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Blog de Patricia Costa

Asuntos pendientes

El desahucio también es cosa de niños

Archivado en: violencia machista, desahucio, arganzuela, menores

Dos niños de 6 y 9 años han descubierto esta semana un nuevo juego, algo cruel. Consiste en guardar juguetes, libros, y el resto de sus tesoros, en cajas de cartón. "Es la única forma en la que me atrevo a explicarles que nos tenemos que ir, aunque les digo que es por una temporada", explica su madre, Nieves, víctima de maltrato con orden de alejamiento en vigor. Este 22 de febrero (13:00), si no hay cambios, los menores, que en los primeros años de su vida han conocido también de cerca el peligroso juego de la violencia machista, se enfrentarán a su propio desahucio.

La sentencia de divorcio de sus padres les otorgó la vivienda, en Arganzuela, hasta cumplir la mayoría de edad. Sin embargo, los abuelos paternos, propietarios de la misma, reclamaron posteriormente el inmueble y, como consecuencia, el desalojo de sus propios nietos. Finalmente, en junio de 2012, la Audiencia Provincial dejó a un lado la protección de los pequeños para dar prioridad al derecho de los demandantes, siempre según Nieves.

Temiendo que este desalojo se ejecute, la madre busca ya una habitación para los tres a través de Cruz Roja, pagando un máximo de 300 euros. "No tengo recursos, me pagan 137 euros de REMI (Renta Mínima de Inserción), mi ex marido no me pasa la pensión de los niños desde hace años y ya he vendido en el rastro todo lo que me quedaba. Además, en Servicios Sociales y en Cáritas me dicen que no doy el perfil para entrar en una casa de acogida, por mi edad -45 años- y por la de mis hijos", aclara. Mientras tanto, acude cada día a un comedor social para conseguir la cena de los niños, que almuerzan en el comedor escolar pagando 1,20 por cada uno, al ser demandante de la renta mínima.

"No hay justicia. Me siento sola, aunque luchadora, abandonada por Asuntos Sociales y por la Comunidad de Madrid", reclama, mientras piensa qué hacer con los menores este viernes. "En el primer desalojo estuvieron fuera de Madrid, pero permanecerán en la vivienda en este segundo intento, porque son ellos los desahuciados. Sé que será duro, pero tenemos mucho apoyo", avanza.

Mientras los niños corretean por el salón, esquivando paquetes, aparentemente ajenos a la realidad que les ha tocado vivir, Nieves confiesa su verdadera preocupación. "Me pregunto qué secuelas les quedarán de todo lo que han visto, las palizas, los insultos. Van al psicólogo, pero no se expresan, se callan. Esto es lo verdaderamente duro, porque yo olvidaré los golpes con el tiempo". Esperemos que ellos consigan hacer lo mismo con sus recuerdos.

"Me quedé con la cara desfigurada"

Primero fueron los insultos, los empujones. Pero la violencia se agravó cuando Nieves le comunicó su intención de separarse. "Me dio un golpe con el coche y una paliza a los seis meses. Me operaron de un desprendimiento de retina, necesité 89 puntos y me quedé desfigurada. Pero nunca olvidaré la noche en la que me arrinconó y empezó a pegarme sin parar, con mi hija presente, diciéndole que me iba a matar. Vio cosas que no tenía que haber visto".

 

Publicado el 22 de febrero de 2013 a las 09:30.

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Extraña muerte en el Centro de Menores Teresa de Calcuta (Brea de Tajo)

Archivado en: brea de tajo, centro de menores, ramon barrios

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Ramón Barrios, de 18 años, cumplía su tercer fin de semana de internamiento en el Centro de Menores Teresa de Calcuta (Brea de Tajo). Le faltaban otros nueve fines de semana de castigo por haber cometido varios delitos -"pequeños hurtos", según la familia- cuando aún no tenía la mayoría de edad.
Su madre, Esther, y su tío, Sixto, le acompañaron el viernes hasta el centro. "Iba cantando en el coche, con su música y con un bote de Coca-Cola, junto a otro compañero", explica su progenitora, vecina de Villaverde Alto. Pero a mediodía del sábado, ambos recibían la mala noticia: Ramón había fallecido en las dependencias del centro, presuntamente por una parada cardiorespiratoria. A partir de ahí y hasta el cierre de esta edición, las contradicciones se sucedieron unas a otras.

