El escritor madrileño hace una interesante radiografía generacional en ‘Los viajeros de la Vía Láctea', su nueva novela. La trama le sirve para reflexionar sobre el trayecto que hacemos desde la juventud hacia la madurez.
Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Fernando Benzo
F. Q. Soriano
17/9/2021 - 00:58
La pandemia en general y el confinamiento en particular nos han invitado a hacer un ejercicio de profunda reflexión vital, de mirar qué metas hemos cumplido y cuáles han quedado lejos de nuestro alcance. Para Fernando Benzo, ese contexto vino acompañado de otro hito en su vida: cumplía 55 años. La suma de ambos factores hizo que se pusiera manos a la obra para escribir ‘Los viajeros de la Vía Láctea' (editorial Planeta), una novela que él mismo define como "generacional y coral", en la que varios personajes que, al igual que el propio autor, disfrutaron de la juventud en la década de los 80, ahora hacen balance de sus vidas, justo cuando se asoman a la madurez que otorgan los 50 años.
Para todos aquellos que se acerquen a 'Los viajeros de la Vía Láctea', ¿cómo lo definiría?
Es una novela generacional y coral. He cogido a un grupo de personajes que se corresponden con mi generación, a los que sigo desde que son jóvenes a los años 80, según van alcanzando la madurez y cuando llegan a los cincuenta para hacer un balance de sus vidas. Es un viaje a través de la Vía Láctea, que al final es el viaje a través de la vida, que tiene momentos cómicos, trágicos, dramáticos, sentimentales... Lo que sentiría cualquiera cuando echase la vista atrás en su vida.
En mayor o menor medida, buena parte de las novelas que están surgiendo ahora se gestaron durante el confinamiento. No sé si es el caso de este libro.
Tiene su lógica. En el caso de 'Los viajeros de la Vía Láctea', se dan dos elementos que me llevan a esta novela: uno, que cumplo 55 años, y dos, que viene el confinamiento y la vida se para. La suma de llegar a una determinada edad y de algo tan peculiar como el parón vital en el que te metes, te da tiempo para pensar, para mirar atrás y repasar tu vida y la de tu entorno, la de la gente de tu edad. Al final haces balance, qué has hecho bien y qué has hecho mal, cómo estamos ahora mismo y cómo afrontamos lo que nos queda por delante, porque la vida no se acaba, ni mucho menos, al llegar a los 55.
En las reseñas se destaca la cercanía y credibilidad de dos de los protagonistas, Javi y Blanca. Con matices, mucha gente de su generación es posible que haya vivido esas mismas experiencias.
En términos de técnica narrativa uso dos elementos fundamentales: en primer lugar, contar en paralelo esos tres momentos de la vida de los personajes, que no se aborda de manera cronológica; y, en segundo lugar, hacerlo desde las voces de dos de los protagonistas. Para mí, uno de los retos era usar voz narrativa femenina, algo que no había hecho hasta ahora en mis novelas. Utilizar la voz de Blanca sirvió para que se convirtiera en mi personaje favorito, acabo deslumbrado por Blanca, es un personaje muy rico, ya que ha cometido errores, tiene secretos y fracasos, pero mastica y digiere todo con mucha entereza y serenidad. La historia también gira en torno a este Javi que no termina de madurar, sigue siendo un joven qué va a hacer con su vida, ha llegado a los 50 y aún tiene muchas cuestiones pendientes.
Hablando de Javi, él es escritor. No sé si es una especie de alter ego.
No, todo el mundo me pregunta dónde está la parte autobiográfica de la novela, y no la hay. Como en todos los escritos de cualquier autor, hay partes personales, que no están en lo obvio sino en algo mucho más oculto de la trama. Lo que cuento en la novela no lo he vivido. No es una novela autobiográfica, sino biográfica, que son dos cosas diferentes, pretende ser la biografía de una generación en su conjunto, no una autobiografía del autor.
Los protagonistas del libro viven su juventud en la década de los 80. ¿Hay puntos en común con los jóvenes de la actualidad?
La juventud siempre es la misma, aunque es cierto que hay un entorno social e histórico diferentes. Es una etapa de aprendizaje, enormemente intensa, donde vamos cometiendo los primeros errores de nuestra vida y que al final nos condiciona para siempre. Lo que ocurre en nuestra juventud nos marca el proceso hasta la madurez, siempre quedan presentes errores y ambiciones de esa etapa. La generación que retrato en el libro cumple con los estereotipos de cualquier juventud, como la rebeldía y la intensidad sentimental, que deja unas consecuencias que van a tener que gestionar a lo largo de su vida.
