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David Jiménez: "Mis libros molestan porque también cuento el lado oscuro del periodismo"

El periodista barcelonés publica ‘El corresponsal', una novela inspirada en los hechos que vivió como reportero en Birmania. Como en ‘El director', el libro ejerce una crítica sobre las malas prácticas periodísticas.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, David Jiménez, periodismo

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Francisco Quirós Soriano
04/2/2022 - 00:57

Ha trabajado como corresponsal en más de 30 países, ejerció durante un año como director del diario El Mundo y, actualmente, es columnista en el prestigioso The New York Times. Todos estos argumentos convierten a David Jiménez en una de los voces más autorizadas dentro del periodismo, un ámbito sobre el que vuelve a reflexionar en ‘El corresponsal' (editorial Planeta), novela que toma el testigo del bestseller ‘El director'.

Al contrario que en 'El director', has optado por apoyarte en la ficción para esta novela, ¿cuál es la razón?
'El director' fue un libro que, evidentemente, me generó un buen número de enemigos y era un libro de denuncia. Me apetecía después de esa experiencia, porque fue un libro incómodo de escribir y todo lo que conllevaba de retratar el periodismo de una manera poco amable, quería ir al mundo íntimo de los corresponsales, de la aventura, de la acción... Habiendo sido corresponsal 20 años, creía que podía sumergir mejor a los lectores en ese mundo si me inspiraba en una historia real pero a la vez le añadía todas esas cosas que le pasan a los reporteros (amor, intriga, rivalidades...) a través de una novela. Para mí sigue siendo un libro que no deja de contar la verdad, tanto de la Revuelta Azafrán en Birmania como de ese país, que describo como el más bello y triste jamás inventado, y también la verdad sobre cómo es realmente la vida de esos reporteros de guerra.

El personaje de Miguel Bravo ejerce como narrador, pero el papel protagonista queda reservado para Daniel Vinton. ¿Con cuál de esos dos personajes te sientes más identificado?
Es curioso, son dos personajes que, siendo corresponsales, se cruzan en el camino en dos momentos muy diferentes; Miguel es el joven idealista y entusiasta que cree que va a cambiar el mundo con el periodismo, como creemos todos cuando empezamos en esto, y Vinton, en cambio, es el cínico veterano descreído ya entrado un poco en decadencia. Creo que los corresponsales pasan por ambas fases, es muy difícil estar muchos años cubriendo guerras, conflictos y desastres naturales y que no se vaya posando en ti una desilusión sobre la condición humana. Eso le va pasando a Vinton. El propio veterano, cuando ve al joven, encuentra a él mismo cuando tenía esa edad, hay cierta envidia hacia esa pureza con la que llega el novel. Yo he pasado por todas las fases, desde el joven reportero hasta aquel que se desilusiona cuando ve que todo lo que hizo no sirvió para parar una bala en una guerra ni cambió el mundo.

"Me he sentido más cómodo en afganistán que como director de El Mundo" 

¿Ha habido algún corresponsal por el que hayas sentido admiración?
Sí, porque cuando llegas de reportero novel e inexperto, te admira todo ese mundo de los veteranos que han estado en muchas guerras. Al final son referentes, algunos no te hacen ni caso, pero siempre acaba acogiéndote alguien bajo su protección. Es la cadena del aprendizaje y es bueno tener un padrino en ese mundo, alguien que te enseñe no solo cosas que te sirven para hacer mejor tu trabajo, sino a lo mejor para salvar la vida. Recuerdo cuando estuve la primera vez en un tiroteo, en Afganistán, un veterano me dijo que es mejor esconderse detrás de la llanta o del motor, ya que yo estaba detrás de la puerta y ahí las balas acaban atravesando y no tienes ninguna protección.

Precisamente a partir de Revuelta Azafrán hubo una tendencia en los medios de comunicación españoles de cerrar correponsalías. ¿Crees que es una dinámica irreversible?
Me gustaría que se revirtiera. El periodismo internacional en España ha sido abandonado por los medios. No es solo que se hayan cerrado corresponsalías, las coberturas internacionales dependen hoy de periodistas que trabajan en precario y cobran cantidades indignas por hacer su trabajo. Estaría muy bien que se volviera a dar valor a la profesión porque al final marcharte y jugarte la vida lejos de tu casa para que el redactor jefe de turno ni siquiera atienda tus llamadas es muy duro, va matando la vocación de los futuros reporteros.

¿Nos hemos vuelto insensibles para con tragedias humanas que siguen dándose en puntos como Afganistán o es una simple cuestión de intereses económicos de los medios que ponen más el foco en puntos como el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Existe esa fatiga solidaria, hay un distanciamiento mayor hacia los problemas que pasan fuera de nuestro entorno, en parte porque la situación política se ha polarizado tanto en nuestro país que todo lo acaba consumiendo las peleas de nuestros partidos. Y eso deja muy poco espacio para contar otras historias, no solo de política internacional, sino a nivel social o humano que pueden interesar a la gente. Creo que hay que hacer un esfuerzo por hacer entender a la gente que las cosas que pasan en esos lugares lejanos, como Afganistán, China o ahora en Ucrania, son muy relevantes para que lo que sucede aquí, tiene un impacto en nuestras vidas, aunque no sea tan fácil de ver a primera vista. Es necesario seguir teniendo a gente contando esas historias. Desgraciadamente, ahora ya solo nos acordamos de los conflictos cuando estallan, hay un vacío de enorme de información sobre lo que sucede con anterioridad; eso no era así en el pasado, habría que intentar volver a poner en valor a los reporteros que hacen ese trabajo.

