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Ayanta Barilli: "En la pandemia ha habido muchas decisiones políticas intolerables"

La escritora italiana, finalista del Premio Planeta en 2018, publica ‘Una mujer y dos gatos', una "novela tragicómica" contextualizada en el confinamiento.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Ayanta Barilli

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Foto: Arduino Vannucchi

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F. Q. Soriano
29/10/2021 - 00:52

Cuando en marzo de 2020 el Gobierno central decretó el confinamiento, a todos nos pilló, en mayor o menor medida, con el paso cambiado. Daba igual que hubiéramos estado al tanto de lo que ocurría en China primero y en Italia después, no estábamos preparados para una experencia así. En el caso de Ayanta Barilli, la situación tampoco era demasiado halagüeña, tras un divorcio y la emancipación de sus hijos.

Sin embargo, la escritora italiana se acabó apoyando en aquel contexto para dar forma a ‘Una mujer y dos gatos', novela sobre la que conversamos con ella:

A pesar de que, a simple vista, podría parecer que el libro tiene un punto oscuro por el hecho de ambientarse en el confinamiento, lo cierto es que las conclusiones arrojan mucha luz, hay mucha vitalidad.
La considero una novela de aventuras en realidad, tragicómica. Todo lo que se cuenta oscila entre la risa y el llanto. El confinamiento es el telón de fondo porque es inevitable si se escribe sobre la actualidad que aparezca este asunto, pero en realidad es la historia de una mujer, que soy yo, porque es una novela completamente autobiográfica, que se encuentra en una situación de su vida muy especial, tras un divorcio y la emancipación de mis hijos, más que quedarme encerrada en casa, me quedo encerrada en unas calles desiertas y con el problema que ya todos conocemos. Se van desarrollando una serie de circunstancias en mi vida que hacen que se convierta en una aventura donde la tónica es mantener siempre un sentido crítico de las cosas que están sucediendo alrededor y no dejarse arrastrar por una opinión generalizada que tiene que ver con una corrección política. Me encuentro entre dos caminos, el de la razón, que te dice que tienes comportarte de una determinada manera, y, por otro lado, el del corazón, que te lleva a otros lares completamente diferentes. Hay un capítulo muy breve en el que digo que simplemente todo lo que deseo es ilegal, un sentir universal y generalizado en ese momento. Voy tomando una serie de decisiones que al final ponen de manifiesto que a menudo nos encontramos en una frontera en el que nosotros mismos marcamos el límite que no se puede cruzar. Para mí esa frontera tiene que ver con los afectos, con los sentimientos y, por tanto, tomo unas decisiones que me convierten en una desobediente y en una mentirosa, siempre, por supuesto, sin dañar al prójimo.

"Es una obra autobiográfica, me encontraba en una situación muy especial" 

Ese punto de rebeldía está muy presente en el libro, especialmente con la clase política a los que defines como "una cursi, un cura, un pijo, doña perfecta, un cowboy y un independentista paranoide". ¿Crees que puede levantar ampollas?
Más ampollas me han levantado a mí. Cada uno que asuma sus propias responsabilidades. A mí el tono paternalista, la discusión permanente y todo lo que hemos visto a lo largo de estos meses verdaderamente, sin entrar en cuestiones ideológicas sobre en qué bando estoy, me ha aparecido un espectáculo reprobable.

 

Uno de los sectores más perjudicados en esta crisis es el de las personas mayores, algo que también queda patente en tu novela.
No soy política, soy escritora y me dedico a observar lo que sucede a mi alrededor y a vivir. Me ha parecido de una hipocresía sorprendente. El trato a las personas mayores en residencias y hospitales me ha parecido absolutamente indigno, y seguro que se podría haber evitado o haber hecho de otra manera. Apelo, no a la cuestión política, que me interesa mucho menos, sino a la responsabilidad de cada cual. Ha habido muchas decisiones que son intolerables, de una violencia muy grande hacia el individuo y que yo de ninguna manera he aceptado, tal y como cuento en el libro.

 

Es obvio, entonces, que el famoso mensaje de que íbamos a salir mejores de esta no llegó a calar en ti.
En ningún momento me lo he creído, de hecho me parecieron ridículos los aplausos y las canciones repetidas hasta la saciedad. Todo esto me pareció un entretenimiento, material televisivo con todo lo superficial que ello implica. Se demuestra que no hemos mejorado en nada, al contrario, todo esto ha generado un trauma y una herida psicológica que va a dejar un rastro durante muchísimo tiempo.

