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Espido Freire: "Las relaciones amorosas no eran mejores en la época de nuestros padres"

La escritora bilbaína presenta su nueva novela, 'De la melancolía', donde la protagonista, Elena, sirve como eje para hablar de las relaciones sentimentales y las consecuencias que dejó la crisis económica.

Archivado en: entrevistas, literatura, cultura, Espido Freire

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La escritora, en el Círculo de Bellas Artes · PEPE RIOFRÍO

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Francisco Quirós Soriano
15/11/2019 - 00:56

En 1999 veía la luz 'Melocotones helados', la novela que convertía a Espido Freire en la escritora más joven en ganar el prestigioso Premio Planeta. Veinte años después, y con una trayectoria de lo más prolífica, la bilbaína vuelve a hacer gala de su talento literario en 'De la melancolía' (editorial Planeta), una obra que tiene a Madrid como escenario y que sirve para reflexionar sobre aspectos tan diversos como las relaciones de pareja o la crisis económica.

En 'De la melancolía' encontramos una historia verosímil, ¿qué parte de ficción hay en ella y qué dosis de realidad?
Hay muy poca ficción, de hecho todas las historias que narro han sido experimentadas por gente que conozco. Eso no significa que sea una obra autobiográfica. En mi caso, mi alter ego no es Elena, le he prestado una experiencia particularmente dura que tuve, que fue el pasar por una depresión, pero ni su manera de expresarse, ni su entorno, ni su forma de ver la vida se corresponden conmigo. He querid reflejar las distintas generaciones; si una novela aspira mínimamente a reflejar a la sociedad debe tener esa visión.

En algunos pasajes se describen con detalle lugares como el Hospital de la Princesa, o este mismo espacio, el Círculo de Bellas Artes. ¿Ha sido Madrid una ciudad inspiradora para esta nueva novela?
Creo que se lo debía (a Madrid). Llevo 19 años viviendo aquí y, aunque había escrito algunos artículos y reportajes, nunca la había colocado en el centro de una novela. Sí lo había hecho con Bilbao con ‘Diabulus in Música'. Mis anteriores novelas tenían una base histórica, una en Rusia, otra en Castilla, la otra en Canarias... debía una mirada a una ciudad que me ha tratado muy bien.

En la novela que escribí con Raúl del Pozo, ‘La diosa del pubis azul', sí que aparece Madrid, pero es un Madrid mucho más urbano, más de excusa para una novela policíaca.

"Esta novela surgió hace cuatro años; quería hablar
de los supervivientes de Mauthausen" 

Ahora toca recoger los frutos de la obra, pero, ¿cuánto se empieza a gestar esta novela?
Hará cuatro o cinco años. Comienza con la historia de Lázaro, quería hablar sobre todo de la experiencia de los supervivientes de Mauthausen, quedaban algunos vivos, había conocido algunos, de otros había leído sus testimonios y creía que existía una deuda con ellos. Luego, con las fotografías de Boix y la película que se hizo sobre él, se ajustó esa injusticia. Además, a raíz de estar yo enferma y de hablar de ello en conferencias, hubo gente que se acercó y me habló de su experiencia con la depresión. Ahí surge Elena. Es el homenaje, el espacio de quienes no pueden expresarse por sí mismos. Junté a ambos y a lo largo de los últimos cuatro años ha estado surgiendo ‘De la melancolía'. La última revisión se hizo este verano.

La invasión de las redes sociales ha servido para canalizar la ira de parte de la sociedad, pero también para difundir ciertos mensajes extremadamente optimistas, lo que se podría describir como la 'filosofía Míster Wonderful'. En este sentido, ¿es ir a contracorriente hablar de una historia donde la depresión, la melancolía, tiene tanto peso?
Entre tú y yo, espero que sí. Soy una usuaria activa de redes sociales, creo contenidos para este ámbito y, además, mi fuerte está en la red que quizás potencie más todo esto: Instagram. No tengo 20 años, tengo 45 y, además, muy currados. Por eso sé que esa visión de un optimismo fácil y cosmético es falsa. No se consiguen resultados por querer resultados, y menos en algo como la tristeza o como es la angustia, o como es la depresión, que es una enfermedad. Entonces, mi mensaje es esperanzador, es la primera novela en la que recoge incluso los momentos más oscuros, pero no deja fuera el trabajo que supone obtener cierta felicidad. Sé que hay gente que opina de otra manera, que hay gente para quien la felicidad o la alegría y el optimismo es natural, para mí no. Para mí conlleva el esforzarme por ver la parte buena, por no preocuparme, por no agobiarme, el disfrutar el momento, no estar postergando. Y creo que hay mucha gente que se puede sentir identificada con eso, sobre todo quien ha sido alcanzada en algún momento por esa depresión o por esa melancolía. Ahora, no va a venir solo. Lo mismo que es posible obtener una vida en la que seas feliz, que puedas dedicarte a lo que te gusta, no va a venir solo. Mi trayectoria literaria no ha sido fácil, ni fruto de la casualidad o de cuatro golpes afortunados.