Al recibirnos en su domicilio, en la calle de Calamocha, Sixto se apresura en mostrarnos las fotografías del cadáver de su sobrino. "Las marcas de la cara y de la oreja no son normales", señala. "Según el cuerpo cambiaba de temperatura (...) y el maquillaje iba desapareciendo, en el rostro de Ramón aparecían signos de posible violencia. Los ojos tenían rasgos de haber sido golpeados, en el cuello han aparecido marcas de arañazos (...)", explican los amigos del joven en un comunicado.

Por este y otros motivos, los familiares de Ramón deciden solicitar una segunda autopsia, pendiente de autorizar por el titular del juzgado número 2 de Arganda del Rey, que sigue a la espera de los resultados del primer informe. Mientras tanto, en la tarde del jueves Esther intentaba tramitar los documentos necesarios "para que el Ayuntamiento se haga cargo de los gastos" de conservar el cadáver hasta que se realice esa segunda autopsia.

Mientras llega ese momento, unos y otros formulan hipótesis sobre las posibles causas de la muerte. "No digo que le hayan querido matar, pero sí que se les fue la mano. Pienso que Ramón sufrió represalias, porque el fin de semana anterior le habían pillado fumando en la celda. Él ya entró con miedo. Me dijo: 'Tío, esto va a tener consecuencias'. Y así fue: 'Ahora sí que vas a saber cómo se trata a un perro', le dijeron el viernes nada más poner un pie en Brea de Tajo", confiesa Sixto, con una profunda mirada.

El pasado miércoles, varios chicos que ese fin de semana residían en el centro, se acercaron al domicilio de Ramón. "Uno vio a personal machacando algunas pastillas en un vaso", revela Esther. "Y el chico de la funeraria nos comentó que cuando recogieron el cuerpo tenía síntomas de sobredosis", apunta el tío de Ramón, mientras sus amigos insisten en que no tomaba ningún tipo de droga dura. Ahora sólo queda esperar a esa segunda autopsia y a que se haga justicia. Ramón cumpliría el mes que viene 19 años. Descanse en paz.

Concentración en Ciudad Lineal
Los amigos y familiares de Ramón se concentrarán este viernes (12:00) en la calle Albasanz, 2 (Metro: García Noblejas) para pedir justicia por su ser querido y para aclarar las circunstancias de su muerte. En un comunicado destacaron el trato "inhumano y distante" del personal del centro donde Ramón falleció cuando su madre y su tío se acercaron al mismo, el 9 de julio.

Investigación interna abierta
Al margen de la investigación penal, la consejera de Presidencia y Justicia, Regina Plañiol, anunció este miércoles que se ha abierto una investigación interna para aclarar lo sucedido en la muerte de Ramón Barrios. Por su parte, la nueva directora de la Agencia para la Reeducación y la Reinserción del Menor Infractor de la Comunidad de Madrid, Regina Otaola, aseguró que "se han cumplido todos los protocolos y la profesionalidad de los servidores del centro está aprobada".

Publicado el 14 de julio de 2011 a las 19:45.

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Nueva víctima en 'Hogar Galapagar'

Archivado en: hogar galapar, centros de menores, maltrato, madrid

Recibo la llamada de Juan Carlos. Está nervioso, agitado. Quiere contarme que un nuevo chico ha entrado en 'Hogar Galapagar', el centro madrileño de menores al que él mismo denunció por maltrato después de haber vivido allí durante más de un año,y donde, ya contó a este periódico, "llegaron a sacarnos desnudos al patio cuando estábamos a menos cuatro grados, y luego nos enchufaban agua fría con la manguera".

La nueva víctima tiene doce años y se llama Luis Fernando. "Ingresó este martes en Galapagar, por la tarde, la madre le llevó y quiso ver el centro, pero los educadores no se lo enseñaron. Entonces ella les pidió la licencia, y le dijeron que como estamos en crisis están sin ella", explica Juan Carlos.

"Luis Fernando está muy asustado, y también su madre", continúa. Al parecer, el chico tan sólo padece "hiperactividad". Tiene dos hermanos, Alejandro, de 14 años, que vive en otro centro en Aranjuez; y Andrea, de 16, que ingresó en Picón de Jarama.