Es un libro que cuenta con banda sonora y muchas referencias cinematográficas, abarcando un espectro tan amplio como diverso. ¿Fue esa época cultural mejor o es solo un barniz que hemos dado con la nostalgia?
La nostalgia siempre engaña, pero sí creo que las referencias culturales demuestran que fue una época muy rica. Documentándome para la novela, consulté qué estrenos de cine se habían producido solamente en el año 1986. Es increíble, te encuentras 30 o 35 películas de las que seguimos hablando y viendo hoy en día. La sensación es que, en aquella época, cada dos semanas aparecía una película histórica. Soy nostálgico pero precavido con la nostalgia, pero fue una época muy rica en el cine y en la música, lo que crea un gran bagaje cultural del que tiras cuando construyes una historia como esta.
Poniendo el foco en Madrid, ¿cree que ahora o en un tiempo futuro puede haber una explosión cultural de tanto calado?
Seguro que la habrá. Periódicamente hay revoluciones culturales, por diversas circunstancias. Ahora mismo quizás no estemos viviendo una eclosión tan potente, pero en algún momento, por cualquier razón, nacerá otro movimiento que cambiará todo. La cultura recibe nuevos impulsos cada cierto tiempo, esa es la riqueza de la creación cultural. Ojalá ocurra cuanto antes.
Hay una canción de Ariel Rot que dice que "no hay nada más triste que recordar los sueños del pasado, para comprobar qué poco se cumplió de lo que habíamos soñado". Le va como anillo al dedo a la trama del libro.
Lo has definido la perfección. Recordar el pasado, lo bueno y lo malo, esquivando las trampas de la nostalgia, te hace más fuerte para el futuro. En ese sentido, el pasado no debe olvidarse, debe tenerse presente sin vivir anclado en él. Es verdad que cuando miramos al pasado, y eso les ocurre a los personajes de la novela, la vida futura no es para nada como habían pensado. A mí lo que me interesa es el viaje de la juventud a la madurez y el contraste entre esas dos etapas. Ninguno de los personajes de la novela tiene la pareja que pensó que iba a tener, ninguno tiene la profesión que creía, e incluso ninguno tiene la opinión de los demás que pensaba. Eso es lo que más me interes de la historia, cómo evolucionamos y cambiamos. Si nuestro yo de 20 años apareciera ahora y nos viese, podría aprobar algunas cosas y criticaría otras, pero desde luego diría que no eres el tío que pensaba que ibas a ser.
¿Qué es más difícil de sobrellevar, los sueños que no se han cumplido o los secretos que no se han revelado?
Depende de los secretos de cada uno, pero creo que los secretos no son necesariamente malos. Ninguno nos mostramos tal y como somos ante los demás, y los secretos son una parte íntima que no podemos ni debemos mostrar a todo el mundo, al igual que no podemos comportarnos exactamente igual con todas las personas. Los secretos hay que saber procesarlos, igual que no se puede vivir anclado en el pasado, no se puede vivir atascado en los secretos, pero sobre todo no se puede vivir atascado en los sueños que no se han cumplido; está muy bien tener sueños, pero también es muy importante ser realista y un poco indulgente con uno mismo, perdonarse los errores y los sueños que no se logran cumplir. Soy partidario de una cierta complacencia con uno mismo, hay que saber perdonarse.
A lo largo de su trayectoria ha obtenido diversos reconocimientos, ¿hay algún reto que le gustaría afrontar?
Lo que me gustaría sobre todo es seguir viviendo la interacción con los lectores, me gusta mucho saber qué les ha parecido mi novela, me encanta la comunicación. Lo segundo que me gustaría es que cada novela siga siendo diferente a la anterior; solo en las tres últimas he escrito una historia en el Madrid de los años 40 en la época del estraperlo, un thriller del terrorismo etarra y ahora esta novela generacional. Hay un dicho que reza que todos los escritores están escribiendo siempre la misma novela, yo intento luchar permamentemente contra ese dicho, que cada vez que cojas una novela mía, a ser posible, no sepas qué te vas a encontrar en ella. Ese es el reto.
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