Un elemento presente en la novela es el miedo, ejemplificado incluso de forma paródica en el personaje de 'El Príncipe'. ¿En qué momento de tu trayectoria como corresponsal pasaste más miedo?
La primera vez que sentí miedo haciendo mi trabajo como corresponsal fue en Afganistán en una carretera donde era muy fácil sufrir una emboscada. Había pasado por ese punto en otras ocasiones. ¿Qué había cambiado? Había tenido hijos. Ya no era solo el daño que podía ocasionarme a mí personalmente, sino el daño que le hacía a ellos si me sucedía algo; eso cambió mi perspectiva del miedo. Esa fue la primera vez que me planteé que quizás tenía que dejar de hacer esas cosas. Aun así seguí haciéndolas unos cuantos años más, pero el miedo te ayuda a tomar decisiones razonables en una situación de riesgo. Aquellos que no tienen miedo, si es lo que los hay, que lo dudo, suelen depender solo de la suerte para salir de determinadas situaciones, y la suerte ya sabemos todos que es arbitraria y muy caprichosa.

Un nexo de unión con 'El director' es la crítica a algunas malas prácticas periodísticas. ¿Temes que 'El corresponsal' levante ampollas o ya estás curado de espanto tras la experiencia con el libro anterior?
Al escribir una novela, aunque esté inspirada en hechos reales, uno espera que no se sumen más enemigos a los muchos que hice con 'El director', pero, curiosamente, ya ha habido algunas personas del mundo del periodismo que creen haber identificado a algunos de los personajes del libro y para mi sorpresa en dos de ellos han acertado. Me he preguntado si, al menos por una vez, podría escribir un libro sin tan mala leche, pero me sale por una razón: yo no quiero contar el mundo de una redacción o de los corresponsales como si fuera una película de Hollywood, mitificando a los que nos dedicamos a estos, sino contando la realidad, con sus luces y sus sombras; hay gente sacrificada y otros que son unos interesados, personas que les interesa mucho la gente sobre la que escriben y otros que les da igual. Esa es la realidad de ese mundo. Creo que mis libros molestan porque cuentan también el lado oscuro del periodismo.

"El miedo te ayuda a tomar decisiones razonables en situaciones de riesgo" 

En la novela se refleja ese peaje emocional que pagan algunos reporteros, incluso se llega a asegurar que solo evitan la locura aquellos que lo dejan a tiempo. ¿Fue esa tu tabla de salvación?
Cuando uno cubre durante años guerras, revueltas fallidas y desastres naturales es imposible que eso al final no te afecte e incluso te cambie, te vuelva una persona más oscura. Sí que noté que hubo un momento en el que necesitaba dejarlo y hacer otras cosas, no pasarme el día contando las injusticias, las desigualdades y las desgracias del mundo. A los corresponsales les pasa, en ocasiones, que se quedan demasiado tiempo en la trinchera, y si lo haces, el riesgo de acabar mal psicológicamente y de generarte unas heridas que son muy difíciles de superar es muy alto. Conozco a compañeros que han sufrido secuelas muy importantes.

¿Has visto más traiciones en tu larga trayectoria como corresponsal o en ese año que estuviste como director de El Mundo?
Fui mucho más traicionado como director de El Mundo y por gente mucho más inesperada que como corresponsal. Entre los reporteros hay cierta camaradería, solidaridad, te estás jugando la vida, a veces el equipo protege. En alguna ocasión he dicho que me sentía más cómodo en Afganistán que en el despacho de director de El Mundo, porque en la guerra sabes de dónde vienen las balas y quién es el enemigo, algo que no sucede en un puesto de gran influencia como el de director de un gran periódico. Reverte decía que hay que tener mucho cuidado con los amigos ruidosos y los enemigos invisibles, que a veces están agazapados y golpean cuando menos te lo esperas.

Aunque es una reflexión muy amplia, pero, a grandes rasgos, ¿qué diagnóstico se puede hacer del periodismo actual en España, goza de buena salud?
Desgraciadamente el periodismo en España afronta una crisis de credibilidad muy fuerte, no solo económica, como dicen algunos, sino de autoridad moral, está necesitado de una regeneración mayor que la de la política. Sin embargo, hay un 'establishment' de gente muy bien situada que se resiste a la regeneración y que está haciendo mucho daño al periodismo. Mi esperanza está en las generaciones que vienen por detrás y que ellos lo hagan mucho mejor de lo que lo hemos hecho nosotros. Al final, para tener autoridad moral de opinar, criticar e informar sobre los demás tienes que empezar por ti y ser mucho más transparente con el periodismo que hacemos, más crítico con los abusos que vemos todos los días en los medios. A pesar de ello, sigue estando viva una ley del silencio que traté de romper con 'El director' y que muchos periodistas, sabiendo lo que ocurre, porque te lo dicen cuando estás en un corrillo, siguen guardando silencio sobre las manipulaciones, los abusos, las censuras y las ataduras que muchas veces tenemos los periodistas con poderes económicos y políticos.

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