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Después de diez años de relación y dos hijos en común, Vania decidió romper su matrimonio. Él la castigó quemando su belleza, su rostro. Perdió su ojo izquierdo, el cabello, y sus pechos se han deformado. Lo más duro es que el agresor sigue libre y en Bulgaria no existe ninguna ley que condene la violencia de género. Mientras tanto, mientras se gesta una estrategia común en la UE a través de la propuesta española, Vania vive encerrada en casa, aún amenazada.
Una de sus escasas salidas la ha hecho para viajar hasta Bruselas y participar en un Congreso sobre Violencia de Género y en la celebración oficial del Día Internacional de la Mujer. "Estoy buscando ayuda, porque soy una víctima de violencia de género. Mi ex marido me roció con ácido, no hay ley en Bulgaria para luchar contra este fenómeno y quiero justicia", me explica a las puertas del Hemiciclo.
Entre las secuelas que este ataque le ha dejado, destaca la pérdida de su ojo izquierdo -que cubre con un parche- y varias quemaduras en las manos, en la espalda y en otras zonas de su cuerpo. "No llevo una vida normal, vivo encerrada en mi casa, y la culpa es de quien ha cometido este acto. No tengo amigos, no puedo socializarme con otra gente. Es muy duro, pero pelearé", aclara a pesar de su estado físico.
Lo peor de todo es que el agresor sigue libre, le sigue persiguiendo, controlando, y pregunta a todo el mundo dónde vive. Continúan las amenazas y todavía le quiere hacer daño.
Otras 23 mujeres como Vania han sufrido este tipo de violencia en Bulgaria en la última década, pero ella sostiene "que es algo que ocurre más a menudo de lo que pensamos".
"Tengo esperanza todavía y después de venir aquí me he hecho más fuerte para continuar, sacar adelante a mis hijos y recuperar mi vida", me comenta esperanzada.
Miguel Lorente, delegado del Gobierno español para la Violencia de Género, y Juan Fernando López Aguilar, presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en la UE, charlaron con ella el pasado lunes y le dijeron que "me ayudarán en todo lo que puedan para recuperarme físicamente y para buscar justicia", desvela.
"Me produce una reacción emocional de solidaridad, común a todas las víctimas de violencia de género, pero en este caso matizada por la gravedad e intensidad de la violencia. También impotencia al ver que existen todavía muchos obstáculos y limitaciones en algunos de los países miembros, o de los procedimientos, porque a veces no es tanto la ley como el procedimiento para obtener una respuesta justa", confiesa Lorente agarrándose con optimismo a las propuestas españolas recientemente aprobadas en Bruselas: "lo que hacen estos casos es reforzar la posición de la Presidencia, y ver que además las propuestas que se han hecho van en este sentido, partir de una definición de violencia de género y desarrollar tanto estrategias europeas para avanzar con una referencia común, como el compromiso de los estados miembros a que desarrollen políticas, entre ellas planes específicos para combatir esta lacra. Esto ya no va a evitar la agresión de Vania, pero con esta política común podremos evitar en el futuro que se produzcan estos casos. Lo que no quita para que desde ya estemos en contacto con ella para ayudarla en todo lo que necesite y que se pueda recuperar".
Con Lorente coincide López Aguilar: "el caso de Vania nos está recordando que la violencia es transversal. Desde el punto de vista social recorre todos los estratos de una sociedad desigual, y desde el punto de vista territorial recorre toda Europa. España ha puesto tanto acento en luchar contra el maltrato no porque la padezcamos más, sino porque nos hemos comprometido con valores y con un proyecto politico. El testimonio de Vania pone de manifiesto que en Europa hay todavía mucho terreno que cubrir, hay países en los que la violencia ni está identificada como un delito, como un comportamiento criminal en el Código Penal, no se ha enviado un mensaje de tolerancia cero. En países como Bulgaria o Hungría sigue siendo una modalidad de violencia pasional que ocurre entre las paredes de la vida doméstica, y en la que los poderes politicos no se meten. Es un planteamiento inaceptable a estas alturas. Hace falta una respuesta pública protectora, un mensaje público de tolerancia cero, una respuesta penal frente al agresor, por prevención y por castigo a un comportamiento socialmente inaceptable".
"Hay muchísimo trabajo por hacer. Europa es un espacio de libre circulación, y al final he escuchado que Vania quiere venir a España. Le daremos la bienvenida porque es ciudadana de UE y puede establecerse en nuestro país, donde cualquier agresor recibirá la respuesta penal y desencadenará una respuesta de protección hacia la víctima que ella merece y que no ha conseguido en Bulgaria".
Martín Karbovski, periodista búlgaro con más de diez años de experiencia en estos temas aclara a uno y a otro que “nuestros estados miembros son diferentes. En mi país se habla de supervivencia, no de campañas (…) La violencia en Bulgaria es completamente diferente, y es uno de los países con peores prácticas. Es algo que no pueden entender los ciudadanos que viven en la Europa más rica y estable. En Bulgaria hay una epidemia que crece con los años y que afecta no sólo a las minorías, sino también a estudiantes, enfermeras, médicos, cajeras de supermercado...".
"En los últimos diez años, 24 mujeres han sido atacadas con ácido en la cara. Después de estos ataques, la mujer sobrevive pero no vive plenamente. También ocurre en otros países como Pakistán, Reino Unido o Rumanía, e incluso se han registrado hombres que han sido víctimas. Se trata de una especie de venganza inaceptable, en ocasiones ordenada por alguien. Es increíble que no haya más eficacia para luchar contra todo esto. Se trata del legado comunista que tenemos. La sociedad lo ve como un problema doméstico, y algo que debe resolverse en el ámbito familiar. No sé hasta qué punto nuestro Estado puede intervenir (...) Se ha hablado incluso de cadena perpetua, pero todo va muy lento. Las instituciones son negligentes", concluye, repitiendo una y otra vez la palabra. Queda claro, Europa nos necesita.
*Información relacionada. Viviane Reding: "No hay justificación, es un crimen".
*Escucha el caso de Vania en el programa Tolerancia Cero, de RNE.
Publicado el 17 de marzo de 2010 a las 13:45.