Según Juan Carlos, la tutela de los tres hijos le fue retirada a la madre tras la denuncia de su propia hija mayor "tras una discusión sin importancia", comenta. "Servicios sociales le comió el coco. Andrea tiene problemas con el alcohol y las drogas", apunta. Antes de derivar a cada uno a un lugar diferente, los tres hermanos estuvieron en un centro de Hortaleza.

"Luis Fernando se encuentra muy mal y no quiere estar ahí. La madre conoce las denuncias que existen, y no quiere que su hijo sufra un trauma como el que otras personas hemos sufrido. Tenemos que hacer algo", concluye.

Juzguen ustedes mismos.

Publicado el 4 de febrero de 2011 a las 14:15.

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"A menos cuatro grados, en Galapagar, nos sacaban desnudos al patio y nos enchufaban agua fría con la manguera"

Archivado en: derechos humanos, violencia, centros de menores, picon de jarama, hogar galapagar, madrid, comunidad de madrid, la jarosa

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Comienza la proyección, apago el móvil. Las primeras escenas me dan una idea de lo que me espera. En diciembre de 2009, Amnistía Internacional pone sobre la mesa el informe 'Si vuelvo, ¡me mato!', que denuncia la violación de derechos humanos en centros terapéuticos de menores. Posteriormente -hace un mes-, la ONG publica la segunda parte del estudio, analizando la pasividad de la Administración, que nada hace, de momento, para garantizar la protección de estos niños.

Los créditos iniciales me presentan a los protagonistas. Sin embargo, y aunque se ha intentado minimizar por todos los medios las denuncias que han recaído sobre estos lugares en los últimos años, madres, hijos y trabajadores, todos ellos víctimas de este 'descuido' continuo, siguen dando la cara para que sus casos no se olviden, y para que nadie vuelva a pasar por los que ellos un día pasaron.

Quiero imaginarme que lo que escucho pertenece a una buena película de cine social, escrita por Fernando León de Aranoa o Ken Loach. Pero la interpretación de los actores sería sospechosamente talentosa. Entra en escena Juan Carlos, de 20 años. Vivió poco más de un año en 'Hogar Galapagar', centro madrileño al que él mismo denunció por maltrato, junto a otros tres supervivientes y un testigo:

"En pleno invierno, a menos cuatro grados, en la sierra de Galapagar, nos sacaban desnudos al patio y nos enchufaban agua fría con la manguera. Y porque ellos querían. En ese centro ha habido hasta abusos sexuales a chicas por parte de los trabajadores, o palizas a niños de 7 u 8 años", cuenta en primer plano.

Jose Antonio, que tiene la misma edad, residió tres años y medio en el mismo centro:

"Mi estancia fue como estar en una cárcel, no había actividades, los educadores nos contenían cada dos por tres, haciéndonos daño... Pero lo peor que he visto fue una niña de 15 años que se intentó tirar por un balcón porque estaba desesperada y pensaba en suicidarse. O una paliza de un educador a un niño de 11 años por robar en un colegio".

Me remuevo en la butaca. Cuesta escuchar.

"¿El peor día que recuerdo? Era el cumpleaños de un compañero. Vino un educador. Le pregunto si le habían comprado el regalo. Contesta que no. De broma, entre nosotros, le digo al que estaba de cumpleaños: 'No te han comprado el regalo'. Me responde: 'Déjame en paz'. Le replico: 'Déjame tú'. Él sigue: 'Me cago en tu puta madre'. Y yo continúo: 'Me cago yo en la tuya'. Entonces vino Antonio, el vigilante, 'el Puertas', me pegó un empujón contra el sofá, y me amenazó: 'Como no te tranquilices, te vamos a tener que contener, tirarte al suelo y llevarte a la cama para atarte'. Y así ocurrió. Me tiraron al suelo, me subieron los brazos, me sujetaron las piernas, me arrastraron hasta la habitación y me ataron. Así estuve toda la noche, y al día siguiente no me dejaron ir al instituto", explica J.C.

Nudo en la garganta. Demasiada violencia en el guión.

"Era algo normal, nos insultaban, nos pegaban, nos daban medicación forzosa, sin informarnos, se ponía un niño nervioso y enseguida lo echaban al suelo... Y yo he ido a la Comunidad de Madrid a denunciarlo, pero no te hacen ni caso. También visité al Defensor del Pueblo, hablé con la secretaria, le avise: 'tenéis que ir a este centro'. Pero te responden que no es para tanto, que están informados, que realizan visitas...", continúa J.C.

