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Henar Álvarez: "Si de verdad existe Dios, debe ser un ‘señoro’ como Bertín Osborne"

Una de las voces más interesantes del humor debuta en el ámbito literario con ‘La mala leche'. Se trata de una novela gráfica donde revisa los estándares tradicionales.

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"El cómic hace mucho más visual el tema que trato en el libro, el deseo"

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F. Quirós
04/12/2020 - 00:04

Guionista de televisión, monologuista, colaboradora en ‘Buenismo bien' de la Cadena Ser y ahora, además, escritora. Henar Álvarez se atreve con todos los registros, siempre con un sello inconfundible basado en el feminismo y con el humor como herramienta recurrente. Esos ingredientes se mezclan a la perfección en ‘La mala leche' (editorial Planeta), una novela gráfica basada en sus vivencias personales a partir de la maternidad y la complejidad que supone conjugar esa responsabilidad con el deseo sexual.

¿Qué pregunta te han hecho hasta ahora más incómoda con el libro como excusa?
Ostras, pues no me han hecho ninguna incómoda, lo juro. Bueno, sí que me han hecho una pregunta varias veces que me ha sorprendido más que me haya incomodado, que cómo me había atrevido, que si a la gente le resultaba demasiado irreverente y si había personas que se habían molestado.

¿Por qué has optado por el formato del cómic para contar una historia tan personal?

Precisamente por el tema que quería tratar, el deseo. Creo que con el cómic es muchísimo más visual y que va a resultar, no sé si más natural, pero sí más crudo si se veía con imágenes que si me ponía en plan literata a describir una situación. La conjunción de los chistes, la historia y con las viñetas tan elegantes que ha dibujado Ana era la mejor herramienta para transmitir todo lo que quería. Ha sido una cuestión de que era el formato que le pegaba a esta historia.

¿Conocías personalmente a Ana Müshell, la ilustradora, antes del libro?
Conocía su trabajo, pero no nos conocíamos personalmente. Cuando me pongo a escribir la historia, nos pusimos a buscar una ilustradora y ella fue el primer nombre que se me vino a la cabeza. Luego sí que es verdad que buscamos a más gente, pero tanto mi editora como yo misma llegamos a la conclusión de que si necesitábamos a alguien que hiciera un dibujo como el de Ana, unos retratos incluso más serios, más melancólicos, que bajasen algunas cosas que son un poco brutas, quitasen parodia y dejaran a la mujer protagonista como alguien humano con sus dramas. Contactamos con ella y le encantó el proyecto.

¿Ha influido en algo su manera de dibujar a la hora de contar tu historia, es decir, cómo ha sido ese trabajo codo a codo?

Según iba escribiendo la historia, capítulo a capítulo, se lo mandaba y ella ilustraba. Al principio sí que le di fotos de todos los personajes y de los que no tenía ninguna le comenté a quién quería que se parecieran. En los inicios sí que íbamos más viñeta a viñeta, pero en cuanto ella cogió el tono del trabajo y lo que yo quería comenzó a trabajar con más libertad. Es como cualquier trabajo en equipo: una vez que se unen todas las piezas y se va en la misma línea, comienza a surgir la magia.

¿Somos esclavos del legado moral judeocristiano o hay algo más en la sociedad que reprime el deseo sexual femenino?
Está claro, nadie lo pone en duda, que durante mucho tiempo cuando una mujer se casaba con un hombre pasaba a ser prácticamente de su propiedad, no se podía trabajar, salir de casa o tener una cuenta bancaria, estos dichos de "la mujer en casa y con la pata quebrada" se tomaban así. Quitar eso del imaginario colectivo y empezar a trabajar en que nosotras también somos seres deseantes, que tenemos nuestros propios objetivos, que nos puede gustar alguien que no sea un hombre que solo te da cobijo y casa, es difícil. Siento culpa en muchas ocasiones por muchas cosas, como si le estoy quitando tiempo a mi hijo, y eso viene por todo este lado, el de te estás dedicando tiempo a ti y no a los demás. Eso lo llevamos muy integrado.

¿Qué se les puede decir a generaciones futuras para tratar de cambiar esa mentalidad?
Puedo decir lo que yo hago con mi hijo, que tiene 4 años. Desde el principio, tanto mi pareja como yo hemos tratado de educarle en absoluta igualdad. Ha jugado con todo, cocina con nosotros, siempre le hemos enseñado que hay que poner y quitar la mesa, teníamos prohibido al principio que nos regalasen ropa de color azul, que no aprendiera que hay cosas de chico y otras de chica. Y aun así, este año, por primera vez, nos dijo que quería unas gafas de bucear de color azul porque eran de chico. ¿Qué podemos hacer? No lo sé. Todo viene por tantos frentes que no es suficiente solo lo que hago en mi casa. Solo nos queda intentar concienciar y aprovechar la influencia que tiene la cultura. A mí me han influido mucho más los libros que he leído, las películas y lo que he visto en la televisión, que lo que me han dicho mis padres en casa. El hecho de que se abra la producción cultural y haya mujeres y personas del LGTBi contando sus historias será muy importante, para que todo el mundo entienda que también existen esos sujetos y se pueda empatizar con ellos. La gente que tiene en sus manos la producción cultural tiene mucha responsabilidad sobre el mundo que vamos a construir.

¿Qué te parece más preocupante, que haya esas ideas machistas en una mente femenina o en otra masculina?
En la masculina siempre, porque es quien ejerce el poder y quien tiene más acceso a los puestos de poder. En realidad cuando dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer, no es cierto. El peligro es un hombre machista que un día te puede violar por la calle o pega a su mujer. Nosotras, como mucho, nos llamamos zorras, que no está bonito pero no es comparable en ninguno de los casos. Los porcentajes de directivos de empresas y a quienes deciden contratar está en manos masculinas, así que la ayuda para abrir camino, romper brechas y que las mujeres tengamos la representación que merecemos en el mundo tiene que venir porque ellos abran hueco, que son quienes están ahí.

¿Es Bertín Osborne Dios?
Ya quisiera. Lo que sucede es que una conversación que he tenido muchas veces con mis amigas y con la que hice un monólogo: la naturaleza nos ha hecho una putada. Cómo puede ser que nosotras seamos las que parimos, que tengamos la regla y todas esas mierdas... Es un drama. Y entonces, comencé a pensar y surgió ese legado judeocristiano y llegué a la conclusión de que si existe Dios tiene que ser un ‘señoro' de pelotas. Para pasarlo a viñeta y pensando en quién sería Dios, llegamos a la conclusión de que encajaba perfectamente Bertín Osborne. De hecho ahora me arrepiento mucho de que cuando se me aparece en un espejo en el cómic no dijera "buenas noches, señora". Estaba a huevo.

¿Algún consejo para esas mujeres que acaben de ser madres para que mantengan viva la llama del deseo?
El consejo se lo daría a los señores, que por favor se hagan cargo de la descendencia y su crianza, para que las mujeres puedan continuar teniendo una vida como ser humano, con sus metas y objetivos y ratos de ocio, y no que se conviertan en unas máquinas de limpiar mocos y cambiar pañales. 

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