"El optimismo fácil y cosmético que se vende en las redes sociales es falso" 

Una mascota, un anciano lenguaraz... el personaje de Elena acaba encontrando la salida a la depresión en elementos quizás inesperados para ella. Esa tal vez es una de las grandes moralejas que deja la novela, hay salida al final del túnel.
Sí, Elena sola no lo hubiera conseguido. Y de hecho, la parte absolutamente básica que es que ella ha estado enferma, que necesita una medicación y una terapia, se pasa prácticamente por encima, eso ya lo doy por hecho. El tema es cómo vuelves luego a la vida. Cuando tu vida ha cambiado como lo ha hecho la de Elena, en la que todo lo que creías seguro se ha derrumbado porque es un espejismo, una bazofia en algunas ocasiones, ¿con qué lo reemplazas? No con grandes palabras, no con metas enormes, sino con algo muy pequeño. No le queda más remedio que para vivir alquilar poner una pensión, como hacían las señoras bien de antes. Y ahí entra un señor, con el que no tiene nada en común, que es pariente pero de aquella manera y resulta que ese señor acaba dándote una lección de vida que no sospechabas. El señor quiere sí o sí un gato, es condición sine qua non. Entonces descubres que precisamente eso puede transformarte por completo. Y de pronto empieza a aparecer otro tipo de gente, con la que no tenía nada en común, a la que no hubiera mirado cuando estaba en su vida establecida y cortés del barrio de Salamanca.

Por ello, sin una transformación efectiva vas a volver a donde estabas. Da igual cuánta medicación hayas tomado, no importa cuánto hayas pagado por ir al gimnasio. El cambio tiene que ir por otro lado, por una transformación que generalmente produce el contacto humano. Por eso la editorial habla del amor como fuente transformadora, no el amor romántico o de pareja. Eso es otra cosa.

"La crisis económica ha dejado una huella invisible a la hora de enfrentarse a la vida" 

En este sentido, se puede decir que la prueba del algodón la tiene cuando se reencuentra con su exmarido. Es ahí cuando el lector puede comprobar que Elena se ha recuperado.
Las historias clásicas, las que tienen una base romántica, siempre exponen una dificultad que se acaba superando para volver al inicio, más sabio y feliz...y es mentira. No suele funcionar así. Es decir, si una experiencia te ha pasado por encima y te ha arrollado y pretendes volver al principio del cuento, mala cosa. Ahí no funcionan las segundas partes. Otra cosa es que la separación se hubiera producido de otra manera, pero no es así. Imagínate la distancia y el desprecio con el que puede ver su vida pasada Elena.

Me ha llamado la atención el papel de Sergio, un personaje con una visión casi primitiva: si mi mujer no puede darme hijos, ya no me sirve. Es una perspectiva muy cruda.
Sí. Sergio además es un personaje al que no intento no juzgar dentro de la novela, pero fuera de ella puedo decir que es despreciable, no tiene una sola virtud. Pero es un triunfador, y eso para mucha gente sí es una virtud; es un superviviente y, por otro lado, es una persona que sigue manteniendo un poder muy determinado, efectivo, económico. Podemos incluso intuir que hay una serie de tejemanejes que le van a permitir sobrevivir. Y, por desgracia, despojado de la cortesía, de la educación y de esa especie de manto con el que va protegiendo su crudeza piensas en que no es alguien inusual en nuestra sociedad, tanto hombres como mujeres. Despojados de la máscara social, algunos tienden a comportarse con una utilización del ser humano absolutamente psicopática.