La trama avanza y nos presenta a una nueva víctima.

Se llama Santiago, es psicólogo, y en 2007 trabajó en uno de los primeros centros terapéuticos denunciados y cerrados en Madrid: 'La Jarosa'. Nos revela que en 2009 hubo ni más ni menos que 48 bajas de trabajadores en otro centro que todavía permanece abierto, a pesar de las denuncias, el de Picón de Jarama (Madrid):

"En La Jarosa me encontré un centro que olía mal, con pesonas que no sabían como tratar a adolescentes con problemas, con un nivel de violencia muy alto, con prácticas impensables. Por ejemplo, una persona -que no era médico ni enfermera-, al ver a un niño nervioso le introducía sedantes en la leche. También se producían castigos en celdas de aislamiento, donde un niño podía estar hasta tres días. Pero, sobre todo, lo más grave era la situación de indefensión en la que se encontraban unos chavales que en teoría estaban siendo protegidos. Lo puse en conocimiento del Defensor del Pueblo, y una semana después se cerró, pero lamentablemente todos los chavales fueron trasladados a Paracuellos de Jarama, al centro de Picón de Jarama, que pertenece a la misma empresa".

El film nos aclara ciertos conceptos que quizás desconocemos.

¿Qué es un centro de menores?

"El término centro de menores es muy confuso. Pensamos en un reformatorio, un lugar donde van chavales que han cometido delitos, pero también hay centros a donde van niños sin familia, con padres toxicómanos, o presos en la cárcel, o que no quieren vivir con ellos. Los centros que ha denunciado Amnistía pertenecen a este tipo", añade Santiago.

¿Cuánto cuesta 'proteger' a cada uno de estos niños?

"Dinero hay. La consejera de la Comunidad, Engracia Hidalgo, confesó que entregaba a estas empresas unos 5.000 euros por niño, pero no se invierte en las familias, sólo cuando el niño está en una situación extrema. Cuando sacamos a una persona de su entorno, y le introducimos en una institución de este tipo, ya le estamos poniendo en riesgo. No es lo mismo que estén en un entorno familiar, que en un edificio masificado, con rejas, celdas de aislamiento, seguridad... Y la Comunidad habla de un 85% de resinserción, pero a mí me gustaría saber cuántos de estos chicos tienen el graduado, cuántos hay indigentes, ejerciendo la prostitución, en prisión... Quizás las cifras sean muy altas y no nos las dan por eso", afirma el psicólogo.

"Haciendo el cálculo, partiendo como mínimo de los 3.800 euros por niño que ha dicho el Defensor del Pueblo concede la Comunidad, la inversion pública en estos dos chicos -Juan Carlos y Jose Antonio-, ha supuesto unos 320.000 euros", concluye.

¿Qué futuro les espera a los protagonistas?

Juan Carlos salió de 'Hogar Galapagar' sin la ESO y no tiene trabajo. Jose Antonio sí salió con la ESO, aunque estuvo un año sin escolarizar.

"Va a ser muy difícil que salgan hacia adelante. Salen con miles de euros de inversión, pero no pueden trabajar ni en un supermercado", analiza Santiago.

"Se han beneficiado únicamente ellos, el dueño del centro, recibían un dinero y en nosotros invertían lo mínimo, en comida, ropa... Ni siquiera 500 euros al mes, de esos 3.800. En tres años me compraron unas zapatillas y un pijama", confiesa J.A.

J.C. y J.A. hablan de Nacho, el director del centro, constantemente. Y recuerdan las inspecciones de la Comunidad, que siempre avisaba con tiempo de sus visitas: "nos llevaban de excursión, disimulando, para aparentar que todo iba bien, y no te dejaban hablar con ellos. Era imposible contarles lo que vivías allí", dice J.C.

Tercera víctima

Ángel Alonso Pozo, de 18 años, vivió en el ya mencionado centro de Picón de Jarama alrededor de un año y medio:

"Lo peor es la impotencia que sientes cuando están haciendo una contención y no te puedes meter. Aunque el peor castigo era estar un mes sin salir, o 24 horas en un cuarto, encerrado, sin ir al patio. Eso si hacías algo leve, y hasta una semana si cometías una falta gorda, como amotinarte. A mí me dislocaron un hombro en una contención, y me lo hizo un educador, que en teoría no puede. No me llevaron ni al médico, y me lo tuve que colocar yo mismo. Más cosas... Si te negabas a algo, limpiabas el patio o hacías otro trabajo para el centro, tareas para las que ya había personas asignadas".

