Cristina García Rodero recibe el Premio Internacional de Fotografía de Alcobendas
La fotógrafa española Cristina García Rodero ha recibido hoy el Premio Internacional de Fotografía Alcobendas, en su segunda edición, de manos del alcalde, Ignacio García de Vinuesa. Con esta distinción se reconoce la calidad humana y la preocupación por la infancia en sus fotografías. El premio está dotado con 10.000 euros y el galardonado debe ser fotógrafo documentalista, que destaque en su trayectoria en pro de los derechos de la infancia.
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gentedigital.es
28/4/2011 - 16:56
Cristina García Rodero agradeció el galardón y manifestó que había sido una grata sorpresa, que le llegó mientras trabajaba en Cuba. “Me llena de alegría y es un honor para mí, sobre todo viniendo de un ayuntamiento como el de Alcobendas, que ha mostrado siempre una enorme sensibilidad hacia la fotografía”.
La galerista Concha Aizpuru glosó la figura de la artista señalando que, a pesar de su aspecto frágil y menudo, es muy fuerte mentalmente y llega a cualquier sitio que se propone. En respuesta a sus palabras, Cristina García Rodero manifestó que “cuando vas a fotografiar, las cosas no se repiten jamás y pasas muchos sacrificios para estar allí. Sabes que eso no se vuelve a repetir y tienes que olvidarte de los miedos que llevas dentro. También pienso que, como soy tan chiquita y no hago mal a nadie, por qué me lo van a hacer a mí”. En referencia a las características del premio, que se concede a quien destaca por su trayectoria en pro de los derechos de la infancia, dijo que “los niños son protagonistas principales de mis fotografías, porque es muy fácil que se me vayan los ojos tras ellos. Son lo más frágil de la vida y están llenos de espontaneidad”.
Nacida en Puertollano (Ciudad Real) en 1949, Cristina García Rodero, licenciada en Bellas Artes, ha sido profesora de fotografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid durante décadas, impartiendo, además, cursos y talleres en otras muchas universidades. Su trayectoria comienza con su participación en concursos universitarios, en los que se sintió fascinada por el mundo de la imagen, obteniendo una beca para ampliar estudios en Florencia. En la ciudad italiana echaba mucho de menos España, según ha confesado, y se propuso realizar, al regreso, un trabajo que sacara a la luz la riqueza de las tradiciones populares, empeño que comenzó a plasmar arropada por una beca de la Fundación Juan March.
En esta labor coincidió al principio con otros cuatro fotógrafos, Fernando Herráez, Ramón Zabalza, Cristóbal Hara y Koldo Chamorro, uniéndose después varios más, compartiendo con ellos carreteras y bocadillos durante años. Su trabajo muestra parte de la esencia de nuestras raíces, cada vez mas olvidadas, negadas o ignoradas.
En una entrevista manifestó: “Intenté fotografiar el alma misteriosa, verdadera y mágica de la España popular con su pasión, su amor, humor, ternura, rabia, dolor, con su verdad; y los momentos más intensos y plenos en la vida de los personajes, tan simples como irresistibles, con toda su fuerza interior, en un desafío personal que me dio fuerza y comprensión y en el cual invertí todo mi corazón”.
En los últimos quince años amplió su horizonte, viajando a Italia, Grecia, Alemania, Georgia, Rumanía, la guerra de los Balcanes, Etiopía, India, Haití, Cuba, México, Venezuela, Brasil, Colombia y Estados Unidos. “Desde hace diez años estoy trabajando en un monográfico que me gusta llamar ‘Entre el cielo y la tierra’. Está basado principalmente en el registro de festivales de todo tipo, de música, de sexo, de erotismo. Son nuevos lugares a los que la gente concurre con una nueva fe, peregrina desde muy lejos para llegar a ellos y participar de los festejos. En todos estos sitios la gente se reúne para divertirse, para mostrar el cuerpo, para buscar el amor, para encontrarse, para olvidarse de sí”.
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