'Ser o no ser', una sátira antinazi donde gana la inteligencia
Amparo Larrañaga y José Luis Gil encabezan el reparto de 'Ser o no ser', la adaptación teatral del clásico cinematográfico dirigido por Lubitsch que se representa en el Teatro Alcázar (Madrid). Un cómico homenaje al teatro con las peripecias de una compañía en la Polonia invadida por los nazis.
Archivado en: teatro, Ser o no ser, Teatro Alcázar, Amparo Larrañaga, José Luis Gil, Ernst Lubitsch
Una escena de 'Ser o no ser'.
gentedigital.es/Marcos Blanco
13/10/2009 - 11:29
Polonia. 1939. La compañía de María (Amparo Larrañaga) y Joseph Tura (José Luis Gil) se ve obligada a cancelar el estreno de 'Gestapo', una farsa teatral, debido a la invasión alemana. Poco a poco y de forma involuntaria, sus integrantes pasan a formar parte de la resistencia. Entonces, deberán utilizar sus habilidades artísticas conviriténdose en nazis si quieren salvar sus vidas. Si a esto le añadimos el amor de un joven aviador (Diego Martín) por la bella María Tura, aquí tienen la sencilla sinopsis de 'Ser o no ser', una obra teatral que utiliza la conocida película de Ernst Lubitsch como referencia.
El texto original fue escrito por Melchor Lengyel y, en este caso, la versión corre a cargo de Julio Salvatierra, bajo la dirección de Álvaro Lavín. El espectáculo, que se representa desde el pasado 11 de septiembre en el Teatro Alcázar (Madrid) es un gran oportunidad para rememorar el filme, provocar la apetencia entre quienes no la conocen y disfrutar de este homenaje al teatro realizado por el cineasta alemán en el escenario más adecuado: un escenario vivo.
Cinco años después de su última incursión teatral, Amparo Larrañaga regresa al teatro con la solvencia interpretativa que le caracteriza y una belleza acorde con la de su protagonista: María Tura. La vis cómica desplegada por José Luis Gil, unida a ciertos matices dramáticos, convierten a Joseph en punto de referencia inevitable durante la función. Asimismo, cada aparición de Santiago Nogués (Greenberg) coloca sonrisas y risas en las butacas.
La sátira 'antinazi', un embrollo sentimental, el mencionado tributo a las compañías y una tensa trama de espionaje configuran este espectáculo con un trasfondo escénico brillante. Ágil. Sin una pomposidad excesiva. Un proyector aporta constantes guiños cinematográficos en la escenografía. Y tengan cuidado, porque la viveza de la historia se traslada al respetable de forma física debido a varias intromisiones actorales en territorio enemigo.
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