La primera semana del juicio por el asesinato de la presidenta de la Diputación y del PP de León, Isabel Carrasco, el 12 de mayo de 2014, deja muchas cuestiones abiertas y una única certeza. Monserrat González, la madre de Triana Martínez y esposa del comisario de policía de Astorga, es la autora material confesa del crimen. Es más, no sólo ha reconocido en el primer día del juicio, que se viene celebrando en la Audiencia Provincial de León, que asesinó a sangre fría y por la espalda a Carrasco sino que no se arrepiente, que lo hizo porque era la vida de su hija o la de Isabel Carrasco. Se puede decir más alto pero no más claro.
Archivado en: Martínez Carrión, Isabel Carrasco, juicio, Montserrat, Triana, Raquel Gago, Pedro Mielgo
Martínez Carrión
22/1/2016 - 18:19
Aclarado el asunto más importante del juicio, ahora queda por concretar las responsabilidades de Triana y de Raquel Gago, la policía local, amiga de Triana. Raquel tuvo durante treinta horas el arma del crimen en el interior de su coche. El fiscal y las acusaciones particular y popular lo tienen claro: las tres mujeres concibieron un macabro plan para seguir a Carrasco, asesinarla y planificar tanto la huida como el ocultamiento del arma. Los abogados defensores mantienen, sin embargo, la teoría de que Monserrat actúo sola y que Triana y, mucho menos, Raquel, no sabían nada. Las llamadas telefónicas y los encuentros entre ambas el día del crimen son meras casualidades, trágicas e inexplicables, pero casualidades.
La estrategia de la defensa de las acusadas es presentar una serie de dudas razonables ante los miembros del Jurado con el fin de rebajar la dura pena que se espera se imponga a Monserrat y lograr la libre absolución tanto de Triana como de Raquel.
Estas serían las dudas razonables que la defensa mantiene tras la primera semana de juicio:
1.- La hora del crimen. De forma machacona, el defensor de Monserrat y de Triana viene insistiendo en que no se ha concretado de forma exacta y científica la hora del asesinato de Carrasco. En el sumario se afirma que fue a las 17:15h. Esa hora es una suposición que se hace en virtud de la primera llamada que se recibe en el 112 y que corresponde a la mujer del policía Pedro Mielgo, ambos testigos directos del crimen. Conocer la hora exacta es fundamental porque a las 17:17h (y no a las 19:17h, como ayer se indicaba en mi crónica por una errata) Monserrat llama a Triana. Las acusaciones sostienen que esa llamada es en la que Monserrat le diría a Triana que ya ha asesinado a Carrasco y que vaya al coche, que previamente han dejado aparcado junto al edifico de sindicatos, para huir. Si la hora del crimen se retrasase aunque sólo fuera dos minutos, el contenido de esa llamada entre Monserrat y su hija ya sería otro y desmontaría la teoría del plan preconcebido y la conspiración.
2.- El bolso. ¿Tiró Monserrat el bolso en el acceso de un garaje de la calle Lucas de Tuy o se lo entregó en mano a Triana en la Plaza de Colón o alrededores? Aquí el testimonio del policía que siguió a Monserrat es fundamental. Pedro Mielgo asegura que siguió en todo momento y a prudente distancia a Monserrat desde la pasarela del crimen hasta la calle Lucas de Tuy y que siempre la vio con el bolso colgado de su hombro derecho. Sin embargo, la defensa ha presentado unas fotos de unos contenedores, justo delante del citado garaje, que impedían la visión total de Monserrat por parte del policía. Sólo podía ver su cabeza. Luego, el policía perdió de vista a Monserrat, que se introdujo por la calle Colón, y no la volvió a ver hasta que ambos se encontraron frente a frente en Gran Vía de San Marcos, ya sin el bolso. La duda razonable es que hubo momentos en que el policía no vio de cuerpo entero a Monserrat y, por lo tanto, ésta pudo desprenderse del bolso sin que lo advirtiera el perseguidor.
