Irene Villa es una película que narra capítulos históricos con la disculpa como hilo conductor.
Archivado en: Irene Villa, estrenos de cine, Juan Manuel Cotelo
F. Q. Soriano
07/11/2018 - 16:50
Acción, animación, terror o drama. La cartelera de los cines españoles se llena a lo largo de las semanas de diferentes títulos que, en muchos de los casos, tienen su base en la ficción. Sin embargo, este viernes ve la luz 'El mayor regalo', un film con tintes de documental que aborda una situación que cada ser humano debe afrontar a lo largo de su vida, independientemente de su lugar de origen y condición social: el perdón.
La película está dirigida por Juan Manuel Cotelo y se articular a través de un género aparentemente tan hóstil como el 'western' para repasar diferentes historias en las que se pone el acento sobre las bondades de una disculpa, tanto para el que perdona como para el que es perdonado.
¿Cómo surgió la idea de hacer esta producción?
Surgió sin pensarlo en Bogotá, Colombia, tras un coloquio de la película anterior, que no tiene nada que ver. Al acabar, una persona me espera y me dice: "Mis jefes quieren hablar con usted". Busqué en Internet el nombre de la persona con la que debía de hablar y vi que estaba condenado por miles de asesinatos. Estaba sorprendido. El interlocutor me explicó que sus jefes querían pedir perdón y hacerlo a través de mí. Tuve que ir a verles a la cárcel. Estuve con ellos 4 o 5 horas. Estaba nervioso, pero te encuentras a gente normal, no al típico malo que ves en una película. Todos estaban humillados, lloraban, y pensé que desde luego no eran actores. Al acompañarles a visitar a sus víctimas y ver cómo éstas les trataban pensé que había que hacer una película. Cuando les conocí se acabaron las dudas.
El film encadena varias historias, ¿qué criterios has seguido para esa selección?
La selección es la parte traumática, porque te dejas muchas cosas fuera. Anunciamos en redes sociales que íbamos a hacer una película sobre el perdón y mostramos 7 minutos de lo que habíamos filmado en Colombia. Nos llegó una avalancha de historias que nos sobrepasó. A Irene Villa la conocí hace unos años y tenía claro que debía estar. Como ella, las historias surgían, intentando que no todas fueran lo mismo para que no quedara la sensación de que esto del perdón es solo para asesinos y delincuentes. A día de hoy nos siguen llegando historias.
Al final de la película también se apunta a una historia muy nuestra, la Memoria Histórica. ¿Temes que pueda levantar ampollas entre los espectadores?
No me preocupa. Ya he conocido en estos 4 años de trabajo a gente que me dice que no soporta el perdón. He pensado en el espectador, en aquel que está dispuesto a regalarme una hora y media para tratar este tema. Lo mejor no es teorizar sobre el perdón, sino contar historias reales, como la de la madre de Irene Villa que decía que ella no perdonaría a quien tocara a su hija... En el perdón, como muchas cosas en la vida, es mejor cuando menos se piensa, por ejemplo, el amor se hace, no se piensa. E igual cuando te toca perdonar. En esto surge como con las enfermedades, hasta que no lo vives en tu propia piel no sabes de lo que eres capaz. De esto he aprendido mucho de Irene Villa. A veces se confunde la palabra perdón con amnistía. No es lo mismo. Si castigo es sinónimo de venganza no sirve para nada. Hay que aprender de Ruanda, que tiene el concepto de justicia restaurativa, que no sólo se centra en el culpable, sino también en la víctima. Esto abre una puerta para el debate; me gustaría que llegara a las personas con responsabilidades públicas. Tiene que haber una pedagogía de la restauración de las personas.
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El propio director reconoce a GENTE que tenía claro que Irene Villa debía tener un hueco en la producción. Por ello, decidimos charlar unos minutos con ella:
¿Qué es para ti al perdón?
Creo que el perdón es un salto cualitativo, una decisión. Tu decides que perdonas porque quieres ser libre y feliz, porque no quieres albergar en tu corazón odio o algo negativo. Cuando das ese salto no puedes volver a atrás, es un paso hacia delante. Es como en una relación de familia o de pareja, el hecho de perdonar a alguien es una liberación, no vale mirar atrás o sacar rencillas.
¿Cuál es la clave para perdonar incluso tras episodios como el que tú viviste?
En mi caso ha sido la autoestima. Cuando te quieres, intentas no sufrir, no quieres tener pensamientos negativos y desperdiciar tu vida. Te das cuenta de que ayudando, amando y perdonando tu vida es más íntegra, potente y maravillosa. En la vida hay que empezar muchas veces, es como en las partidas de parchís cuando te comen una ficha y debes volver a la casilla de inicio. Yo he empezado muchas veces y por eso no tengo miedo a nada, ni tengo prejuicios. Soy práctica y positiva, es una filosofía que ayuda y que nos debemos contagiar. Si piensas mal, no eres feliz, y estamos aquí para ser felices.
¿Qué virtudes tiene perdonar?
Los frutos del perdón son incalculables, desde la convivencia en tu día a día hasta que te pasen cosas maravillosas por el mundo. He estado en países donde nadie me conocía y el hecho de ir con una mentalidad positiva me ha abierto todas las puertas.
¿Qué se van a encontrar los espectadores?
Los espectadores se van a sorprender, porque creen que es una sucesión de historias en un documental, y no. Es una película del Oeste en la que te ríes, te sorprendes, aunque también tiene la parte dura de las historias. Van a salir diciendo que no hay nada imperdonable.
¿Somos demasiado individualistas?
La verdad es que estamos desperdiciando este regalo maravilloso que es la vida. Las redes sociales algunos las usan para hundirse, comparándose con gente de éxito. El individualismo nos está matando. Hay que salir a la calle a disfrutar de la vida y no pelearte con ella, algo que a mí me enseñó el esquí. En la vida hay que dejarte fluir, no estar condicionado por la envidia o el egoísmo, tenemos mucha necesidad de aceptación y eso hace que haya gente que se acabe suicidando.
¿Qué moraleja esperas que deje?
Soy muy humanista, creo en el ser humano por encima de todo, aunque a veces se deja contagiar por el odio o la manipulación, como sucede en las sectas. La mayoría de la gente es buena, resiliente y generosa. Este mensaje ojala que ensalce la divinidad humana y nos dé poder a todos como lo que somos, criaturas maravillosas que hemos venido aquí a vivir y no a autoflagelarnos. Esta película nos tiene que abrir los ojos para vivir sin guion, para ayudarnos unos a otros y disfrutar.
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