"De la familia tenemos pocas visitas. Siento decirlo, pero es así"
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"Cuando estás sola se echa en falta a amigos, a familia, pero no puedes decirles que te visiten a la fuerza, aunque te duela. Sólo les puedes preguntar, ¿cuándo vienes?". Esta es la realidad de Carmen, una mujer de 90 años que cada semana recibe a Rosa, voluntaria. "Cuando viene paseamos, vemos la tele, le canto, rezo...", señala mientras aguardamos su llegada. Como Carmen, más de 140.000 mayores viven sin compañía alguna en Madrid, sin nadie con quien hablar, a quien tocar, a quien escuchar. Descubren entonces la dura melancolía, la ausencia.
Paliarla es el principal objetivo de Amigos de los Mayores, una organización de voluntariado que atiende a más de 200 personas en los 21 distritos madrileños, la mayoría en su propio domicilio y no en residencias. Los acompañantes, el 70% mujeres, suelen ser jóvenes estudiantes de entre 18 y 25 años, o jubiladas a partir de 50 ó 60, como Karen, que colabora desde hace un lustro. "Cada jueves nos trasladamos a la Residencia Goya y allí estamos de once a una. Solemos ir andando a la plaza de Dalí y si hace bueno tomamos un café en una terraza", explica.
A su lado, atento, permanece Lorenzo (79), que vive en la residencia desde hace siete años. "Estoy deseando que vengan para que me saquen a pasear, aunque con el cariño que me dan es suficiente", apunta sonriente y con voz temblorosa. "Según las necesidades de cada uno hacemos una cosa u otra. A veces Lorenzo necesita recargar el móvil, otro día Guillermina quiere comprar sellos para escribirle a su familia en EEUU...".
Esta última me presenta a María, voluntaria de Amigos de los Mayores desde hace tres años. "Nos esperan como agua de mayo y a nosotras no nos cuesta nada. Son dos horas de tu semana y nos enriquecemos mucho", confiesa mientras Guillermina asiente. "Recibo a amigos, pero mi familia se ha ido toda a EEUU", aclara esta mujer (85), residente desde hace dos. Su caso se parece al de Cecilia (89), que cada semana intercambia historias con Ana, voluntaria de 30 años. "He tenido tres hijos. No les veo, aunque todos los días me llaman". "De la familia tenemos pocas visitas, siento decirlo, pero es así. Para mí esto ya no son los Amigos de los Mayores, sino la familia que atiende a los mayores", interrumpe Luisa (83). "Son los que nos dan vida, no tienen precio", continúa. "Sin estas personas estaríamos más decaídas", subraya su hermana Faustina, también octogenaria.
Mercedes Villegas, vinculada al colectivo desde el inicio, afirma que gracias a la labor de estos voluntarios hay más mayores acompañados en Madrid, pero anima a que más interesados se unan para reducir la lista de espera. Al margen de este acompañamiento semanal, desarrollan también un programa, 'Encuentros en el barrio', que consiste en organizar tertulias y otros eventos con mayores que se encuentran solos pero que viven en la misma calle, para ponerlos así en contacto entre ellos y con los voluntarios. "Hoy no hay familia, aunque tengo mucha. No es como antes, que iban a visitarte. Ahora tengo que llamar yo por teléfono", concluye Carmen. Ella ya ha probado la soledad.
Publicado el 28 de septiembre de 2012 a las 11:15.