3.- El policía Pedro Mielgo no reconoce su voz. Hubo una llamada telefónica al 112 segundos previos a las detenciones de Monserrat y de Triana, en la que una persona va dando detalles al 112 de la persecución a Monserrat, de su localización ya en el interior del coche de su hija y a su detención. Pero, la sorpresa ha saltado al asegurar Pedro Mielgo que la voz que se oye no es la suya. En cambio, tanto su mujer, también testigo presencial del crimen, como la del primer policía local que llegó al coche de Trina y de Monserrat, sí reconocen esa voz como la de Mielgo. Las defensas se han apresurado a plantear una cuestión de falso testimonio y hasta de perjurio para invalidar el testimonio clave de este policía.
4.- Policías de Burgos. La actuación policial del caso es una chapuza en varios momentos. Gracias a que Monserrat se ha declarado autora confesa y que el policía Pedro Mielgo la siguió y logró su detención, si no, el caso no hubiera sido resuelto con tanta prontitud. En las primeras horas tras el asesinato viajan desde Burgos dos policías nacionales, por orden del jefe regional de Valladolid, quien es muy amigo del marido de la asesina y comisario de policía de Astorga. Estos policías de Burgos interrogan a Monserrat y a Triana en un clima de cierta familiaridad y confidencialidad, con el fin de ayudarlas porque eran amigos del comisario de Astorga. Ellas declaran sin estar presente su abogado y los policías planean la posibilidad de sacar a las detenidas a la calle en busca del revólver, que bien podría aparecer, por casualidad, en una alcantarilla. Posteriormente, estos policías acuden al domicilio de la policía Raquel, participan en el primer interrogatorio, pero su presencia se oculta en los informes policiales y sólo a última hora se desvela por temor a ser acusados de un delito.
5.- Pruebas contaminadas. La policía local Raquel Gago entrega el arma que por casualidad encuentra dentro de su coche, aparcado en el garaje de su casa, justo una media hora después de que Monserrat y Triana comentasen "entre dientes" en la comisaría de León y cerca de los policías de Burgos, que el arma la tenía una mujer policía, sin concretar nada más. Justo en ese momento, Raquel descubre en su coche el arma y llama a un amigo policía nacional, Nacho, y éste la aconseja que la entregue inmediatamente en comisaría. Su amigo lo anuncia en comisaría y desde allí van a casa de Raquel varios agentes, entre ellos los policías de Burgos. Registran el coche y encuentran el famoso bolso con el revólver dentro. Lo sorprendente es que deciden trasladar el coche hasta la comisaría, alegando falta de luz y trasiego de vecinos, en vez de practicar todas las pruebas periciales en el mismo garaje; es decir, las fotos, toma de huellas, etc. Con ese traslado se modifica totalmente el estado y contenido del coche, sobre todo cuando nadie se percata que hay dentro una garrafa de agua sin su tapón. El vertido del agua pudo contaminar las pruebas. Una auténtica chapuza.
6.- Bloqueo mental. Raquel alega un supuesto bloqueo mental para justificar que no dijese a nadie, siendo policía local, tras la detención de Monserrat y Triana que ese mismo día del crimen había estado tomando café en la casa de Triana, se habían llamado varias veces por teléfono y se habían visto en plena calle y que Triana le había preguntado si tenía el coche abierto, momento en el que aprovechó para meter el famoso bolso en el interior del vehículo. Raquel estuvo en las horas siguientes en una escuela de restauración, con varias de sus amigas, con sus hermanas y a ninguna de ellas les dijo nada de nada, cuando todos sabían que era muy amiga de Triana. Al día siguiente Raquel fue a patrullar, hizo vida normal y nadie le notó nada especial, ni física ni psicológicamente. ¿Un bloqueo mental intermitente?. Los psiquiatras que van a declarar tienen la palabra.
Y 7.- Acoso de sexual de Carrasco hacia Triana. Muchos meses después del asesinato, Triana dice por primera vez a una psiquiatra y ésta a la policía, que Triana alega como motivo fundamental de su odio hacia Carrasco que ésta la "entró", la besó, abrazó y le propuso mantener relaciones sexuales en la casa de la víctima. Triana la rechazó y Carrasco la amenazó con una serie de represalias, entre ellas que no aprobaría la plaza que la Diputación le había ofrecido, "a dedo", como ingeniera de telecomunicaciones. A partir de esa negativa, dice Triana que el acoso de Carrasco hacia su persona fue despiadado y que le hizo la vida imposible, tanto en el terreno laboral como el emocional. Justifica Triana que no dijo nada antes por vergüenza y que sólo lo conocía su madre.
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