Violaciones. Vuelven las agresiones. Cierro los ojos.

"Hay gente que dice que la situación ha cambiado, pero sigue habiendo contenciones, sala de reflexión...Y me han dicho que han echado a un vigilante por violar a una menor. Le han expulsado y eso es todo, pero no se ha hecho justicia".

Estoy enganchada, pero miro el reloj. Entra un nuevo personaje.

Se llama Noelia y es educadora social. Trabajó en distintos centros de menores, uno de ellos el de El Escorial, que es la misma compañía que gestiona 'Hogar Galapagar', la empresa de salud mental 'Consulting':

"No llegué al año de estar allí. La gota que colmó el vaso fue un fin de semana que yo no había trabajado. Cuando volví, me enteré de que le habían dado una paliza a dos niñas de 16 años, con un palo. Me las encontré llenas de moratones. Nos lo contaron porque dos días después venía la Comunidad, y preparaban una excursión para que las chicas desapareciesen ese día. Era un sábado por la mañana, una de ellas se despertó muy temprano, se levantó, hizo ruido, despertó a este hombre, al agresor, y él empezó a pegarle. La compañera le defendió, y entonces él descargó también su ira contra ella. En este centro siempre había insultos, humillaciones, medicación... Mucho maltrato, de todo tipo".

Nueva dosis de maltrato.

"Y debido a ese maltrato se están creando delincuentes y toxicómanos, porque esa rabia tiene que salir por algún sitio. Meten a todos en el mismo saco, y a niños que los han sacado de sus familias por un problema de maltrato, por ejemplo, los ponen hasta arriba de pastillas. Recuerdo a una niña de siete años, sentada en una silla, no se podía mover porque le habían subido la medicación. Estaba babeando, con los ojos en blanco. Se me cayó el alma a los pies. Otra vez, por un exceso de medicación, tuve que llevar a un niño de 17 años a urgencias con mi coche, porque ni movía la mandíbula, le habían puesto hasta arriba de pastillas también. Era totalmente frecuente. Otros niños se pasaban durmiendo el día entero. Y lo peor era la falta de preparación de la plantilla. La misma persona que cuidaba a los tres mayores, por ejemplo, se encargaba de mantenimiento y de hacer la compra".

Nada se mueve en la sala. Hablan las madres.

Marta es madre de acogida de una niña que ahora tiene 18 años. La sacó de Picón hace cuatro años, porque la conocía y porque no estaba en las mejores condiciones. "Me la encontré medicada, sin escolarizar, muy deprimida… Ella no quería estar allí, se autolesionaba, como otros muchos, porque no tenía actividades, no iba al colegio. Estamos yendo al psicólogo todavía. Fue maltratada, tenía el cuerpo lleno de golpes en una salida. Les encerraban en una habitación sin derecho alguno, ni siquiera a ir al baño. También le quitaban el colchón a modo de castigo, a ella y a su compañera de habitación, para que no durmiesen juntas. Y cuando la recogí no me dieron nada, sólo una tableta de pastillas, pero no tenía ningún diagnóstico, no sabía qué tenía".

Marisa Garro Martín tiene dos hijos, David (14) y Diego (11). El primero se encuentra en estos momentos ingresado en el centro de menores Picón de Jarama, y el segundo lleva tres cursos en otro centro, en Berzosa del Lozoya (Sierra Norte de Madrid), porque tiene un trastorno de hiperactividad. David duerme allí desde el pasado mes de julio. Antes estuvo en un centro de Leganés, de lunes a viernes, después de que su madre solicitase una guarda. Pero empezó a autolesionarse al verse encerrado. De ahí fue al Gregorio Marañón, y de allí a Picón, después de que su padre denunciase a su madre por abandono, y después de que la Comunidad de Madrid le quitase la tutela a Marisa.

"Mi hijo me dice que le saque de allí, que no aguanta más, y que va a hacer algo. Tiene sólo una hora de patio, no le ponen a estudiar, tan sólo hace jardinería una hora por la mañana. No les hacen ni caso. No le dejan salir fuera a estudiar porque tiene que pasar unas fases o algo así. Lo aislan completamente. Además, al principio le hacían muchas contenciones, me lo contaba por teléfono y me cortaban las llamadas. Le dolían hasta los hombros, de cogerle entre tres o cuatro educadores. Mi hijo me llegó a decir que llevaba calzoncillos de cuatro días, la ropa se la dan contada... y eso no lo puedo permitir. Todos los días hablo con él por teléfono y me pregunta cuánto le queda".

