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Alberto San Juan: "A Juan Carlos I le haría una estatua si lo contara todo"

El actor madrileño se estrena como director con 'El rey', una película en la que se narra "la pesadilla final de la Monarquía". El reparto se limita a Luis Bermejo (en la figura de Juan Carlos I), Willy Toledo y el propio San Juan.

Archivado en: entrevistas, Alberto San Juan, Rey Juan Carlos

FOTOS: ANA CID/GENTE

Francisco Quirós
06/12/2018 - 12:59

En su extensa trayectoria destacan varias comedias, como 'El otro lado de la cama' o 'Días de fútbol', pero para su estreno como director ha optado por un formato mucho más serio. Alberto San Juan se pone detrás de la cámara en 'El rey', una película en la que que se muestra a Juan Carlos I como un rey anciano y destronado que se enfrenta a varios fantasmas del pasado.

‘El rey' es una película basada en una obra de teatro homónima, ¿en qué momento o qué situación os lleva a tomar la decisión de llevar esta historia a la gran pantalla?

El proyecto nace del puro deseo de hacer una película por parte de Valentín Álvarez y yo. Y ‘El rey' nos parecía una buena historia para contarla, además, con recursos muy escasos; era una obra de teatro que llevábamos representando dos años, que los actores ya veníamos ensayados y con el papel sabido, se podía rodar en un solo espacio y en pocos días. Fue producto de un arrebato, apenas hubo preparación. La rodamos en una semana, aunque el proceso de montaje se dilató mucho más, de hecho, la versión definitiva se cerró en septiembre, un año después de la filmación.

¿Habéis encontrado por el camino trabas, al margen de las económicas tan habituales en el ámbito cultural, por el hecho de tocar un tema a priori delicado?

La única traba es que en lugar de rodar una semana nos hubiera gustado hacerlo en dos, es decir, tener un poco más de dinero. Las trabas han sido la falta de tiempo, que en realidad es la falta de dinero, y luego las limitaciones de nuestro propio talento.

"No sé qué beneficios sacaba el país de
los viajes que hacía el rey con empresarios"

He visto una intervención tuya en una visita al barrio del Cabanyal, en Valencia, para presentar la obra de teatro, en la que decías que reflexionáis sobre la relación, de la Monarquía en general y Juan Carlos I en particular, con la corrupción institucional que hemos sufrido...

La cuestión de fondo siempre han sido y son los privilegios económicos de una minoría social. Es en defensa de estos privilegios que tienen los grandes propietarios urbanos y rurales por lo que se hace el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Estos privilegios, que no solo se mantienen con el Franquismo sino que se multiplican, no son tocados en la Transición. El genocidio que inaugura la Dictadura es aprovechado por algunas de las grandes empresas que hoy están en el Ibex 35 para aumentar su capital, sobre todo grandes bancos, eléctricas y constructoras. En sí esto ya es una concepción corrupta de la convivencia humana y el papel del Rey se podría resumir su papel como el gran comercial de las grandes empresas de este país. Esos viajes que hacía por el mundo con su cohorte de empresarios, como hoy los hace Felipe VI, supuestamente defendían los intereses de España. No. Defendían los intereses de Florentino Pérez, Juan Miguel Villar Mir, la familia Botín... no sé qué beneficios sacaba el país de todo eso. La corrupción este país es evidente en partidos políticos, en el PP y el PSOE, pero esa corrupción serían imposible sin el gran empresariado español; a los juzgados va Bárcenas, pero no Ana Patricia Botín para hablar de la relación del Grupo Santander con la clase política. Es todo básicamente una historia de corrupción: el robo es corrupción y el Franquismo fue un enorme robo. Lo triste es que la Democracia también se caracteriza por lo mismo. El llamado Régimen del 78, que hoy toca a su fin, participa del saqueo de lo público desde el principio, ya que Alianza Popular y el PSOE son partidos corruptos, que se financian ilegalmente y sustraen dinero de los presupuestos públicos para beneficio de sus organizaciones o directamente de personas individuales que forman parte de ellas.

