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Verónica Molina: "Debemos hablar del abuso infantil; está más presente de lo que se cree"

La escritora madrileña debuta con ‘Un segundo antes de la furia', una novela impactante en la que aborda un asunto delicado a partir de su experiencia personal.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Verónica Molina

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Foto: NINES MÍNGUEZ

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Francisco Quirós Soriano
24/9/2021 - 00:41

La vida puede llevarte por caminos profesionales más o menos deseados, pero cuando alguien tiene una pasión, se vuelca en ella y pelea por alcanzar su sueño, la historia acaba teniendo un final feliz. Verónica Molina era, hasta hace poco, una madrileña que se dedicaba al mundo del marketing. De forma paralela fue dando forma a ‘Un segundo antes de la furia', una novela impactante en la que nada es lo que parece: sí, hay mucho sexo en esas páginas, pero su vertiente es mucho más profunda de lo que deja entrever la etiqueta de ‘thriller erótico'. Molina se sumerge en un asunto cruel y presente en nuestra sociedad, pero que, sin embargo, continúa encerrado en la categoría de tabú: el abuso sexual en la infancia.

 

¿Muchos nervios ante tu estreno literario?
Más que nervios muchas ganas de varias cosas. Tengo como un vértigo bonito, no es miedo, necesito saber si esta novela funciona para lo que está concebida, porque desde que empecé a escribirla tengo un objetivo muy claro. Ya durante las entrevistas he tenido experiencias muy bonitas, me estoy dando cuenta que se entiende lo que quiero decir. La etiqueta de 'thriller erótico' no me tiene muy contenta, aunque sé que hay que hacerlo y que es más comercial saber de qué va un libro para venderlo. Tengo esas ganas de que sirva para lo que está creado que es, en primer lugar, hablar de un tema sobre el que apenas se habla: el abuso sexual en la infancia. En el libro aborda el abuso dentro de la propia familia, pero también se da fuera de ella. Es una modalidad más de violencia, parece que se habla más de la violencia de género y que el movimiento 'metoo' está levantando toda la parte de acoso laboral, pero este tipo de violencia es un tabú, incluso dentro de la familia. Necesito que se hable para ser conscientes de que existe mucho más de lo que creemos. También quiero que se establezcan mecanismos para identificarlo. Al final las víctimas son niños, quienes no cuentan esa experiencia porque no pueden o porque no identifican que ahí hay un problema, y para cuando quieren darse cuenta ya están dañados. El segundo objetivo es que, quien haya sufrido cualquier tipo de violencia, conecte y se sienta acompañado. El último objetivo, el imposible, es que lo lea alguno de los malos, un verdugo, alguien que ejerza poder sobre otra persona, sea o no niño, en el entorno familiar o en laboral, y que se plantee por una vez no ser un hijo de puta. Si eso lo consigo con una persona, una sola vez en su vida, ya me sentiría realizada.

"Ojalá lo lea alguno de los malos y se plantee dejar de hacer daño" 

En tu biografía se cuenta que la pasión de escribir ha estado siempre presente en tu vida, pero que hasta ahora te has dedicado al marketing. Para la gente que sueña con ser escritor, ¿qué consejos les daría?
En Instagram he publicado varios capítulos sobre ello. El primero es escribir sin expectativas, sin esa mochila de "tengo que publicar" o de hacer un producto que le guste a un determinado tipo de público. Para mí, todo esto hubiera supuesto un freno, porque, en vez de estar pensando en generar el contenido que tienes en la mente, estás centrándote en quién te lo va a publicar. De verdad, cuando empecé, yo no sabía que iba a escribir una novela, no tenía en mi imaginario que este sueño iba a ocurrir, y por ello escribí superatenta al libro y a lo que quería contar. Cuando empecé me salió una cursilada superdensa, yo creía que estaba fenomenal, pero vino alguien y me dijo que esto servía para que curarme mis propias heridas y para plantear los pilares de una buena historia, pero debía dejar de mirar alrededor, de ser condescendiente, tenía que sacar lo que llevaba dentro, todo el dolor, la rabia... Y de ahí sale atrocidad, un monstruo que va creciendo solo, Martina hace lo que quiere. Es verdad que eso te da alas en la parte creativa, puedes hacer lo que te dé la gana y eso es maravilloso, pero también dejas de preocuparte por tu entorno y por quién lo va a leer, y conectas con lo que realmente necesitas hacer. Que luego te da vergüenza porque has escrito lo que consideras una locura y lo tienes que guardar en un cajón, será mejor obra que lo que hagas pensando en los demás. Luego, en la parte técnica, cada maestrillo tiene su librillo; a mí me ha ayudado mucho escribir en bares, en lugares donde te puedes inspirar con conversaciones, además, yo necesito ruido, eso va mucho con el carácter de cada uno, no podía meterme en el bucle de "solo yo y mi libro".

