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Imanol Arias: "El Willy Loman de la gente joven es el propio sistema"

Imanol Arias protagoniza ‘Muerte de un viajante', la obra atemporal de Arthur Miller que se estrena el día 30 de septiembre en el Teatro Infanta Isabel. En ella comparte escenario por primera vez en su carrera con su hijo Jon.

Archivado en: teatro, entrevistas, cultura, Imanol Arias, Jon Arias

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"Tras tantos años olvidé que el éxito está fuera de la profesión"

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Francisco Quirós Soriano
24/9/2021 - 00:36

Hace apenas un año, Imanol Arias se reencontraba con el público madrileño subido a las tablas del Infanta Isabel gracias a la obra ‘El coronel no tiene quien le escriba'. Ahora, el aclamado actor regresa al mismo escenario con otro gran clásico, ‘Muerte de un viajante'.

Los motivos para acercarse a ver la obra van mucho más allá de la presencia del propio Imanol Arias. El texto, publicado por Arthur Miller en 1949, sigue teniendo vigencia porque, en palabras del actor leonés, "lo que más ha viajado en el tiempo es la relación del protagonista (Willy Loman, a quien él interpreta) con sus hijos sobre el sueño de la vida, la mentira. Es un hombre consciente de su fracaso, pero que se empeña en que sus hijos le superen. Se da por satisfecho con caer bien a la gente, para él no importa lo que hagas sino los contactos", una conclusión que lleva a Arias a establacer un paralelismo con la actualidad: "Vivivimos en una sociedad que ha creado toda una industria para que estemos contactados, pero basados en lo mismo que Willy Loman: en mentir. Usamos filtros para parecer más guapos; si tienes una buena presencia en Instagram y eres más o menos simpático no te puede ir mal, aunque luego seas un capullo", argumenta.

Sin abandonar esa parte analítica, Imanol Arias defiende que "ahora el Willy Loman de la gente joven es el propio sistema", ya que para él "no contactamos con los demás desde la verdad, sino a partir de mundos irreales, con viajes, con selfies, con crearnos una vida paralela que muchas veces no se corresponde con la que tenemos".

QUÍMICA EVIDENTE
Además de las grandes cualidades de la obra, esta versión de ‘Muerte de un viajante' deja otro detalle interesante: el encuentro artístico entre Imanol Arias y uno de sus hijos, Jon, quien explica las razones por las que ha decidido embarcarse en esta aventura: "He renegado mucho de juntar mi faceta profesional con mi familia. Siempre he tenido mucha necesidad de definirme por mí mismo, porque toda la vida había un hecho que me definía por mí mismo. También es cierto que la música es mi gran pasión, pero hubo un momento en el que me pregunté por qué no probar en la interpretación. Por eso esta obra lo tiene todo; para mí era muy importante que fuera teatro, porque es el lugar que sigue siendo propiamente de los actores, todo el morbo que pudiera generarse alrededor está quitado, lo que importa es la pieza. Creo que por eso los dos decidimos hacerlo. Antes pensábamos que trabajando juntos teníamos muchas cosas que perder; desde que empezamos a ensayar nos hemos dado cuenta de que, vaya como vaya, hemos ganado un montón".

Esa unión padre e hijo ha supuesto un plus para Imanol Arias, quien reconoce que incluso le ha quitado el sueño interpretar este papel, pero que a cambio está recogiendo una valiosa lección: "Tanta dedicación me hizo olvidar que el éxito está fuera de la profesión. Ahora que podría jubilarme casi por edad, trabajo más, pero hago lo que me da la gana y no espero nada, solo vivirlo", recalca.

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Un director casi de la familia:

Para llevar ‘Muerte de un viajante' al Infanta Isabel, Okapi Producciones ha puesto la obra en manos de Rubén Szuchmacher, a propuesta de Imanol Arias, quien había trabajado con él años atrás en ‘Calígula'.

 

'Muerte de un viajante' fue publicada por Arthur Miller en 1949, pero los temas que trata parecen estar muy vigentes.