Otro de los aspectos que tocas en esta novela es los diferentes modelos de relaciones sentimentales, la mayoría de ellas muy disfuncionales, llegando en algunos casos a la infidelidad. ¿El amor está pasado de moda o tiene una fecha de caducidad más corta que antaño?
Honestamente no creo que antes fuera mejor, ni en la época de nuestros padres, ni en la de nuestros abuelos. Otra cosa es, primero, lo que se contaba y, después, de lo que se toleraba, pero la estructura de la pareja ha tenido desde su origen vicios profundos. Era un pacto que no era entre iguales y, después, que estaba pensado para lograr una serie de beneficios. Algunas parejas que aparecen en la novela no son precisamente envidiables. El único problema es que no hacen felices a sus miembros. Si ambos estuvieran de acuerdo, si a pesar de todo estuvieran satisfechas, no habría ningún problema, ahí no me atrevo a juzgar, pero es que no es así. También estamos en una edad muy mala (entre risas).

"La estructura de pareja ha tenido desde su origen vicios profundos" 

‘De la melancolía' también realiza un acercamiento a la manida crisis económica, retratando una parte que quizás no se ha visibilizado tanto. Se ha hablado de desahucios y de aumento de la pobreza, pero en la novela se pone el foco en los efectos que ha tenido en clases más acomodadas.
Es un palo, da igual la clase social a la que pertenezcas. Si es tu casa, vender algo tan primigenio como tu hogar es muy duro, da igual que la vivienda valiera 120.000 euros o un millón. Tengo la impresión de que desde los medios de comunicación se ha hablado mucho de la crisis, pero desde la ficción no, posiblemente porque todavía sea un hecho reciente respecto al que necesitemos cierta distancia. No he leído nada que abordara, desde una recreación literaria, la crisis.

Una cosa es lo que nos preocupa a nivel inmediato y otra muy distinta lo grave y lo que tiene que ver con mis gustos como autora. A mí no me interesaba aquí tanto hablar de la pérdida de dinero, que ha sido gravísima y que ha hecho que se destruyera un tejido económico y social que no se ha recuperado, no te hablo ya en el mundo de las comunicaciones y la cultura, que hemos sufrido un golpe enorme, ha coincidido además con una evolución tecnológica, eso no se va a volver a recuperar, no va a regresar, es como un barco que se ha hundido. Eso no me interesaba tanto de cara la novela como la huella invisible que sí que ha dejado la crisis, y que ha sido el miedo, la inseguridad no solamente económica, sino a la hora de emprender, de enfrentarte a la vida, de saber en quién confiar y en quién no. Y eso, me da la impresión de que, en general, ha sido mucho más transversal de lo que creemos.

El empobrecimiento afectó a la clase media de una forma que creo que no ha sido suficientemente analizada. Los medios de comunicación tenían que cubrir sí o sí a las clases más desfavorecidas, porque iban a la miseria, y además con una crueldad con la mayor parte de las autoridades imperdonable. No fueron tampoco los únicos. Había la sensación de que mi generación, que en muchos casos dio un pequeño salto, de una clase baja a poder llegar a la universidad, podía tener un trabajo remunerado que nos alejaba del trabajo manual. Todo eso se acabó. Nuestros propios hijos es posible que tampoco lo tengan. Posiblemente sea menos acuciante, menos grave, pero como sociedad nos configura exactamente igual. Y luego está la situación de la gente que tenía una estabilidad. En este caso Elena se cae del guindo, literalmente, porque considera que el problema no iba con ella. Iba con casi todo el mundo, mejor dicho, con casi todo el mundo decente.

"El empobrecimiento afectó a la clase media de una forma que creo que no ha sido suficientemente analizada" 

Pensamos que la crisis tiene como culpables a las élites, a los que mandan desde arriba. ¿Cómo han podido influir personas como los personajes de Cristian o Valvanera que creen que el fin justifica los medios y para llegar a donde quieren se saltan cualquier norma ética o incluso legal?
Hubo una frase que creo que sigue retumbando en los oídos de muchos de nosotros que es que la culpa fue nuestra, que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y que si nos habían engañado era porque éramos bobos. Creo que esa fue una de las acusaciones más desafortunadas y más gratuitas que nos han podido hacer como sociedad. Desde la familia casi sin recursos que fue desahuciada hasta quien tuvo que irse de alquiler porque necesitaba vender su casa, estábamos viviendo en un entorno que no nos permitía prever qué iba a ocurrir. En el caso de los periodistas, por ejemplo, fue sangrante, con despidos y varios ERE.

