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Raúl Arévalo y Paz Vega: "Es más interesante lo que no se dice en esta película que lo que se verbaliza"

Ambos protagonizan ‘El lodo', un ‘thriller' de Iñaki Sánchez Arrieta que enlaza inquietudes humanas y problemas medioambientales. Se estrena este viernes 10 de diciembre

Archivado en: entrevistas, cultura, cine, Raúl Arévalo, Paz Vega

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Francisco Quirós
10/12/2021 - 11:03

No habían compartido reparto hasta la fecha, pero viendo el resultado final de ‘El lodo' pareciera que Paz Vega y Raúl Arévalo llevan trabajando juntos toda una vida. Ellos son los protagonistas del largometraje dirigido por Iñaki Sánchez Arrieta que llega este 10 de diciembre a la cartelera nacional, con una trama en la que se entremezclan una crisis matrimonial por la muerte de un hijo y la hostilidad de un pueblo que no quiere renunciar a sus costumbres en cuanto al regadío, incluso cuando estas ponen en riesgo los recursos hídricos.

Teniendo en cuenta que vuestros personajes son una pareja y que protagonizan varias secuencias donde la comunicación no verbal es muy importante, ¿cómo ha sido el proceso de trabajo para 'El lodo'?
Paz Vega: Creo que es casi más interesante lo que no se dice que lo se verbaliza, son dos personajes que se miran pero no se ven, se hablan pero no se escuchan; están en dos niveles totalmente diferentes. Es muy interesante haber creado, como pareja, esa relación. Yo he disfrutado mucho el rodaje en general, a pesar de que lo que le sucede a mi personaje es muy duro, pero fue catártico, conecté inmediatamente con el drama, con el dolor de este personaje, no tuve que hacer grandes cosas para llegar hasta ahí. Era la primera vez que Raúl y yo trabajábamos juntos, es un gustazo, es un actorazo increíble, tiene verdad, no había que hacer mucho, solo estar y jugar; da mucho placer cuando tienes a alguien enfrente que te mira de verdad.

Raúl Arévalo: A mí se me hizo corto trabajar con Paz, tanto dentro como fuera del rodaje. Me quedo con ella como actriz y como persona, me ayudó mucho en el rodaje, especialmente cuando me puse enfermo, no por covid, sino porque cogí anginas, rodamos una primera parte de agua en la que acabé malo, con fiebre, estaba de mala leche, pasándolo fatal, lo que me hizo sufrir pero a la vez ayudó al personaje; ahí ella fue como un bálsamo, como Paz y como compañera dentro de la película.

¿Cuál es la escena, a nivel personal, que más os ha costado grabar?
Raúl Arévalo: Lo mío es fácil, en los últimos días estaba con 38 y 39 de fiebre, hubo un momento en el que me tomé un paracetamol pero tenía que rodar una parte metido en el agua, por mucho que me ponían un neopreno acaba entrando agua y tiritaba; a nivel físico lo pasé fatal. Luego lo recuerdas y se te olvida un poco el sufrimiento.

Paz Vega: Tuve la suerte de rodar casi todo cronológicamente, por lo que le iba pasando al personaje fue, más o menos, orgánico, iba in crescendo, sobre todo en esa parte en la que ella deja las pastillas de raíz y eso genera un estado de desequilibrio absoluto. El irlo rodando cronológicamente me ayudó muchísimo. Sí que es verdad que hay escenas en las que entraba en confrontación con Raúl y había que tener cuidado para no perder la voz, teniendo en cuenta que mi personaje debía explotar, sino no entiendes la decisión final de ella.

Raúl Arévalo: Creo que los actores, las escenas que aparentemente parecen complicadas de interpretación son las que en realidad disfrutas más. En las películas, lo duro es en realidad anecdótico. Hicimos un rodaje largo, un día que nos alargamos hasta las 11 de la mañana; ahí, cuando te quieres ir al hotel a descansar pero te quedan aún tres horas por delante de trabajo, eso es más difícil que rodar una escena exigente, aunque la tengas que repetir 15 veces.

¿Cuál fue vuestra primera impresión al leer el guion?
Raúl Arévalo: Lo leí del tirón, me enganchó. Justo ese día me llamó el director, Iñaki Sánchez Arrieta. Nunca habíamos hablado antes, se presentó y me pidió mi opinión sobre el guion, pero aún no lo había leído. Al colgar, me lo leí y acto seguido volví a llamarle para decirle que sí.

Paz Vega: A mí también me enganchó. Me llegó el guion sin saber nada más y me emocioné muchísimo, porque empaticé con el drama de Claudia, me encantó cómo están mezcladas las tramas, cuánto sentido tiene, cómo el lodo está presente en todo; me pareció un guion y una película redonda. Llamé a mi agente y le dije que sí quería estar en esta película, quería hacerlo como fuera.