Sí, completamente. Las obras siguen siendo vigentes porque los temas que contienen no se han resuelto, por eso podemos seguir viendo una tragedia griega, porque hay algo atávico. En el caso de esta obra, todas las problemáticas familiares, el impacto de los sistemas de trabajo sobre las personas, pero me quedo como gran tema de la obra con la ilusión. El protagonista vive con ilusión, pero no en su vertiente positiva, sino como algo negador de la realidad. Por otro lado, 'Muerte de un viajante' es una obra, desde el punto de vista artístico y de su escritura, casi perfecta, tiene procedimientos que se anticiparon a su época, de hecho usa 'flashback', lo cual no era muy frecuente en una época en la que el teatro era mucho más lineal. Eso también la hace una obra muy poderosa, tiene una modernidad apabullante.

 

¿Recuerda la primera vez que pudo ver esta obra?

Sí, para mí es un recuerdo increíble. Creo que tenía 14 años, en una versión en un teatro de Argentina, en el que la protagonizaba José María Gutiérrez, un actor absolutamente idolatrado por Imanol (Arias). Hasta el día de hoy me acuerdo mucho de la música de aquella representación, un tema de Paul Horn, un saxofonista de jazz. También, más o menos por 1979, volví a ver la obra en Argentina, y luego yo la hice en el año 2007.

 

Como director, cuando se enfrenta a una obra tan redonda y que, además, ha sido interpretada tantas veces, ¿qué margen de maniobra tiene para imprimir su sello?
Creo que esta puesta tiene un sello particular, que es el despojamiento de toda herencia realista de la obra; hay gente que considera a Arthur Miller como un autor del realismo, pero en realidad es un autor de procedimiento, hace muchos trucos en términos literarios, no pretende que el espectador aprecie el texto como algo propio de la realidad. Trato de despojar a la obra de aquello que el espectador, hoy por hoy, ya no necesita, por eso solo hay cuatro paredes y unas sillas, evitar todo aquello que no sea necesario; la obra se sigue contando pero el espacio está liberado de cierta escenografía. La obra se puede seguir contando porque el espectador puede imaginar, pero como lo viene haciendo desde el teatro griego o en el Siglo de Oro. Trabajo con esa idea y la obra no se resiente, al contrario, se vuelve más poderosa todavía, más esencial.

 

¿Desde un primer momento pensó en Imanol Arias para interpretar este papel?
Fue al contrario: Imanol me llamó por teléfono. Yo estaba haciendo cuarentena en Buenos Aires y me pidió que dirigiera la obra. Afortunadamente los tiempos se dieron. Hacía mucho tiempo que no venía por aquí, no estaba en contacto con la escena teatral de la actualidad. Lo que me pareció sumamente atractivo es que estuviera Jon, al que había conocido cuando trabajé con Imanol en 'Calígula' y trabajaba como uno más, no dentro de la representación del escenario, pero estaba siempre en camerinos y le decía a los actores aquello que no habían dicho. Volver a encontrarlo de nuevo, haciendo además de hijo de Imanol y creo, además, si los registros no me fallan, que ninguna versión ha tenido a padre e hijo reales interpretando estos papeles en la ficción. No es porque ellos estén exponiendo algo privado ante el público, lo cual sería una tontería, poco artístico, pero hay una energía inevitable de esa relación entre padre e hijo, que encima se llevan bien en la vida real, que favorece y hace más atractiva la obra.

 

Hablamos de esa química consabida entre Imanol y Jon, pero, ¿cómo ha sido ensamblar esa otra pieza que representa Carlos Serrano-Clark, que es el otro hijo en la obra?
Carlos es un actor fabuloso, de una precisión y calidad humana increíbles. Además tiene mucha técnica, al igual que Cristina de Inza, Fran Calvo o Jorge Basanta, son todos actores que entienden muy bien el material. Ha sido muy sencillo poder entrar, hemos puesto al texto en el centro del trabajo. No soy un director raro, no tengo caprichos, así que trato de que el material que nos va a reunir sea lo que nos demande qué vamos a necesitar. La compañía lo entendió a la perfección. Todos los actores han entendido como ensamblarse, funcionan como una máquina perfecta, porque lo que tiene esta obra es un mecanismo que no se detiene, además de que es una obra coral, por más que tiene a un gran protagonista, todo el mundo entra en contacto con él de una manera coral, todo el tiempo está entrando y saliendo alguien.

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