿Cómo se puede alcanzar el equilibrio entre la empatía y el exceso de compasión?
Para mí el truco está en comenzar la conversación con frases como qué tal estás o en qué fase te encuentras. Después, cuando la persona enferma te lo ha contado todo, pasar a hablar de otras cosas, porque no nos gusta estar el día entero hablando de cáncer, se puede hablar de series, de libros, de la última polémica de Eurovisión... La vida continúa y nosotros queremos que también nos contéis vuestros problemas.

¿Cómo ha influido el contexto de pandemia en tu proceso?
Es una faena. No he dejado de verme con mis amigas, pero ha tenido que ser siempre en exteriores, pasando mucho frío. Se suma un miedo al otro, pero en mi caso sentía que no se pueden tener dos miedos gordos a la vez en la cabeza; ya tenía miedo al cáncer, así que no he dejado mucho espacio al de la pandemia, no me cabía.

Cuentas que no dejaste de ligar durante el cáncer.
Sí, porque la vida sigue. Tenía una ilusión: echar un último polvo con mis dos tetas naturales. A pesar de que estaba en pleno tratamiento, me abrí por primera vez un perfil en Tinder. Conseguí echar ese polvo. Mi peluca se quedó en casa del chico. Si alguien quiere saber cómo continúa la historia, tendrá que comprar el libro.

Para acabar, voy a tratar de predicar con el ejemplo y te pregunto por algo que no tiene nada que ver con el cáncer. Como fan de Rigoberta Bandini, ¿cómo has vivido el Benidorm Fest?
Estoy a tope con Rigoberta Bandini, que como te he contado antes la pude conocer y perdí mi prótesis de mama en un concierto, así que estamos por siempre unida por las tetas. Lo he vivido con intensidad, pero no tengo nada en contra de Chanel.

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