El documental ‘Ramdel. Memorias de un músico invisible' narra la vida de Ramón Delgado, quien a pesar del reconocimiento de grandes nombres nunca ha llegado al estrellato. Ahora busca la gloria con una nueva banda.
Archivado en: entrevistas, música, cultura, Ramdel
F. Q. Soriano
16/7/2021 - 00:03
Talento, trabajo y algunas dosis de fortuna. La fórmula secreta del éxito en el ámbito musical lo componen, casi a partes iguales, estos tres elementos. Cuando uno de los dos cojea, lo más probable es que el proyecto se resienta. Un claro ejemplo de ello es Ramón Delgado Arévalo, protagonista de una película con un título elocuente: ‘Ramdel. Memorias de un músico invisible'. Porque sí, su historia es desconocida para el gran público, pero está llena de grandes recuerdos, como el hecho de haber compartido escenario con artistas de la talla de Julio Iglesias, Alejandro Sanz o Ricky Martin.
Naciste en Cabra (Córdoba), pero desde muy joven te viniste a Madrid.
Han venido los concejales de Cabra al estreno de la película, ha sido un detallazo que no me esperaba. Cabra es un pueblo al que tengo mucho cariño, son mis raíces, pero me siento muy madrileño.
En la película 'Ramdel. Memorias de un músico invisible' dices que la música te lo ha dado todo pero también te lo ha quitado. Es una reflexión bonita y dura al mismo tiempo.
Me metí en la música muy joven, así que cuando formé una familia llegó un momento en el que tuve un brete al tener dos hijos. Me metí a trabajar con mi padre, pero duró poco. Cogí una depresión, mi familia vio que me estaba apagando y regresé a la música.
El hecho de hacer la película no sé si ha servido para que unas ciertos capítulos vitales y que, quizá, valores de otra forma tu trayectoria.
Tuve que recopilar mucho material para la película, por ejemplo, tenía como 700 cintas VHS y betamax de actuaciones en la televisión. Había cosas que se me habían olvidado, esto ha sido volver a mis 20 o 23 años, ha sido impresionante. Me he dado cuenta del currículum que tengo detrás.
Muchas veces los medios de comunicación en particular y la sociedad en general solo apreciamos a aquellos que alcanzan el éxito. En cambio, la realidad demuestra que lo verdaderamente importante es la perseverancia. Más allá de contar tu vida personal, ¿esta película es un mensaje para el resto de la gente?
He querido dar mensajes en la película. Uno para todos esos músicos invisibles, que somos muchísimos, verdaderos artistas que podrían estar sonando en los medios de comunicación, gracias a todos nosotros, nuestra infraestructura y apoyo, nombres como David Bisbal, Julio Iglesias o Alejandro Sanz pueden llegar tan arriba. Alguien puede cantar muy bien y tener grandes temas, pero para interpretarlos necesitas tener a grandes músicos detrás. El otro mensaje es para los chicos que empiezan, que tienen mucha ilusión, para decirles que no hay que rendirse, que van a tener bofetadas y ganas de deshacer la banda porque la industria de la música es muy complicada, son pocos los que llegan al éxito. Pero si tú crees en un proyecto y tienes esa ilusión, hay que ir a muerte con tu idea. Uno de los éxitos que muestra la película y Ramdel es que tengo la ilusión del Ramón de 17 años, lo tengo intacto. Todavía me levanto con ganas de hacer cosas, algunas veces me quieren golpear, pero aguanto los golpes, por eso el título del disco, 'Siempre en el ring'.
Precisamente, sobre este álbum, parece complicado encontrar un título más acorde a tu carrera.
Efectivamente. Aparte he sido corredor de ultrafondo, llegué a participar en un campeonato del mundo de 100 kilómetros en Bélgica ya con 37 años. A mí todo esto me ha ayudado, soy un músico de resistencia. Cuando Lorenzo Sanz vio mi biografía, alguien como yo que ha corrido 19 maratones, con los golpes que me he llevado, propuso la idea del ring.
'Siempre en el ring' lo componen diez temas, dos de ellos en versión en inglés. Todos los has compuesto tú, salvo uno. ¿Hay alguna de las canciones por la que sientas especial debilidad?
Pues sí. El tema que más me gusta es 'El tiempo pasa y pasa', ya no por la letra, que habla de un tipo que quiere salir de la droga y no puede, sino por el sentimiento que le puse a la hora de componer la música. El final es explosivo.
Haciendo balance de tu carrera, si pudieras viajar en el tiempo, ¿hay algo que harías de otra manera?
Nadie es perfecto, he hecho muchas cosas mal. Cambiaría algunas cosas, sobre todo trataría de rodearme de gente que me aporta y que no me quite, he tenido mucho judas detrás de mí, gente que me ha prometido cosas y luego no lo ha cumplido. Si volviera a nacer trataría de evitarlo, pero quizás me metería de nuevo en los mismos problemas porque un artista depende de terceras personas; si tienes a alguien que te sabe llevar, genial, pero debes luchar contra multinacionales que en muchas ocasiones tiene ideas que van en contra de tus propios criterios y te acaban destrozando la carrera. Pero estoy muy orgulloso de lo que he hecho. La única finalidad que tengo no es el dinero, lo único que quiero es que el mundo de la música me reconozca un poco, solo quiero subirme a un escenario grande, con mucho sonido y tocar mis canciones con dignidad, sin tener que descargar camiones ni gestionar hoteles. Quiero terminar una actuación y poder tomarme una cerveza con mis compañeros en el camerino o a hablar con la gente. El día que yo vea que la gente ha pagado una entrada para cantar mis temas habré tocado el cielo, me sentiré recompensado. He conocido a mucha gente de la industria, sobre todo de mi paso por la televisión, y nunca me he aprovechado de nada, no tengo ni fotos con los artistas con los que he tocado.
Subido en el ring y sin ánimo de tirar la toalla, ¿qué batallas musicales te quedan por librar?
Me gustaría hacer una gira, para mí es lo más importante. Ramdel cuenta con unos músicos extraordinarios: Jordi Pinyol es licenciado cum laude en las especialidades Performance y Jazz Composition por la universidad Berklee College of Music; Pino Rovereto es uno de los mejores baterías de Europa; y Arturo Reyes, que es el más joven y al que conozco de Credenbeat, es un guitarrista con un futuro impresionante. Lo que quiero es sacar esto adelante, que la gente nos conozca y poder viajar con la banda, que es lo que echo de menos. No soy ambicioso, no me planteo que nos fiche una multinacional y nos forremos, para nada. Solo pretendo que la música me dé la oportunidad de trabajar con dignidad, aunque solo sea durante dos o tres años. Sería una lástima que con Ramdel me ocurriera lo mismo que con otros proyectos, que han acabado guardados en un desván, porque es un proyecto maravilloso.
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