El día de su traslado a Picón, Marisa pidió al director que le enseñasen el centro para saber dónde viviría su hijo, nada más llegar allí, pero se lo negó.

"En un cuarto pequeño, con la cama atornillada al suelo, una puerta muy gruesa, una ventanita... Así estuvo una vez desde por la noche hasta el día siguiente, y eso es inhumano, no se le puede hacer a una criatura. Y sólo por contestar o por no cumplir los objetivos de los educadores. Están todo el día adormilados con la medicación, y lo veo excesivo. Salen peor, y aprenden cosas que no tienen que aprender, porque mezclan a unos niños y a otros".

Lo ve una vez a la semana. Se queja de que las visitas a casa estén sumamente controladas por los educadores que acompañan a David. También de que no tiene coche, y tiene que arreglárselas para ver a uno y a otro, ya que sus hijos se encuentran en centros separados.

"Entiendo que un chaval no puede estar solo en casa tantas horas, pero también es cierto que pueden ponerme un asistente en casa, alguien que me ayude, con todo ese dinero que paga la comunidad de Madrid por cada uno de ellos, o sino que lo manden a un centro de día y que por la tarde pueda volver a casa. He pedido informes médicos, escolares... y no me dan nada".

"A mi hijo Diego también le han hecho muchas contenciones, le han cogido por el cuello, le han tirado al suelo, le han subido los brazos hasta la nuca. Diego tampoco quiere estar allí, echa de menos su casa. Ha visto hasta niños con escayola después de las contenciones. Mis hijos no se merecen estar ahí. Les ha condenado a ellos y a mí".

El desenlace. Hora de pedir cambios.

Jose Antonio: "Que contraten a gente titulada para trabajar en los centros de menores".

Juan Carlos: "Salí muy mal viendo lo que me hacían a mí y a mis compañeros, necesité tiempo, y sigo yendo al psiquiatra para superarlo".

Santiago: "Debería intervenirse en los propios barrios de esos niños, llevar a alguna persona a su casa, a su familia".

Ángel Alonso: "Sólo pido que se cierren estos centros, o que se intente cambiar a la gente que está dentro".

Noelia: "Yo le diría a la Comunidad de Madrid que no deje estos centros en manos de empresas privadas con ánimo de lucro. ¿Por qué no ven la despensa cuando visitan estas residencias para comprobar qué alimentación tienen los niños?. Era penosa, unos críos en edad de crecimiento con una dieta a base de fritos. ¿Por qué no abren el armario para ver la ropa que tienen? La que vestían era la que donábamos nosotros. Y las instalaciones también dejaban que desear, no era un centro cálido, sino destartalado...".

Marta: "Si se hacen cargo de ellos, que lo hagan de verdad. Me gustaría saber cómo llegan a estos centros, si hay algún juez que lo dictamine. También orqué están medicados, y si hay alguien al que se le haya dado el alta terapéutica y se lo hayan dado a sus padres antes de los 18".

Marisa: "Entiendo que tenga que haber centros, pero de otra manera. Solicité una ayuda a los servicios sociales y me han condenado. Quiero que me ayuden, pero no así, porque mi hijo no es un niño problemático".

Se encienden las luces, pero los actores no se han ido. Aquí están, sentados junto a mí, en esta particular sala de proyección, cada uno en su butaca, esperando a la señora 'Justicia', tratando de olvidar los golpes y de borrar las crueles escenas que un día vieron sus ojos.

Publicado el 27 de octubre de 2010 a las 13:00.

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'Si vuelvo, ¡me mato!' (II), pura indiferencia a la violación de derechos en centros de menores

Archivado en: centros de menores, derechos humanos, amnistia internacional, su vuelvo me mato, violencia, maltrato

Hace ya unos nueve meses, Amnistía Internacional presentaba el informe 'Si vuelvo, ¡me mato!', que daba cuenta de las graves violaciones a los derechos humanos de niños y niñas cometidas en centros terapéuticos.