Sin embargo sí había gente que tenía una información, o al menos una intuición, sobre que lo que estaban haciendo no podía llevarnos a buen puerto. Y ahí estuvieron en la responsabilidad muchas personas, no me atrevo a decir en qué puestos, ocultaron datos hasta después de unas elecciones, hasta el momento en el que todo había estallado y el momento en que era imposible hacer nada. Como ciudadanos estábamos inermes a muchas circunstancias. Los Cristian y las Valvanera de la vida estaban ahí, quizás no fueron los absolutamente responsables, pero no hicieron nada y sí lo tenían en su mano.

Personalmente, creo que fueron piezas necesarias, no el motor, pero sí el engranaje.
Sigo sin saber qué fue el motor. ¿Lehman Brothers? Lo terrible de llegar al fondo de este asunto es saber quién no ha pagado, quién ha sido protegido y quién ha acabado hipotecando sus ahorros y sus pensiones por varias generaciones. Es gravísimo. ¿Cuál es el problema de enfocarlo en la pobreza extrema? En que seguimos pensando que estamos mejor. Bueno, no nos morimos de hambre, pero todo lo que hemos perdido en derechos como ciudadanos, en posibilidades de futuro, en nivel de vida, en seguridad a todos los niveles, eso es irrecuperable, y como no nos podemos quejar porque no nos va del todo mal... Siempre está ese pudor, Elena lo refleja en la novela. De eso se nutre precisamente esta alimaña invisible. No sé si tengo que dar muchas gracias por casi nada.

"La frase de que 'vivimos por encima de nuestras posibilidades' es una de las acusaciones más desafortunadas que nos han hecho como sociedad" 

¿Cómo ha afectado todo esto a la industria literaria? ¿Ha habido ese miedo al vértigo de que la cosa no salga bien?
El sistema editorial en España, que siempre ha sido frágil, no es como el de Estados Unidos, recibió un varapalo enorme: desaparecieron premios, editoriales, gran parte del trabajo colateral que había que era a través de colaboraciones con medios de comunicación desapareció y gran parte de las voces literarias que estaban publicando hace diez años se han extinguido, algunas carreras prometedoras se han interrumpido, no sabemos si se recuperarán, ojalá que sí. Y los autores a los que, de una manera más o menos estable aparentemente nos ha ido bien, hemos tenido que enfrentarnos a dificultades en ocasiones muy serias: son conocidos los casos de inspecciones de Hacienda, de ruinas. A mí eso no me ha afectado. Tenía una SL productiva que acabó cerrando. Había sido cauta, había hecho bien los deberes y aun así hubo un momento en el que no se generaba trabajo. Las ventas de los libros cayeron en picado, apareció el pirateo, surgió la obviedad de que no se podía gastar el dinero en libros, y lo que se gastaba era en algunos muy determinados, como los de autoayuda. Todos los media seller tuvieron problemas muy serios, y los minoritarios comenzaron a darse cuenta de que la constitución de una carrera con dos o tres libros se había acortado de una forma dramática. Sin duda ha habido un puñado de nombres que se encontraban por encima de esas circunstancias a las que no les ha ido particularmente mal, pero el golpe que ha sufrido la industria literaria ha sido enorme. Publico en un gran grupo que ha diversificado sus intereses para sobrevivir, pero con unos márgenes muy cortos.

Y luego además hay otro problema: el mundo literario es muy aspiracional, en el que la idea de la apariencia, del postureo, está a la orden del día, casi nunca se habla de datos, y eso también nos ha perjudicado, no tenemos lazos fuertes entre nosotros. La mayor parte de nosotros somos autónomos o bien se han apoyado en los otros trabajos que tenían para continuar publicando. Las circunstancias no han sido buenas. Durante cierto tiempo se ha vivido el espejismo de la autopublicación y de Amazon. Sin embargo, los márgenes que han tenido han sido tan pequeñitos como los de la industria convencional.

Entonces, para finalizar, ¿por dónde pasa el futuro de la literatura?

Por donde ha pasado el presente y por donde ha transcurrido el pasado: historias que venzan al tiempo, que nos sirvan de espejo, que estén bien escritas y que nos hablen de lo que realmente importa. No hay atajos. Lo otro no es literatura, no estoy diciendo que lo que haga yo sea mejor que lo del resto, pero la literatura siempre ha tenido una trascendencia.

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