El periodista y escritor francés, autor de numerosos best-sellers, publica 'Un arco iris en la noche', una reconstrucción de la historia de Sudáfrica. Además, acaba de recibir el premio 'Save the Children 2008' por su labor humanitaria en India.
Archivado en: Dominique Lapierre, Save the Children, Un arco iris en la noche
gentedigital.es/Patricia Costa
08/10/2008 - 10:18
Nació en París en 1931, y dio a luz obras como 'Arde París', 'Oh, Jerusalén', 'Esta noche la libertad' o 'La ciudad de la Alegría', su gran logro personal y profesional. En 1997 'Mil soles' le dio el Premio Naciones Unidas para la Paz. Ahora, acaba de recoger el premio 'Save the Children 2008', junto a Nadine Gordimer, activista anti-apartheid; y Pedro Alonso, investigador contra la malaria y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2008. La entrega de los galardones coincide con la presentación del informe de la ONG: "Salvar vidas en tiempos de crisis".
Dominique Lapierre es un hombre cercano, humano y humilde, tres adjetivos difíciles de adjudicar en los tiempos que corren. Visita España para presentar 'Un arco iris en la noche' y para hablar también de su labor humanitaria, a la que destina la mitad de sus derechos de autor.
La 'ciudad de la Alegría' es, además del título de una de sus obras, un barrio de chabolas de Calcuta, y el nombre de la asociación que Lapierre fundó hace 27 años para curar a niños leprosos en India.
Después de escribir ‘Esta noche la libertad', la historia de la independencia de la India, Dominique comprobó que "no es bastante con ser un best-seller, sino también un actor para denunciar las injusticias de la gente que protagoniza mis obras", comenta.
En 1981 su vida cambia. Conoce a la madre Teresa y los barrios de chabolas de Calcuta. Entonces supo que podría ayudar, porque "salvar un niño es salvar el mundo", como ella decía.
¿Cuántas injusticias le quedan por tratar con sus derechos de autor?
Hay tantas y tantas injusticias. Creo que lo mejor sería vender millones de ejemplares de mi último libro, ‘Un arco iris en la noche' para ayudar en la India. Con los derechos de un solo ejemplar yo puedo dar de comer a diez niños leprosos durante una semana.
En sus libros nos cuenta historias de la vida, buenas y malas, pero, ¿cuál se ha guardado?
Quizás la historia de Ashu, un niño que vivía en las chabolas de Calcuta, y que ahora tiene un diploma de ingeniero mecánico en sus manos. Para mí fue realmente la impresión de nuestro éxito sobre la pobreza.
Este es un trabajo duro, pero tenemos éxitos extraordinarios. Ocurrió hace tres semanas, estando en nuestro refugio para niños leprosos a 35 kilómetros de Calcuta, que se llama ‘Resurrección' y que está en marcha desde hace 27 años para curar a niños leprosos, tuberculosos, malnutridos...
Alguien nos llamó a mí y a mi mujer, nos dimos la vuelta y vimos a un chico con un papel en la mano.
Era Ashu, un niño que rescatamos de las chabolas hace doce años, le curamos, le alimentamos, y también le mandamos a un colegio. Esa hoja de papel era su diploma de ingeniero mecánico. Si viese el barrio donde lo encontramos, no se lo creería. Mañana tendrá trabajo y podrá comprar un terreno, construir una casa, salvar a su familia...
Y así, cuando mi creador me pregunte que he hecho en la Tierra, le diré: "He hecho de un chaval que se llama Ashu un ingeniero mecánico. Esas son las victorias que se pueden conseguir cada día en las partes desheredadas del mundo a través de la educación.
¿Qué significa para usted el premio Save the Children 2008?
Es un honor y estoy muy feliz, porque debemos recibir las vitaminas de organizaciones como ésta para continuar en nuestra lucha. Es un trabajo duro y que necesita todavía mucho tiempo pero, como decía la madre Teresa de Calcuta: "salvar un niño es salvar el mundo".
Hay tres mil barrios de chabolas en Calcuta, verdaderos infiernos en la tierra. Uno de esos barrios se llama la ciudad de la Alegría. ¿Cómo puede llamarse así un terreno equivalente a tres campos de fútbol donde viven 75.000 personas en condiciones infrahumanas?. Muchas de ellas son niños, que trabajaban de seis de la mañana a diez de la noche, en pequeños talleres y en condiciones sanitarias terribles.
A pesar de que la India tiene una Constitución adelantada que protege a los niños, aquí más de 59 millones nunca van a entrar en una escuela. Y más de 125 millones no tienen acceso al agua potable. Esa es una situación terrible, a pesar de las leyes.
Dominique -mi mujer, que tiene mi mismo nombre-y yo, entendimos que lo primero por lo que teníamos que luchar era la educación, sólo así se podrían cambiar las cosas. Pero cómo vas a decirle a las familias que sus hijos no pueden trabajar, porque es ilegal. 50 rupias equivalen a un euro, y un pequeño puede ganar entre 1 y 5 rupias al día. Parece poco, pero significa la muerte o la supervivencia de una familia, resulta esencial. Entonces decidimos pagar a las familias para que llevasen a sus hijos a nuestras escuelas.
En 28 años hemos construido más de 300 escuelas con talleres de informática, inglés, para sacar a toda una generación de niños de un barrio mortal de Calcuta. Ahora luchamos contra la mafia local. Cada noche los niños llevan botellas de alcohol a los barcos, un acción ilegal y peligrosa, pero por la que ganan un euro. Por eso ahora pagamos un euro a miles y miles de familias para impedirlo.
¿Llega realmente la ayuda humanitaria a los lugares que la necesitan?
Para mí y para mi esposa Dominique es una prioridad asegurarnos de que la ayuda llega en su totalidad a los pueblos, en los proyectos que tenemos. Por eso viajamos a la India cuatro veces al año.
¿Cree que su último libro, 'Un arco iris en la noche', es de los más didácticos?
Creo que es una gran epopeya, una gran aventura histórica, con héroes maravillosos, como Helen Liberman, que es la madre Teresa de Sudáfrica, o ese gigante de la humanidad que se llama Nelson Mandela. Pienso que se trata de una novela, una aventura en un país magnífico.
¿Cómo reaccionarán los lectores sudafricanos?
Vamos a ver. Le llevaré una copia a Nelson Mandela, la traducción en inglés. Creo que les gustará porque es un libro de amor para Sudáfrica.
Una última cuestión, ¿afecta la crisis a su labor en India?
La crisis es una tragedia que vivimos ahora a nuestro humilde nivel, el de una modesta organización en la India. Nuestros ingresos proceden de los derechos de autor, pero ahora no se venden tantos libros, y los amigos que nos donaban pequeñas cantidades anuales -para llegar a los 2,5 millones de euros por año-, han dejado de hacerlo, por la crisis mundial que atravesamos.
En India la inflación es del 15%, y debemos reducir nuestros proyectos y pedir a los hindús que trabajan en el campo de batalla, que hagan milagros para continuar. No trabajamos con Gobiernos, sino con personas. Trabajar con gobiernos es difícil porque la concepción del mundo de los funcionarios de Bruselas es muy diferente al campo de batalla. Os podría enseñar hospitales vacíos en India, sin camas, sin ambulancias, sin médicos, porque nadie se preocupó de lo más importante: hacerlo funcionar.
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