Ahora, la ONG publica la segunda parte de este estudio, analizando esta vez la vaga reacción de la Administración a dicho documento. Y lo hace al mismo tiempo que el Ministerio de Sanidad da un paso adelante al suscribir un protocolo básico de actuación en centros o residencias para menores con trastornos de conducta, que permitirá, entre otras cosas, recurrir a medidas de aislamiento y contención física, de forma "excepcional", siempre y cuando se produzca una situación "de crisis" con los jóvenes.

Amnistía denuncia que con esta medida, insuficiente, el Gobierno pretende "regularizar la existencia de estos dispositivos, a medio camino entre centros de detención ilegales y clínicas psiquiátricas para adolescentes víctimas de exclusión social"; y sigue reclamando una ley estatal que regule todos los centros y que proteja a los menores que en ellos residen, y que siguen saliendo a la luz para denunciar episodios de malos tratos, lejos de gozar de garantías.

"Bajo la protección y el cuidado del Estado, menores que no han cometido ningún delito pueden sufrir privación de libertad sin orden judicial, malos tratos, ser encerrados en celdas de aislamiento, atados y amordazados. Pueden verse privados de su derecho a la salud al ser sometidos a tratamientos médicos sin diagnóstico, administrados sin la debida diligencia, sin información y sin su consentimiento, a veces medicados forzosamente con fines sancionadores", explica AI en su página web.

'Si vuelvo, ¡me mato!' (II) denuncia la indiferencia de las autoridades estatales y autonómicas que, a pesar de conocer la primera parte del informe, poco o nada han avanzado, relegando tan grave problemática a un asunto más de alarma social, lejos de dedicarle todos los esfuerzos necesarios.

Así que, de momento, los castigos corporales, los aislamientos forzados, la sobremedicación y contenciones físicas seguirán siendo una realidad, y casos como el del centro hogar de Galapagar (Madrid), al que han denunciado cuatro jóvenes, continuarán sucediéndose a lo largo de toda la geografía española.

P.D.: Tolerancia Cero a la violencia, tolerancia cero a la indiferencia.

Publicado el 17 de septiembre de 2010 a las 08:30.

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'Le Iene' emite una cámara oculta que registra los abusos sexuales de un cura italiano

Archivado en: iglesia, cura, párroco, vigo, italia, le iene, abusos sexuales, violencia, menores

Los abusos sexuales cometidos por diferentes miembros de la Iglesia protagonizan día tras día las portadas de los medios de comunicación desde hace unos meses. Si ayer conocíamos el caso del párroco vigués de 69 años, condenado a dos años de prisión por realizar tocamientos a dos niñas en un colegio la ciudad en 2009, hoy nos llega la cámara oculta emitida este jueves en Le Iene (canal Italia 1) donde un actor se hace pasar por un adolescente homosexual de 17 años delante de un religioso al que supuestamente acude para pedir consejo. El resto, se lo pueden imaginar:

Publicado el 9 de abril de 2010 a las 08:45.

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Asesinos de menores

Archivado en: cristina martin, seseña, toledo, suceso, crimen, violencia, menores

Cristina tenía tan sólo 13 años y vivía en Seseña (Toledo). Desapareció el pasado martes y su cadáver se encontró el sábado en una antigua fábrica de yesos de la localidad. La autopsia ha revelado que murió de forma violenta, desangrada por varios cortes en sus muñecas, aunque también presentaba golpes en la cabeza.

La única persona detenida hasta el momento es una menor de 14 años, de origen cubano y compañera de clase en el Instituto 'Margarita Salas'. Su rivalidad era conocida y con ella protagonizó una discusión en un mercadillo del pueblo el mismo día de su desaparición, según amigas de la fallecida.

El juez de Menores de Toledo ha acordado hoy la medida cautelar de internamiento en un centro de menores, tal y como solicitaba el fiscal. También ha decretado el secreto del expediente que se tramita en la Fiscalía de Menores, que solicitó hoy el internamiento "dada la gravedad de los hechos (asesinato) y los indicios racionales y contundentes de la participación de la menor en los mismos", así como "para evitar el riesgo de que se eluda u obstruya la acción de la Justicia" y para "la custodia y defensa", del menor expedientado, tal y como marca la Ley del Menor. Dicha medida tiene un máximo de duración establecido en la ley de seis meses prorrogable por otros tres y podrá mantenerse hasta que recaiga sentencia firme. Y yo me pregunto, ¿y ahora qué? ¿será suficiente con internarla en un centro de menores durante tres, seis o nueve meses?