Históricamente se ha valorado mucho el papel clave de Juan Carlos I en el intento de Golpe de Estado del 23-F

Clave es, lo que no sabemos es al servicio de qué. Y en parte no lo sabemos porque el Estado nos niega la información, no desclasifica los archivos del Ejército y el CSID que podrían arrojar luz sobre los turbios manejos que llevaron a lo que pasó.

Esto entronca con el programa que hizo Jordi Évole para ‘Salvados' ‘Operación Palace'

Como decía Jorge Vestrynge cerrando el programa, como última voz, "a veces la ficción se parece más a la realidad que el supuesto relato de ella". Por algo lo dice. Él fue delfín de Manuel Fraga, y Fraga estaba al tanto de que Armada quería ser presidente vía moción de censura, eso está probado. Lo que no sabemos es quién sabía que iba a entrar Tejero al Parlamento, Armada sí lo sabía y él hablaba con Alianza Popular y el PSOE.

"Habríamos tenido más trabas ocho años atrás;
Don Juan Carlos era intocable""

¿Crees que la realidad se acerca a esa ficción o que es aún más cruda?

No lo sé. Ya es bastante crudo lo que ha contado la propia Reina Sofía en un libro de memorias, que los propios generales visitaban a Don Juan Carlos en los días previos al 23-F y que tenían unas expresiones y un enfado que hacían temer que pasara algo, y ahí no intervino el Rey. Si tenían datos para estar prevenidos, ¿por qué no pusieron las medidas necesarias? El propio Armada quiso contar en el juicio las conversaciones que había tenido con el Rey y él se lo prohibió, o se lo pidió y Armada por lealtad, estas cosas de los militares, le hizo caso y no contó nada.

Otro personaje clave en el tramo final del reinado de Juan Carlos I es Iñaki Urdangarin, que ha servido de ariete en los medios y en la sociedad para abordar un tema que parecía infranqueable: la crítica hacia la Casa Real

Me parece que es un chivo expiatorio. Su socio, Diego Torres, ha dicho que Juan Carlos I estaba informado de todo. Todos los indicios apuntan a un ladrón a gran escala, no sólo de bienes materiales, sino inmateriales como el modelo democrático, que no deja lugar a ninguna participación política de los ciudadanos, más allá de votar cada cuatro años, cuando hay gente que diariamente ofrecen un espectáculo lamentable en el Congreso.

Sin episodios como el ‘caso Noos' o la cacería en África, ¿crees que habría el calado social suficiente para que esta película hubiese salido adelante? ¿Habrías encontrado más trabas doce años atrás?

Doce años atrás e incluso ocho nos hubiéramos encontrado con muchas trabas, todavía Don Juan Carlos I era intocable. Creo que desde el 15-M en 2011 deja de serlo. Es la reacción popular lo que le pone contra las cuerdas. Él ayuda con el episodio de Botsuana y el caso Noos, pero ya estaba contra las cuerdas. El famoso ‘No nos representan' le incluye a él.

¿Crees que la Cultura ha sido un arma arrojadiza para la política en los últimos años?

Aquí tiene una enorme responsabilidad, otra vez, el consenso institucional de la Transición y los 14 años de Gobierno de Felipe González, porque desarrollan, promueven y llevan a cabo una despolitización tal de la sociedad que ahora parece que expresarse políticamente es incorrecto, cuando debería ser un deber cívico elemental. Los políticos profesionales reclaman que son ellos los altavoces, los ciudadanos solo tienen que votar, el resto del tiempo deben estar en casa, por eso se rechaza la crítica. Si no hubiera ese clima opresivo, habría mucha más gente que se expresaría.

Vamos a imaginar que el Rey Juan Carlos I ve esta película. Si le tuviera delante, ¿qué mensaje le enviaría?

A Juan Carlos I le perdonaría todo si todo lo contara. Creo que la figura del arrepentido es muy valiosa. Si él contará todo lo que ha vivido, de verdad, le pondría una estatua.

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