 

De ese primer manuscrito, del que dices que "no conmovía a nadie", ¿qué queda?
Todo, pero el formato es otro. En ese primer texto lo que venía a decir es que, aunque hayas tenido una vida de mierda, eso no es excusa para que sigas transmitiendo el gen del mal y violencia alrededor. Tienes que parar, asume lo que ha pasado, asimílalo y empieza a hacer el bien. Como cuando te enseñan a hablar, si de niño te enseñan violencia, aprendes unas estructuras del mal. Páralo, no lo continúes. Todo eso estaba en el manuscrito, se puede contar cursi y pedorro o se puede transformar en un producto que es Martina y su historia. De repente el personaje existe, se mueve solo. Había capítulos en los que quería hacer desaparecer a personajes y no podía hacerlo, la propia historia tenía vida. Hay gente que tiene otras técnicas, pero un día puse un punto y me di cuenta de que había terminado la novela, no quería encorsetarme en número de capítulos o de páginas y no sabía cómo iba a terminar; yo iba retando a la protagonista y ella iba saliendo. El proceso ha sido bonito, también duro, he llorado un poco mientras escribía ciertos capítulos, pero me ha encantado, lo he disfrutado un montón.

 

Da la sensación de que has vomitado algo que llevabas dentro. No sé si escribir esta novela ha tenido un efecto terapéutico en ti.
Sin duda sí, pero jamás lo pensé desde ahí. Cuando empecé con esto, creía que ya todo estaba hablado conmigo misma, que era consciente de lo que había pasado y que ya había salido de eso. Es cierto que en mi infancia tuve algún capítulo relacionado con esto, lo olvidé durante mucho tiempo y lo recordé cuando era mucho más mayor, momento en el que lo agarré por los cuernos. Pensé que ya estaba sanado y asimilado. Pero cuando te ves llorando, ya no al escribirlo, sino al revisarlo por quinta vez y sigues conectando con esa experiencia, te das cuenta de que no solo ha sido terapéutico, sino liberador.

 

Otro asunto que también se plantea es el maltrato a través del castigo físico. Hemos crecido con la idea de que en ciertas ocasiones un niño tiene que recibir un tortazo a tiempo.

Ahora soy madre de un niño, que es lo mejor que me ha pasado en mi vida y que me ha servido para entender el significado verdadero del amor, cuando piensas en alguien que puede hacer daño a un niño con esa maldad solamente te sale un insulto, porque tienes que estar muy mal para abusar de tu poder de adulto contra un niño. Creo que hay un punto en el que los niños necesitan disciplina, una guía, pero tanto como necesita esa severidad en los padres como amor a manos llenas. Nos hemos perdido en ese camino, ahora quizás estamos pecando de sobreprotección y a ver qué consecuencias trae esto. Me cuesta hablar mal de quien ejerce esa violencia porque es alguien que está mal. Como decía antes, son estructuras aprendidas que acabas ejecutando. Si no eres capaz de sacar toda esa furia, reproduces el modelo que te enseñaron.

"La escritura de esta novela ha sido terapéutica y liberadora" 

La protagonista de la novela, Martina, vive el sexo sin tabúes. Me pregunto si esta novela hubiera sido posible hace 30 años y por qué ha costado tanto que se hable en las novelas de sexo a través de personajes femeninos.

Lo diferenciaría en dos cosas. El bueno, del que no se habla en ambientes más tradicionales donde se cree casi como un pecado, ahora se aborda porque afortunadamente vamos evolucionando en ciertas cosas y, aunque es muy triste, porque está de moda. Hay mucha gente que se ha vuelto lectora gracias a '50 sombras de Grey'. En mi novela no hay sexo por sexo, es un canal, pero en ningún caso es gratuito, en cada escena hay un puente tirado con lo que sucedió en el pasado. Es un sexo malo, oscuro, no es bonito. Por eso no quiero que se etiquete como novela erótica, tiene mucha profundidad.

 

En la era actual, donde proliferan los 'ofendiditos', ¿tienes temor a que la novela sea acogida mal por parte de colectivos como el Opus?
Estoy más que preparada, soy consciente de que va a levantar ampollas, voy a ser la tonta de los 'haters'. Son comunidades con mucho poder, una red con mucha gente. Tienen partes de la novela para sentirse ofendidos, tienen razón, se van a sentir agredidos por algunas cosas que se cuentan aquí. Miedo no tengo, no me voy a poner a discutir con nadie sobre ello en redes sociales. Está personificado en el Opus Dei porque lo conozco de cerca, pero podría estarlo en una comunidad de gente de yoga que se le ha ido la cabeza. Lo malo de cualquier extremo, desde mi perspectiva, es que anula la individualidad y se lo regalas a la comunidad. Me rebelo contra eso en el Opus Dei, pero podría hacerlo con cualquier comunidad que me imponga qué debo ser y qué tengo que hacer. Si que hay gente que necesita pertenecer a esos grupos, esas guías, sentirse en paz con su fe. No soy del Opus ni voy a misa, pero eso no significa que no crea en un Dios.

 

Haciendo un ejercicio de imaginación, si en diez años volviéramos a encontrarnos para hablar de otra novela tuya, ¿dónde te gustaría verte?
Me encantaría poder tener esto como profesión, no está tan lejos de lo que hago, me dedico al marketing y llevo toda una trayectoria en la que he tenido que comunicar. Me gusta, esto le da un giro más, puedes solucionar problemas y comunicar lo que tú quieres, no lo que te pide una marca. Ahora, ¿cómo lo abordaría? En mi cabeza tengo una idea: establecer una red de libros donde los personajes se crucen, por ejemplo, que Martina salga en el capítulo 6 de otra historia, para contar toda la violencia que hay en el mundo. Me encantaría que en diez años hubiera arreglado algo, poder decir que me dedico a esto porque funciona. El éxito no me apetece especialmente, pero conseguir hacer del mundo algo mejor en un ámbito pequeño, soy consciente de que no voy a cambiar el planeta, que no soy una superhéroe.

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