"Muchas veces estás entre dos caminos: el que dicta la razón y el del corazón" 

La vecina que aplaude sin ton ni son, E. con sus excentricidades... ¿Qué hay de radiografía social en esta novela?
Todo. No hago más que observarme a mí misma, las reacciones que tengo y las del entorno, con la grandeza y la bajeza que hay en cada uno de nosotros. Una situación límite como esta solo lo pone más de manifiesto.

Las nuevas tecnologías juegan un papel importante en nuestra sociedad, pero en 'Una mujer y dos gatos' vuelve a quedar patente que, cuando lo necesitamos, una videollamada no puede reemplazar a un abrazo.
Las detesto, siempre las he detestado. Siempre me han parecido un sucedáneo indigno del ser humano, y de hecho hay un momento en la novela en el que digo que si este va ser el modo de relacionarnos cierro el móvil en una habitación y ya nos veremos. Para mí es inconcebible tomar un aperitivo por Zoom y todas estas cosas que se han hecho para intentar paliar la soledad. No lo critico, simplemente digo que para mí no es una opción de vida. Todo este neolenguaje que se ha generado a partir de esta experiencia me parece que solo genera una inquietud mayor y un gran daño psicológico del que son responsables.

"Sin entrar en cuestiones ideológicas, lo de estos meses es reprobable" 

Hablas de ese presente, pero también dejas hueco a aspectos tuyos del pasado. ¿Sientes que te has desnudado con esta novela?
Yo me desnudo con todo lo que hago, no tengo ningún pudor, hago un trabajo, el de escribir, que significa bucear en uno mismo, sacar las emociones e intentar plasmarlas en una hoja de papel. Me da igual que escriba una ficción o un libro autobiográfico, siempre trato de ir a la caza de esas emociones, que claro que es una forma de desnudarse, pero me encanta hacerlo; si no tuviéramos la capacidad de transmitir esas emociones y relacionarnos a través de ellas no seríamos seres humanos. Siempre me lo preguntan y me resulta sorprendente, parece como si en el momento en el que tú utilizas nombres y apellidos reales te desnudas más que si lo haces con personajes ficticios, no es cierto. El mejor ejemplo es Flaubert con 'Madame Bovary'. Siempre se puede leer entre líneas qué siente el autor, la diferencia es que aquí lo cuento sin disfrazarlo con otras circunstancias.

 

El amor también está presente en este libro. No sé si la consecuencia que se puede extraer en que en el amor nunca es tarde.
En el amor nunca es tarde o es definitivamente tarde desde el principio. No entiendo nada del amor, es una cosa que siempre me ha zarandeado a lo largo de mi vida y me ha generado grandes alegrías pero también grandes disgustos, como a cualquier hijo de vecino. Aquí, simplemente, me dedico a hacer una crónica de lo que va ocurriendo, la aparición de un hombre inesperado frente a una mujer que tiene mucha desconfianza, que está hasta las narices del amor romántico pero que también se ve arrastrada por este hombre. Tiene incluso un punto épico y heroico, este hombre atraviesa una serie de dificultades para llegar hasta mí y ayudarme en un momento extremadamente complejo.

"El amor me ha zarandeado, me ha dado alegrías y disgustos" 

Al comienzo del libro reconoces que te estaba siendo muy difícil sentarte a escribir. Para alguien como tú, con experiencia en este campo y que incluso has llegado a ser finalista del Planeta, ¿cómo se lidia con estas situaciones?
Convivo con el atascamiento y no es por las dudas que podría generar haber ganado un premio, en absoluto. Ser finalista del Premio Planeta fue para mí un abrazo universal, me dio mucha seguridad en mí misma y fue una experiencia muy grata. Pero, evidentemente, al trabajar en algo creativo uno siempre vuelve a empezar, te puede haber salido una novela bien y la siguiente no gusta tanto. Hasta que realmente no termino la edición de un libro no estoy tranquila, suelo estar obsesionada con ello, un día me gusta y al otro me parece espantoso; hay esos dos elementos, el constructivo y el destructivo, que conviven. Lo importante es saber reconocerlos y no dar importancia al éxito ni al fracaso, sino seguir trabajando y confiar en que antes o después la novela acabará saliendo adelante.

 

Como nos está sucediendo con el confinamiento, ¿crees que la novela tendrá un prisma diferente con el paso del tiempo?
He conseguido escribirla desde el sentido del humor porque todo ha sido muy surrealista y con el tiempo se verá que algunas decisiones se tomaron de forma innecesaria y ridícula. Por supuesto, también hay otras decisiones que han salvado la vida de muchas personas. He intentado hacer ese trabajo de poner distancia, el tiempo dirá si en dos o tres años qué queda de este libro.

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