La verdad es que, aunque a sabiendas de que en los últimos años nuestra provincia ha venido perdiendo población, industria, agricultura y minería, en la actualidad vemos como siguen apareciendo en los medios informativos noticias negativas en cuanto al mantenimiento de la poca riqueza con la que creíamos contar. Hace unos treinta años León contaba con una población provincial cercana a los quinientos cincuenta mil habitantes y, más o menos, con un medio de vida con el subsistir sin tener la necesidad de salir de aquí a buscar lo que aquí no tenemos. Había gente en los pueblos.
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Maximino Cañón
31/5/2016 - 09:24
Teníamos un sector minero importante que aportaba muchos millones a nuestro producto interior bruto. Proliferaban los bancos. La Universidad se instaló en León, evitando que una amplia población joven se tuvieran que marchar a estudiar carreras superiores fuera, con lo que de sacrificio suponía para las familias, cuando León tenía 125.548 estudiantes de los que solo 3.833 recibían enseñanza universitaria en León, exportaba, por aquel entonces, más de cuatro mil estudiantes a las diversas universidades españolas (Miguel Cordero del Campillo en su libro 'LA UNIVERSIDAD DE LEÓN'). Se produjeron movimientos y pronunciamientos sociales en pro de la ubicación en León de una Universidad y fue entonces cuando, con la indispensable colaboración de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, presidida por Emilio Hurtado Llamas la idea se puso en marcha. Conviene destacar la conversación que tuvo lugar "a la misma puerta del Gobierno Civil cuando miembros del Patronato conversaron con don Emilio Hurtado Llamas, a quien con tristeza y franqueza, manifestaron: "O la Caja de Ahorros y Monte de Piedad se decide, o no tendremos Universidad en León' (pág. 439 libro LA UNIVERSIDAD DE LEON de la Escuela de Veterinaria a la Universidad, de Miguel Cordero del Campillo) para acabar con la implantación de la actual Universidad de León. Con el tiempo poco a poco fuimos dejando pluma, es decir, población y empleos, hasta quedarnos en los habitantes y puestos de trabajo que hoy tenemos viendo como otros, con las plumas que aquí dejábamos, volaban a sus anchas. Ni que decir tiene que la Caja, como coloquialmente se la conocía, recibía cada día unas cantidades importantes de dinero por parte de los impositores, que no preguntaban ni la hora cuando depositaban los ahorros que cada uno tenía. Era la Caja de la confianza. La de León de toda la vida. Aun me acuerdo de aquellas cartillas que rellenábamos con pequeñas aportaciones en sellos, para el día de mañana. La Caja era la entidad codiciada para buscarse el porvenir y la vida. Desarrollaba una importante labor social y cultural, revirtiendo parte de los beneficios en ayudas para quien lo necesitaba lejos de la usura. Facilitaba la compra de pisos con hipotecas asequibles. En fin, se podría decir mucho y bueno de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad (hoy casi no sé ni como se llama ni tampoco tengo interés). Entonces, ¡Dato importante! No había políticos en los órganos de decisión ni sueldos auto aprobados tanto para ellos como para directivos afines a, según como venga el aire .Conclusión, que había una potente entidad de ahorro a la que los clientes venían solos, y que, como una tela de araña, se encontraba extendida por la provincia. Era el sueño de muchos jóvenes de entonces, entrar en la Caja, casarse y comprar piso. Llegó la democracia, y a la sombra de tal ansiada consecución, la política también contaminó a muchos órganos de decisión y, ya, muchos jóvenes ni tendrán un puesto en la Caja, ni comprarán piso, ni tendrán coche pagado ni tendrán porvenir con el sustento ganado en esta tierra.
En definitiva que lo que en sus orígenes se dedico a hacer caja contribuyendo al desarrollo provincial, hoy, por vicisitudes de muchos factores y sobre todos de la política mal entendida, se ha convertido en una máquina de "deshacer Cajas", y los que vengan atrás que arreen. Si, ya sé, que muchos de los empleados que van a la calle o a la llamada "prejubilación" lo harán con una salida económica aceptable, pero dejando un lastre de desencanto y, como los campos yermos, sin nadie que continúe con la obra y sin puestos para los siguientes. Y mientras tanto algunos gozando de unas retribuciones de ida y vuelta como si no hubiera pasado nada.
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