En la pantalla tenéis una relación sobre la que, como explicáis, habéis tenido que trabajar, pero también hay otro aspecto destacado: ¿cómo ha sido el trabajo de rodar con una niña?
Paz Vega: Muy bien con Daniela. No sé si ha hecho más cosas, pero es muy fresca, muy profesional, muy presente, sabe intuitivamente qué tiene que ir haciendo, cómo manejarse.

Raúl Arévalo: Y tiene una madre maravillosa que la cuida. Muchas veces surge el debate sobre el trabajo de los niños, que a mí también me genera peleas internas. Creo que va a ser una actriz maravillosa, pero la madre pone mucho empeño en que primero estudie, como debe ser. Ese es el quid de la cuestión, cuando me preguntan qué tal los rodajes con los niños, yo repreguntaría qué tal con los padres de los niños. En este caso, es una madre maravillosa y por eso la hija es igual.

¿Cómo describiríais a vuestros personajes de 'El lodo' en pocas palabras?
Paz Vega: Claudia es una mujer, madre, pasando por un proceso muy doloroso que necesita cerrar una herida junto a su marido. Es una búsqueda de atención constante hacia él, pero solo encuentra una pared casi impenetrable.

Raúl Arévalo: Mi personaje es un tío herido, egoísta y testarudo.

Paz, siendo madre, como Claudia, ¿cómo te enfrentaste a un personaje que ha perdido un hijo?
Paz Vega: Pues de una manera muy intuitiva. Me puedo imaginar, nunca lo podré sentir del todo una situación así, debe ser un dolor indescriptible perder a un hijo, de hecho no me gusta ni pensar en ello. Había que dejarse llevar por esa soledad y por esa paranoia. En el personaje de Claudia hay un tema concreto: es una persona medicada. Al principio tiene un estado de relajación, de aceptación, de dejadez, que poco a poco se va convirtiendo en todo lo contrario. Esa curva la tuve que dosificar. Gracias a Dios y a la vida no he tenido que medicarme, no lo he necesitado, pero lo consulté con un médico y cuando dejas una medicación de golpe después de un tiempo tomándola te acabas desquiciando, tienes mono, es peligrosísimo, te puede dar por mil cosas. Por eso hay escenas con Raúl en las que debo estar muy al límite.

Hay situaciones en las que vuestros personajes llegan al límite, incluso gritan o insultan. ¿Hasta qué punto lo marca el guion y qué aportáis vosotros ahí?
Raúl Arévalo: Yo lo tengo fácil, me sale bastante bien. El cagarme en Dios es algo que le comentaba al director que quizás no lo pone tal cual en el guion, pero él me dijo que lo que a mí me saliera. Iñaki nos dejó fluir en esas secuencias, sabiendo dónde quería que llegáramos y marcando el punto necesario. Estaba bastante encima, aunque en las primeras tomas nos dejaba volar para ver hacia dónde íbamos. Había diferentes volúmenes de enfado para después escoger la adecuada.

Paz Vega: Sí, así fue, no era lo mismo en la primera toma que en la cuarta. Luego, en el montaje, él ha escogido la que mejor se ajusta a lo que esperaba. Es fundamental hacer varias tomas, obviamente en secuencias así no puedes llegar tan arriba a la primera de cambio.

Sobre vuestras trayectorias, ¿qué proyectos tenéis a corto plazo?
Paz Vega:
Ahora estoy rodando en Estados Unidos una serie para Netflix, 'Jigsaw'. También tengo entre manos 'Rita',un guion que he escrito, un proyecto para dirigir que retomaré cuando llegue el momento.

Los dos os habéis lanzado en algún momento a ser directores. ¿Qué os ha llevado a dar el paso?
Raúl Arévalo: En mi caso quería ser director y acabé siendo actor. Paz tiene una forma de ver el cine muy global.

Paz Vega: No he soñado siempre con dirigir, sino que ha sido la profesión la que me ha creado la necesidad de querer contar una historia desde mi punto de vista. Me sucede en los rodajes, veo a directores que toman una decisión y yo en cambio veo otras, es algo que comparto con ellos porque me da coraje bajo el mandato de alguien cuando, desde mi punto de vista, se está equivocando. Llegó un momento en el que me di cuenta de que necesitaba contar una historia desde mí. Hacer un guion de la nada, retocar los diálogos para dar identidad cada personaje... Para rehacer el trabajo de otro, preferí escribir mi propia película que, seguro, en algún momento se rodará.

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