En Facebook, un minúsculo grupo de ocho miembros pide justicia, recordando el caso de Sandra Palo y la lucha de su madre para modificar el marco legal que ampara al 'Rafita', el asesino de su hija, que sólo tenía 14 años cuando participó en el cruel crimen de Sandra -la violaron y la quemaron viva-, y que ha reincidido sin consecuencia alguna una vez puesto en libertad.

De nuevo, recordando también otros casos como el de Marta del Castillo, surge el debate sobre la necesidad de endurecer la Ley de Menor en estos casos tan graves. ¿Debería rebajarse la edad penal? ¿Es posible la reinserción cuando llegamos a estos extremos? ¿Tiene el menor suficiente protección?

Mientras tanto, mientras la ley decide, Cristina será enterrada este mediodía en el cementerio de Seseña, aunque sus padres deseaban incinerar el cuerpo, algo que no será posible al ser su muerte objeto de investigación judicial.

Asunto pendiente: Justicia.

Publicado el 5 de abril de 2010 a las 08:45.

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Subasta de menores solteras en una discoteca de Granada

Archivado en: subasta, menores

Un taller de igualdad en un instituto ha servido para que una menor denunciase la celebración de una fiesta que en estos momentos investiga la Sección de Menores de la Fiscalía Provincial de Granada.

 "¡Se subastan solteras! A todos los chicos que entren en la fiesta se les dará junto con la entrada dinero del 'Monopoly' (cuanto antes llegue, más dinero). Sobre las 20,30 horas subirán a la tarima varias solteras de oro. El DJ las presentará y las someterá a diversas pruebas (bailoteo, minidesfile) para que los chicos del público las conozcan. Después de esto comenzará la subasta y el chico que más dinero del 'Monopoly' ofrezca por la soltera que le guste conseguirá a la chica y a ambos se les invitará a un refresco en el palco VIP para que se conozcan".

Son sólo palabras, las empleadas para promocionar el evento que, además, tiene continuidad en el tiempo. El próximo fin de semana el mismo establecimiento ha organizado otra fiesta en la que se premiará a las adolescentes que vistan con minifalda.

Lo peor de todo es que las prácticas discriminatorias son más comunes de lo creemos en los locales nocturnos. Basta con echar un vistazo a los carteles promocionales. El último que me ha llamado la atención fue precisamente el de un local de Salobreña, en la costa granadina. Ocurrió en Semana Santa. El panfleto, pegado a lo largo y ancho de todo el paseo marítimo, mostraba unos pechos de mujer exagerados con los cascos de un Dj. Pero es únicamente un ejemplo. Lo triste es que la mujer sigue siendo un reclamo para los locales de copas. Triste, pero cierto.

Asunto pendiente: Erradicar el machismo.

 

Publicado el 7 de mayo de 2009 a las 14:30.

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Patricia Costa

Patricia Costa

Asuntos Pendientes. ¿Cuántos tienes tú? En este blog recogeré mi punto de vista y breves reportajes sobre temas sociales y todo tipo de desigualdades, centrándome especialmente en la mujer.

Nací en Redondela (Pontevedra), en 1981. Soy doctora por la Universidad de Vigo (con la tesis 'El tratamiento de la violencia machista y la lucha por la igualdad en la radio pública. Análisis del programa 'Tolerancia Cero' de Radio 5. Propuesta de modelo'), Master en Radio por la Universidad Complutense de Madrid y licenciada en Publicidad y RR.PP (UVIGO). 

Comencé en Radio Galega, en Deportes, y desde 2007 soy colaboradora de Radio Nacional de España. Actualmente trabajo en los espacios 'Abierto hasta las 2' (Radio 1), 'Tolerancia Cero' y 'Tendencias', ambos en Radio 5. Además, soy redactora del semanario Gente en Madrid desde 2006, en este momento cubriendo la información relativa a la capital.

En 2009 gané el premio Carmen Goes de Periodismo en la modalidad de Radio por un reportaje sobre la ablación que podéis escuchar en este programa de Tolerancia Cero.

Y en junio de 2013 el XV Premio Tiflos de Periodismo de la ONCE en la modalidad de radio por un reportaje sobre los recortes en la universidad.

Por otro lado, la Academia de la Radio otorgó a 'Tolerancia Cero' el premio Teresa de Escoriaza en febrero de 2014.

 

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