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REPORTAJE | EN RECUERDO DE JOSÉ MARÍA ROMERAL

Chema, el pastor amigo

Dicen de él, que con una sonrisa te lo decía todo, que con una mirada te sabía dar lo que necesitabas y que daba igual que fueras niño, adulto o mayor, que él siempre estaba ahí para echarte una mano. José María Romeral, más conocido como Chema, falleció el pasado miércoles en el tren Alvia que viajaba con destino a Ferrol desde Madrid. Su vida se quedó en esa curva de A Grandeira, a escasos kilómetros de Santiago, pero su huella se ha quedado marcada en el corazón de todos aquellos que le conocieron.

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Una mujer reza frente al cuerpo de Chema

Balta, el amigo que le esperaba: "Anunciaron la llegada del tren, pero nunca llegó"

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gentedigital.es/ Javier Sánchez (@javisanchez3)
29/7/2013 - 12:21

Familiares, amigos y vecinos despidieron el pasado viernes en la parroquia de Santa Teresa de Jesús de Colmenar Viejo a José María Romeral (Chema), el sacerdote que falleció en el trágico accidente de tren ocurrido el pasado miércoles noche en Santiago de Compostela.

Vicario de esta parroquia, Chema llevaba más de diez años en Colmenar Viejo y estaba poniendo rumbo a un nuevo camino que le iba a llevar hacia Madrid, a una iglesia en Chamartín en donde iba a comenzar muy pronto una nueva andadura. Precisamente, en la estación de Chamartín, Chema cogió ese tren en el que se quedó su vida, una vida llena de alegría y ayuda hacía los demás que nunca dejó de transmitir. "Era más que un sacerdote, era un amigo", dicen aquellos que le conocieron y su fallecimiento ha impactado muy fuerte y con dolor en toda la comunidad parroquial.

"NOS IBÁMOS A VER EN GALICÍA"

Nada más conocerse la noticia del accidente aquellos que sabían que Chema iba en ese tren se les encogió el corazón. Pilar Quilles, una fiel de esta parroquia de Santa Teresa y amiga personal de Chema, se encontraba en Galicia de vacaciones y había hablado con Chema para quedar allí y verse un día de estos. Un día que nunca llegó. 

Pilar, que además es médico, nada más ser consciente de la tragedia ocurrida, se desplazó hacía el lugar de los hechos para ayudar en las tareas de rescate de heridos y fallecidos y también para encontrar a su amigo.

Con dolor pero con entereza, Pilar cuenta cómo se vivieron aquellos primeros momentos en el hospital clínico de Santiago, así como en el pabellón multiusos que se convirtió en una tanatorio improvisado. "Poco a poco se convocaba a los familiares para darles información acerca de lo ocurrido, la gente se encontraba ensimismada en sí mismos, se oían gritos desgarradores, reacciones fuera de lo normal y es que el dolor que allí había era muy grande", comenta.

"En el momento que me dijeron que iba en el tren tuve el ansia de saber, pero a partir de las 3 de la mañana que nos dijeron que la lista de los accidentados había terminado, ya sabía yo que nada había que hacer con respecto a nuestro amigo Chema", apunta Pilar con una voz dolorida. Eso sí, recuerda que en "ningún momento perdimos la esperanza".

UNA ESPERA INTERMINABLE

Este último viaje de Chema se enmarcaba dentro de sus vacaciones personales. Viajaba con destino Santiago para ver a un amigo de toda la vida, Balta, un sacerdote jesuita, con el que iba a pasar estos días. "Iba a echarme una mano estos días, íbamos a disfrutar de las fiestas y de Galicia y de la gastronomía, y yo ya le estaba esperando en la estación con mucha ilusión", comenta.

Una espera, que se hizo interminable. "Anunciaron la llegada del tren, pero el tren que no llegaba, no llegaba, y empezó el drama que fue muy duro para las familias", recuerda Balta.

EL PASTOR AMIGO

El fallecimiento de Chema ha hecho mella en cientos de personas, algo que se reflejó en la iglesia en el día del funeral. No cabía un alfiler, los asientos llenos, la parte del coro igual y las afueras de la iglesia estaban repletas de fieles que le quisieron acompañar en su final.

La eucaristía, presidida por Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la Conferencia Episcopal Española, fue muy emotiva. Éste, además quiso transmitir el pésame del Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que se encontraba en Rio De Janeiro, en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Tanto Camino como todos los asistentes recordaron a Chema con mucho cariño, y es que, su fallecimiento no ha dejado indiferente a nadie. María del Carmen y Emilia, dos catequistas y amigas de Chema, aseguran que ahora "se le va echar mucho de menos". "Su cigarro, el olor de su tabaco y su amabilidad hacía todo el mundo ahora ya no está y eso es duro", afirman. Un sacerdote al que todo el mundo define como "cariñoso y buena persona".

Su duro y trágico fallecimiento deja a personas muy tocadas. Este es el caso de Juan Ángel, un amigo de Chema que entre lágrimas y con los ojos rojos de tanto llorar recuerda sus últimos días con él. "El lunes estuve con él, comimos juntos, y al día siguiente cuando me entero de la catástrofe del tren no hice más que pedir a Dios para que no le hubiera pasado nada", dice. Y con la voz entrecortada y llorando, Juan Ángel intentaba responder a cómo se podía definir a Chema. "Era un pedazo de pan blando, era una bellísima persona, partiendo de los niños y siguiendo por los mayores, adultos, ancianos, lo que decía era una bondad. Con la risa que ponía en el altar para repartirnos la paz, ya lo llenaba entero. Mejor habrá personas, pero como él muy difícil".

Sin duda, un sacerdote que iba más allá y que ahora ha pasado a "disfrutar de otro mundo con sus hermanos y su madre en el cielo", como dice Balta, su mejor amigo y del que quedará "su sonrisa permanente", como apunta Pilar. Un cura, que era más que eso, era un amigo que seguirá cuidando de todos ellos desde otro lugar.

Descanse en paz.

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